Sexo gratis

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    omar_lizarraga@uas.edu.mx
    Tanto los hombres como las mujeres quieren tener citas con alguien que esté ligeramente por encima de la media en inteligencia para una primera cita. El nivel de inteligencia exigido crece a medida que aumenta el nivel de compromiso de la relación

    Estimado lector o lectora, ya que el título de esta columna captó su atención, hágame un favor: suponga mentalmente que una persona muy atractiva del sexo opuesto le pregunta en la calle por una dirección de algún lugar. Después de darle la orientación, él o ella, según sea el caso, le invita a su casa a tomar algo y charlar más cómodamente. Si usted es mujer, estoy casi seguro que rechazará la oferta de aquel desconocido. Pero si usted es hombre, es muy probable que acepte la invitación ¿o me equivoco?

    Lamento decirle que esa situación hipotética nunca sucederá en la vida real, pero sirve para establecer el argumento de que los hombres (a diferencia de las mujeres) están siempre dispuestos a tener relaciones sexuales, aun con personas desconocidas y sin tener nada en común; simplemente la atracción física. Y este comportamiento ha sido estudiado y comprobado desde la psicología social y la sociología.

    Por ejemplo, un grupo de psicólogos estadounidenses de la Universidad de Indiana, liderados por Peter Todd, en el año 2007 pusieron a prueba a una serie de jóvenes universitarios, haciendo que personas razonablemente atractivas de ambos sexos abordasen a estudiantes en el campus para proponerles a: 1. Una cita; 2. Ir a un lugar íntimo y; 3. A tener relaciones sexuales. La mitad de la población objetivo, aceptó a salir con un desconocido, y la otra mitad lo rechazó. Los hombres fueron mucho más entusiastas ante la oferta de sexo gratis: dos tercios accedieron a ir al departamento de la mujer, y tres cuartos a acostarse con ella esa misma noche. Por otra parte, un insignificante seis por ciento de las mujeres aceptó ir a un encuentro en el apartamento con el hombre, y ninguna mujer que accedió a tener relaciones con el desconocido.

    Resultados prácticamente similares obtuvieron en un experimento realizado por Clark y Hartfield años atrás en 1989. Un entrevistador atractivo (hombre o mujer, dependiendo de la condición experimental) tras realizar una pequeña encuesta a una persona de otro sexo, le preguntó: “¿Quieres salir conmigo esta noche?”. En otro grupo experimental la pregunta del encuestador fue: “¿Quieres venir a mi casa?”, y “¿quieres acostarte conmigo?” fue la proposición hecha al tercer grupo de encuestados. A la primera incitación, el 50 por ciento de hombres y mujeres respondieron afirmativamente. A la segunda pregunta dijeron que sí el 70 por ciento de los varones y un escaso 3 por ciento de mujeres. La tercera cuestión recibió un total rechazo de las entrevistadas y un entusiasmado apoyo masculino del 70 por ciento.

    Otro trabajo publicado por Kenrick, Sadalla, Groth y Trost, muestra que tanto los hombres como las mujeres quieren tener citas con alguien que esté ligeramente por encima de la media en inteligencia para una primera cita. El nivel de inteligencia exigido crece a medida que aumenta el nivel de compromiso de la relación. Por ejemplo, para un matrimonio ambos sexos exigen a una persona inteligente y de grados académicos altos. Pero en el caso de los hombres, esta exigencia no es significativa para el caso de una relación sexual. Es decir, para los hombres no importa tanto que la mujer sea inteligente o no, para una relación ocasional. En cambio, las mujeres en todo tipo de relación exigen un mínimo nivel de inteligencia masculina y un mayor compromiso.

    Pero ¿por qué esta diferencia entre hombres y mujeres? Al parecer tiene que ver con lo que se conoce como “inversión parental”, este concepto se refiere a la cantidad de energía y tiempo invertido en tener hijos y cuidar de ellos. El género que más tiempo y esfuerzo invierte en un embarazo y en la crianza de los hijos, es también mucho más selectiva en la pareja sexual. En todas las culturas del mundo, la mujer es quien más inversión parental hace.

    Por otra parte, la socióloga y feminista británica Katherine Hakim, ha acuñado el término de “Déficit sexual masculino”, para referirse a esa necesidad de actividad sexual y diversión erótica entre los hombres, que supera con mucho el interés de las mujeres por el sexo. Apoyándose en encuestas y datos estadísticos, sostiene que, a lo largo de su existencia, la demanda de actividad sexual es considerablemente mayor entre los hombres que entre las mujeres. Algo que se aprecia en el consumo de servicios sexuales comerciales (prostitución y pornografía), en las infidelidades y en el autoerotismo.

    En su libro, Katherine da cuenta de que, los hombres tienen en promedio dos o tres veces más parejas que las mujeres. La masturbación también es tres veces más común entre ellos que entre ellas. Y la probabilidad de que un hombre tenga más fantasías sexuales con frecuencia es el triple que en una mujer. Incluso refuerza su tesis, comprobando que las parejas gay son mucho más activas sexualmente que las parejas lesbianas.

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