Sinaloa: becas sí, aprendizajes también

02/10/2025 04:02
    Las becas son un alivio necesario, pero no bastan. Para transformar la educación en Sinaloa se requiere sumar escuelas seguras, maestros respaldados y programas que aseguren aprendizajes desde la infancia.

    En Mazatlán, la Presidenta Claudia Sheinbaum compartió cifras que parecen contundentes: 122 mil 85 jóvenes de media superior en Sinaloa reciben la Beca Universal Benito Juárez; 39 mil 308 niñas y niños de básica acceden a apoyos educativos, y 7 mil 700 pequeños de 0 a 4 años son beneficiarios del programa para hijas e hijos de madres trabajadoras. En total, 169 mil 93 estudiantes cuentan con algún respaldo del Bienestar.

    Las cifras impactan a primera vista. Pero al contrastarlas con la realidad educativa de Sinaloa, el brillo se atenúa. De los 609 mil 699 niñas, niños y adolescentes matriculados en escuelas públicas, el 27.7 por ciento recibe una beca; y si ampliamos la mirada al universo total de más de 823 mil niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años que viven en el estado, la proporción es menor: 2 de cada 10 acceden a una beca.

    En media superior, la cobertura parece contundente, 122 mil 085 becas frente a una matrícula de 126 mil 363, es decir un 96.6 por ciento, pero en educación básica (preescolar, primaria y secundaria) apenas llega al 7 por ciento, justo donde más temprano se gesta la exclusión escolar.

    De acuerdo con las evaluaciones de Coneval al Programa de Becas para el Bienestar Benito Juárez de Educación Básica (PBBBJ) las becas reducen el abandono -sobre todo en secundaria- sin embargo, su impacto es menor en los contextos más vulnerables y donde persisten barreras territoriales y de servicios.

    El esfuerzo se concentra en la educación media superior (preparatoria, bachillerato y otras modalidades) el último tramo de la educación obligatoria y también donde el riesgo de abandono es más alto. Ahí las becas cumplen un papel decisivo para que miles de jóvenes no dejen la escuela. Pero para muchos la ayuda llega tarde, porque la exclusión comenzó antes, en primaria y secundaria, cuando no se garantizó plenamente su derecho a aprender. Aulas deterioradas, hogares con carencias y entornos marcados por la violencia.

    Las becas son un apoyo valioso para miles de familia y contribuyen a que más estudiantes permanezcan en la escuela, pero no puede confundirse con una política educativa integral. Una transferencia económica ayuda a cubrir ciertos gastos, pero no sustituye al maestro que falta, no ilumina un aula sin luz, no asegura aprendizajes efectivos ni resuelve la inseguridad que, en el contexto de violencia que atraviesa Sinaloa, marca cada trayecto escolar.

    El verdadero reto es que estos programas estén acompañados de condiciones que hagan posible aprender, escuelas dignas, docentes respaldados, programas de recuperación académica y apoyo socioemocional. Solo así lograremos que niñas, niños y adolescentes no solo estén en la escuela, sino que aprendan de verdad.

    Las becas del bienestar son necesarias pero insuficientes, por lo que es imprescindible ir más allá. Una política que se limite a transferencias monetarias da la ilusión de igualdad, pero no resuelve las causas de la exclusión ni mejoran significativamente los aprendizajes.

    Sinaloa tiene una gran oportunidad, reconocer lo alcanzado y construir sobre ello, con políticas educativas y sociales que operen de manera conjunta y articulada. Como han señalado las evaluaciones de Coneval y del propio programa, conectar las becas con tutorías, transporte educativo y mejoras operativas en la dispersión de recursos puede potenciar su efecto, siempre que se acompañe de escuelas seguras, con docentes presentes y respaldados, infraestructura adecuada y aprendizajes efectivos.

    Ese es el verdadero camino para que ninguna niña y ningún niño quede fuera de la escuela, y para que lo que ocurra dentro de ella sea formador y significativo.