El agua por sí misma no puede defenderse, requiere de la acción humana que revierta lo que venimos haciendo mal.

    Se denomina sequía, a la disminución o ausencia de precipitaciones pluviales respecto a la medición de índice anual. Es una situación relativamente normal cíclica que se presenta en lapsos de uno a tres años y genera, según su clasificación, diferentes consecuencias.

    La sequía desaparece cuando vuelve la lluvia, cuando se recupera el índice de precipitación y se restablece el funcionamiento de los cuerpos de agua.

    Según la forma como da principio y la severidad con la que presenta, son tres sus principales clasificaciones : La primera es la Sequía Meteorológica, donde solo el factor de ausencia de lluvia se toma en cuenta; la segunda es la Sequía Agrícola, que se presenta después de la prolongación de la primera, cuando no hay humedad mínima de 19 milímetros en los primeros 20 centímetros del suelo, en donde no es posible el cultivo exitoso; la tercera, la Sequía Hidrológica, donde existe interrupción de lluvias por una o más estaciones, con efectos más devastadores según el lugar donde se genera y la capacidad de reintegración al ciclo ordinario.

    México es un país vulnerable a este fenómeno por varias causas, de las que sobresalen dos:

    Una, es que 14 estados de la República son áridos o semiáridos. Esto es, sitios de baja precipitación por naturaleza geográfica. Se considera árido el Estado donde anualmente se tiene solo un mes de lluvias y semiárido donde se tiene de uno a tres meses. Esto genera temporadas de sequía recurrente.

    La otra causa aun más grave, se gesta a nivel colectivo: existe una baja conciencia del costo de llevar el agua a las ciudades (donde se concentra alto índice poblacional). Hemos roto el balance entre el consumo y las reservas de agua, hemos abusado de un esquema de distribución inequitativa, un consumo sobreexplotado y una constante tendencia a la contaminación. En conclusión, nosotros mismos generamos la escasez pues durante el tiempo hemos extraído más agua de la que recargamos, de la que hay en existencia y de la que está a disposición. La percepción que el sistema de presas resolverían el problema de abasto suficiente es erróneo, no alcanza ni para las cosechas, la idea de abundancia es equivocada, solo ha servido para dar paso al dispendio.

    El agua por sí misma no puede defenderse, requiere de la acción humana que revierta lo que venimos haciendo mal.

    Tras la presencia de sequía en el campo agrícola, vienen los problemas de riego, que generan baja o nula cosecha, impactando la economía de los estados, adicionado a la violencia por el robo de agua que durante la historia ha sido lamentable.

    Son medidas colectivas domésticas que deben acompañar nuestro diario consumo: cerrar la llave de regadera mientras nos enjabonamos el cuerpo, cerrar la llave del lavamanos mientras enjabonamos nuestras manos o nos lavamos los dientes, lavar los autos con una cubeta y no a manguera abierta, ordenar la puesta de la lavadora a ciclos llenos y aprovechables, cerrar la llave del fregadero mientras enjabonamos la loza. Ensuciar menos platos.

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