Seguridad pública a cargo de la Policía
La Unipol frente a la desmilitarización

Porque a diario notamos el bosque de la violencia con sus enormes ramas y densos follajes, poco percibimos los sinaloenses el árbol que significa la posibilidad de que Sinaloa atienda con su propia Policía el tema de la seguridad ciudadana que hoy está encomendado a la fuerza pública militarizada, concebida como el último recurso del Gobierno para la pacificación. Más agentes locales que soldados vigilando en las calles es el reto colosal a mediano plazo para las autoridades estatales y municipales.

Podría dominar la percepción de gobiernos locales cruzados de brazos al endosarle todo el paquete de la criminalidad a la coordinación militar-policial, sin embargo, ocurren esfuerzos que harán posible que la seguridad pública sea atendida eficientemente con más policías mejor capacitados. Para entenderlo y extraer la porción de confianza que nos urge en la materia, vale la pena voltear a lo que hace la Universidad de la Policía de Sinaloa.

El esquema de militarización de los operativos que pacifiquen al País tendrá que revertirse a como era en el pasado, pero sin desidias y extorsiones. A las policías locales equipadas teórica, logística y tecnológicamente se les regresará la misión de cuidar a la población y los bienes legítimos de ésta, aparte de erradicar el abuso, tortura y corrupción que fueron las prácticas ilícitas que llevaron al planteamiento de militarizar las labores de mantener la ley y el orden.

En fechas recientes se han dado a conocer algunos de los frutos maduros de la Unipol a dos años y dos meses de que el Congreso del Estado expidió la Ley Orgánica de este centro de estudios. Por ejemplo, la semana pasada egresaron 51 nuevos elementos, 33 mujeres y 18 hombres, que serán integrados a las filas de la Policía de Investigación y al Ministerio Público. La Fiscal General Sara Bruna Quiñónez Estrada les recordó a los graduados el gran compromiso que asumen no con ellos mismos sino con la sociedad de Sinaloa.

El 19 de diciembre le correspondió graduarse a la Generación 2021-2023 de los doctorados en Ciencias Policiales, Seguridad Pública y Sistema de Justicia Penal, compuesta por 22 integrantes, y destacándose la formación humanista en el ejercicio de sus posgrados. Antes, en octubre, terminaron la capacitación las mujeres que forman parte de la Unidad Especializada en Violencia Familiar y de Género de la Policía Estatal de Sinaloa.

Y así podrían enumerarse otros logros notables como la conclusión de los estudios en la Unipol de los primeros 100 cadetes que se desempeñarán como elementos de la Policía Estatal Preventiva, corporaciones municipales y custodios en penales, y la capacitación en justicia penal integral para adolescentes impartida a 69 defensores públicos.

Es de justicia también reconocerle los méritos al Rector Óscar Fidel González Mendívil por tratarse de un servidor público que aplica sus conocimientos en análisis criminológicos, diseño jurídico de instituciones de seguridad pública, atención a víctimas y operación de sistemas para control de policía, y su experiencia como ex Fiscal General de Sinaloa y Aguascalientes, para lograr el modelo en el cual sólo a través de la educación es posible atender la aspiración ciudadana de policías confiables y dedicados al servicio de la sociedad.

La exigencia popular apremia a acabar con el prototipo de seguridad pública en el cual la gente llegó a confiar más en los maleantes que en los agentes policiales porque delación, descomposición y traición entraron a las corporaciones a ponerlas al servicio del crimen e inclusive trabajarle a éste sus ajustes de cuentas. Nunca más el arquetipo de combatir el crimen con más crimen que utilizó el ex Gobernador Mario López Valdez quien al designar en 2011 al tristemente célebre Jesús Antonio Aguilar Íñiguez como Director de la Policía Ministerial, reconoció que “con blancas palomas no se puede combatir a los delincuentes”.

Como luz al final del túnel hoy todo parece estar en el sentido adecuado: Policía comprometida con la seguridad de las personas y las familias sinaloenses. Tarde o temprano el Ejército deberá regresar a los cuarteles a más de 260 mil militares desplegados en el País y la milicia volverá a su misión constitucional de defender la soberanía nacional, para que los estados se valgan por sí mismos en prevenir y combatir los delitos.

Entonces la preocupación no es el retiro del Ejército de las calles sino qué hace y cómo instrumenta el gobierno de Rubén Rocha Moya las acciones para mantener en Sinaloa, con la Policía propia, los índices de paz que, como lo destacó en La Semanera de ayer, muestran descensos o estancamientos en la incidencia histórica de los ilícitos que más preocupan a la población pacífica.

Sepamos que hay un buen comienzo con los programas de la Unipol para reformar la imagen pública de la Policía y rescatar en los integrantes de las instituciones de seguridad la indeclinable vocación de servicio a los sinaloenses.

Que reciban bastantes abrazos,

Los egresados de la Unipol,

Para estimularlos en el rol,

De un Sinaloa sin balazos.

Los mismos titulares de las dependencias del Gobierno de Sinaloa que ayer llegaron a la Sindicatura de Adolfo Ruiz Cortines, municipio de Guasave, fueron en marzo de 2023 a la zona de Juan José Ríos y con reportes satisfactorios y fotos apantallantes dieron por resuelto el problema de las cuarterías donde enferman y mueren niños hijos de jornaleros agrícolas por neumonía y desnutrición. Ahora tendrán que quedarse allá los secretarios de Salud, Bienestar, Pesca, Educación, Cultura, de las Mujeres, la Fiscal, y funcionarios de Seguridad Pública, Secretaría de Gobierno y Protección Civil hasta que logren soluciones estructurales y no analgésicos que alivian temporalmente los males.

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