La conciencia ciudadana aumenta. Lo que distingue a la sociedad mexicana es su amplia politización, siendo actualmente una de las más despiertas y politizadas del mundo. Esto va a quedar de manifiesto en las elecciones próximas, las primeras están a la vuelta de la esquina y las del 24 se acercan vertiginosamente. Los ciudadanos se preparan para actuar en consecuencia, con la seriedad que las circunstancias ameritan.

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    Los ciudadanos de este gran país protagonizan una etapa estelar de la historia de México, el inicio de una profunda transformación, de valiosos cambios en las estructuras económicas y políticas, con el fin de alcanzar una vida mejor. Algunos no concebían que el camino democrático fuera posible, ni que se pudiera vencer el corrupto entramado político prianista, que gobernó para poco por más de 30 años, olvidándose por completo de la agenda social. Lo que se ha avanzado en tan corto tiempo es inaudito y esto da certidumbre a los ciudadanos y los entusiasma para forjar un futuro de progreso, que haga realidad la anhelada sociedad de bienestar.

    Algunos no lo perciben o lo niegan interesadamente, pero hoy el País vive un cambio profundo, cuyo motor es lograr el mejoramiento de la ciudadanía, con especial atención a las capas más vulnerables de la sociedad. Los programas sociales actuales en México son alabados en el mundo entero y hasta replicados en algunos países. Esto los ciudadanos lo celebran con entusiasmo, por eso no nos sorprende su manifiesto apoyo a la política del actual régimen, el primero auténticamente democrático en décadas.

    La Oposición obviamente está desesperada y lanza de manera permanente sus campañas de odio, insultos y calumnias contra el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Este tipo de reacciones no se veían en México desde las campañas de odio desatadas en 1913 por los conservadores, en contra del gobierno del Presidente Francisco I. Madero. Desde entonces nunca más se había visto un Presidente tan calumniado como el actual. Todo porque su gobierno favorece a los más pobres y eso no lo tolera la Oposición conservadora, acostumbrada a servirse con la cuchara grande de los bienes de la Nación en su beneficio. Mientras, los desposeídos cargaban con su acendrada pobreza a cuestas, sin que el régimen del pasado los viera sucumbir, sin el mínimo apoyo de esos gobiernos que estaban al servicio de las élites de potentados nacionales y extranjeros.

    Hoy las cosas han cambiado, el actual gobierno ha puesto en marcha una política de bienestar, para los adultos mayores y se apoya a los jóvenes con becas para que estudien y trabajen. Se acabó con la condonación de impuestos a los grandes consorcios y otras prebendas que disfrutaban los potentados.

    El viejo régimen es difícil que vuelva a imperar, porque el pueblo es mucha pieza para que lo permita. Los gobiernos del pasado dejaron una estela de corrupción y atropellos sin fin que la ciudadanía no olvida; por eso afirmamos que es imposible que regrese ese pasado lleno de ignominia. ¿Quién puede olvidar esos latrocinios sin nombre que practicaron en contra de los intereses sociales? El pueblo tiene memoria y no olvida a sus verdugos, por más tiempo que pase, ya que, como es el caso de México, esas heridas aún están frescas y las víctimas empobrecidas aún se cuentan por millones, no hay posibilidad de olvido.

    Por el contrario, la conciencia ciudadana aumenta. Lo que distingue a la sociedad mexicana es su amplia politización, siendo actualmente una de las más despiertas y politizadas del mundo. Esto va a quedar de manifiesto en las elecciones próximas, las primeras están a la vuelta de la esquina y las del 24 se acercan vertiginosamente. Los ciudadanos se preparan para actuar en consecuencia, con la seriedad que las circunstancias ameritan.

    No habrá sorpresas en los procesos electorales próximos, se prevén resultados parecidos a las tendencias en curso. El País cuenta con una ciudadanía consciente de su deber cívico, que no acepta gato por liebre, conoce a profundidad lo que representan cada uno de los partidos políticos actuantes en el País; por lo tanto, utilizarán muy bien su sufragio a la hora de depositarlo en la urna. No votarán por cartuchos quemados, demasiado conocidos y lo que representan sus colores; no se irán, como coloquialmente dice la gente, con la finta; por eso subrayamos: los ciudadanos están conscientes a quién favorecer con su sufragio.

    Las elecciones próximas van a ser una fiesta cívica de los ciudadanos, actores de la consolidación de la transformación de la vida pública nacional, sin cortapisas. Todo para delante, sin titubeos, con firmeza y seguros que son garantes de un futuro cierto en el devenir histórico del país. La ciudadanía tiene conciencia plena de que terminó con los gobiernos ignominiosos del pasado y viene construyendo con pasos firmes un promisorio futuro.

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