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PUERTO VIEJO

Si nos...

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    Conocí y fui amigo de un Luis Guillermo Benítez Torres de conducta caballerosa, respetuoso y de bajo perfil social; descendiente de una familia honorable, pero todo cambió, y el personaje con tal nombre que ocupa la alcaldía mazatleca, es la otra cara de la moneda. Ofensivo, hedonista descarado, y hoy, cuestionado sobre la limpieza del manejo del patrimonio municipal que le confió el voto popular.

    En su insigne poema En paz, el autor nayarita Amado Nervo, plasmó la siguiente frase: “Cuando sembré rosales, coseché siempre rosas...” haciendo alusión a que, en la vida, cosechas lo que siembras. Y en ese sentido, el Alcalde mazatleco Luis Guillermo Benítez Torres, está recogiendo tempestades porque sembró tormentas; y por la irresponsabilidad de sus actos, le están acumulando carpetas de investigación que lo pueden colocar en la tesitura de ser destituido.

    No cabe duda que, a muchos, la percepción de poder que se desprende del ejercicio de una función pública, provoca que el mandatado pierda de vista el alcance y las limitaciones de su encargo, llevándolo a pensar que es intocable.

    Conocí y fui amigo de un Luis Guillermo Benítez Torres de conducta caballerosa, respetuoso y de bajo perfil social; descendiente de una familia honorable, pero todo cambió, y el personaje con tal nombre que ocupa la alcaldía mazatleca, es la otra cara de la moneda. Ofensivo, hedonista descarado, y hoy, cuestionado sobre la limpieza del manejo del patrimonio municipal que le confió el voto popular.

    No cabe duda que el ejercicio del poder trastorna a muchos, como es el caso de Benítez Torres, que se ha convertido en tendencia de la conversación pública, y si los intereses políticos no se entrecruzan, estamos ante la posibilidad de un cambio en la titularidad de la administración municipal.

    Pero vayamos a temas más interesantes, como es el caso de la recordación de hoy, enfocada al Día Mundial de la Alimentación.

    El santoral marca el 16 de octubre como día de celebrar la vida de Santa Eduviges, una sufrida mujer alemana, acomodada económicamente, que determinó dedicar su vida a socorrer a los pobres, de tal suerte, que se le reconoce como santa patrona de los afligidos, de los deudores. Con tal referencia, me atrevo a especular que la Organización de Naciones Unidas, escogió dicha fecha, para conmemorar el Día Mundial de la Alimentación, con el propósito de acentuar entre nosotros, el hecho doloroso de que millones de personas en el mundo, no tienen acceso a la alimentación sana y suficiente; vaya, ni tan siquiera contar con el alimento diario.

    Según cálculos de la ONU, cortados al 2020, un poco más de 800 millones de personas, es decir, el 10 por ciento de la población mundial, sufren la falta de alimentación, situación que se agravó con la pandemia, especialmente en países pobres o en situación de desarrollo, como es el caso mexicano.

    Suenan exageradas las cifras de gente que no tiene acceso a una alimentación digna del ser humano y suficiente para conservar su salud, pero como dicen, un botón basta de muestra y en Mazatlán lo vemos, en decenas de personas en situación de calle que buscan comida en los recipientes de basura o que acuden a los comedores comunitarios que mantienen asociaciones ciudadanas, como el caso de Cáritas, en los que se asisten diariamente a cientos de personas.

    En la proveeduría de despensas familiares a bajo costo, en situaciones como las que se comentan, también toma especial relevancia la labor que desarrolla el Banco de Alimentos.

    En sentido contrario, la ONU estima que, en el mundo, anualmente se desperdician alrededor de 1000 millones de toneladas de alimentos, representando un problema común de todas las naciones. Para México existe un cálculo anual de 94 kilogramos de alimentos desperdiciados por cada uno de nosotros.

    Si nos sensibilizamos con el hecho de la carencia de alimentos que sufren miles de personas y el desperdicio que hacemos los que tenemos la fortuna de contar con los tres alimentos diarios, podemos coadyuvar en la solución del problema, compartiendo con los más necesitados, parte de nuestra despensa, o por lo menos, colaborando con las organizaciones civiles que mantienen en operación comedores comunitarios. ¡Buenos días!

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