Sinaloa aún no está en la bolsa de nadie
¿Un 6 de junio de lecciones y sorpresas?
Prescindiendo de las encuestas que en vez de luz le aportan cortinas de humo a la elección de Gobernador, inclusive descartando la de Arias Consultores que le da ventaja a Mario Zamora Gastélum, en Sinaloa se perfila una votación muy cerrada y tal vez con un desenlace sorpresivo después de muchos meses de que Rubén Rocha Moya fue arriba de la intención del voto producto de una larga precampaña sin competidor enfrente. Nadie sabemos qué es cuando vemos relámpagos cada vez más cerca que anuncian la proximidad de tormentas a veces benignas o quizá ruinosas.
Sea lo que sea, a siete días de los comicios locales luce derrumbada la costumbre al estilo del viejo partido de Estado donde los procesos electorales se ganaban mucho antes de que la gente acudiera a votar. Hoy, en el dictamen intermedio para el régimen de la Cuarta Transformación, asoman lecciones que determinarán nuevos cánones para la actividad política que moderarán entre lo canalla y lo puro. Algo así como la función bisturí del voto para extraer lo maligno y dejar en su lugar lo que la acción social pueda regenerar.
Con todo y la sensación de que la seguridad pública procede a afectarse en la víspera del 6 de junio (el asesinato del director de la Policía Estatal Preventiva, Joel Ernesto Soto y la supuesta amenaza de ataque con el Hospital Ángeles en Culiacán son preludios del miedo), la intención del voto tiende a asentarse con una franja de indecisos que guarda para el último momento el misterio de su preferencia política. Mucho ojo con ese ribete inteligente del cual emanaría el objetivo aleccionador de la democracia.
Algo interesante, y quizás inesperado, expresará la voluntad popular una vez que caiga el último voto. La arenga de Rocha a sus seguidores para que no le salgan con el “domingo siete”, más la apabullante estrategia de medios para que voten todo por Morena, contiene códigos que los electores descifran como preocupación y desespero. En el war room opuesto, el de la alianza Va por Sinaloa, la semana recién concluida activó el optimismo a tal grado que diferentes sectores sociales, seguidores, candidatos, grupos antes fluctuantes y mediciones de comportamiento electoral que le iban al otro bando viraron hacia Zamora Gastélum.
¿Será? Todo indica que el factor dignidad pesará mucho en el voto reflexionado, en contra no de Rocha Moya con un perfil ciudadano incuestionable sino en rechazo a acompañamientos cuya derrota moral se ha enfatizado sobre todo en redes sociales. Hay un parteaguas: el golpe del 21 de mayo que separa la alianza Morena-PAS, propinado por la Sala Superior de Guadalajara del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, podría ser el martillazo de la justicia a un pacto inconcebible desde su origen.
Es decir, la opinión pública está decodificando lo relativo a la elección de Gobernador, presidentes municipales y diputados que integrarán la 64 Legislatura local. Paradójicamente, el bono de esperanza fincado en el combate a la corrupción que en 2018 llevó a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de México, se les regresa como bala perdida a aquellos que en el discurso disparan a discreción la trilogía cuatroteísta de no mentir, no robar y no traicionar mientras en la práctica pisotean esos tres principios fundamentales del amloísmo.
Pues ese voto febril pintado de guinda se va tranquilizando y destiñendo en cuanto la población toma conciencia de los riesgos que el sufragio erróneo trae implícitos. El caso Universidad Autónoma de Sinaloa y el imperturbable modelo de dirección-secuestro, las rabietas de Rocha en el segundo debate organizado por el órgano electoral donde cayó en la provocación hasta de Ricardo Arnulfo Mendoza y cruzó ataques con el pesista, la descalificación a un trabajo de investigación del diario Noroeste que probó que el ex senador evadió hacer completa su declaración patrimonial, así como la soberbia de quien se creyó muy por adelantado gobernador electo, son algunas pistas del desfallecimiento en ciernes de un proyecto político.
En Sinaloa se fragua una nueva exploración de los electores, similar a la del histórico 1 de julio de 2018. Pero con candidatos y partidos que, en circunstancias contrarias, tendrán que pagar o capitalizar los costos de la decepción popular: Morena-PAS cargará con la cuenta de ser gobierno y la alianza injustificable en Sinaloa; PRI-PAN y PRD con todo y la losa de desprestigio que cargan se calan en la encrucijada de representar para muchos el único tronco de salvación que flota en el embravecido río de la desesperanza.
Y por si acaso el estado de cosas requiriera de mayor complejidad, ahí está el fantasma de la violencia que si bien es cierto en Sinaloa enseña apenas las puntas de las armas del crimen organizado, de un momento a otro podría mostrarse (ojalá que no lo haga) con toda la ferocidad que le caracteriza en caso de que el hampa vea que el miedo de antemano sembrado no le alcanza para situar a sus candidatos e intereses en las preferencias electorales.
Si es de arena o de cal,
Se problematizó la predicción,
Y aquí no vale la devoción,
Ni operan bolas de cristal.
Cuando Ricardo Arnulfo Mendoza cierra su campaña como candidato a Gobernador por el Partido Encuentro Social enfundado en un chaleco antibalas, y Mario Zamora Gastélum denuncia que promotores y miembros del equipo de la coalición PRI-PAN y PRD reciben amenazas, la piel de la ya cercana elección experimenta el escalofrío natural derivado del anormal rebasamiento del principio de autoridad en el que redundan algunas tentaciones delictivas que insisten en plantearse como poder de facto, único e inamovible. Como si los electores sinaloenses fuera una masa que lo acepta todo, incluso el amedrentamiento como un candidato más presente en la boleta electoral.