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"OPINIÓN"

"Sobre el parto en agua"

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    El ser humano se desarrolló a partir de animales acuáticos hace 500 millones de años. Hace 85 millones de años aparecieron los primates. Hace 2.5 millones de años, el género Homo. Y hace 300 mil años finalmente llegó el Homo sapiens. Un esfuerzo de varias Eras para salir del mar y poblar la tierra. Pero, ¿será que la evolución nos hará regresar a donde iniciamos o por qué este cambio biológico de nacer ahora en agua? ¿Existen beneficios sobre esta modalidad de nacimiento? ¿Y riesgos?

    Primero, lo teórico. El nacimiento tiene tres fases. La primera, llamada trabajo de parto, es cuando la mamá tiene contracciones para expulsar al bebé. La segunda abarca cuando el bebé nace. Y la tercera cuando sale la placenta. Para decidir si el parto en agua es mejor tenemos que examinar qué beneficios tiene, sobre todo en las primeras dos etapas. 

    Una extensa revisión sistemática que incluye 15 estudios con más de 3 mil 600 mujeres fue publicada la semana pasada (1). Los hallazgos pueden ser decepcionantes para algunos. En el único punto que encontraron una diferencia entre el trabajo de parto en agua en comparación a fuera de ella fue en cuanto al uso de analgesia (la famosa “raquia”). Las mamás que estuvieron en tinas usaron menos medicamento para el dolor. Sin embargo, no hubo menos cesáreas, no hubo menor número de desgarros, no les fue mejor a los bebés en ningún sentido, aunque tampoco hubo ahogados ni eventos adversos graves.

    Hay un detalle que me preocupa. Aunque en los estudios incluidos no hubo mayores percances para los bebés, el tipo de microorganismos a los que se pueden enfrentar bajo el agua es diferente. Aún más si no se tienen protocolos estrictos de drenaje y esterilización de las instalaciones. En octubre del año pasado se publicó el reporte de un bebé que fue hospitalizado en Canadá por sepsis (una infección generalizada). El niño no comía bien, tuvo fiebre alta y desarrolló unas lesiones en la piel. Después de muchos intentos, los médicos lograron aislar a la culpable: una bacteria llamada Legionella pneumophila, que no es una causa común de infecciones en los recién nacidos y que puede proliferar en amibas en el agua. El bebé la había contraído por nacer bajo el agua (2).  

    Estoy de acuerdo en que el parto se ha “medicalizado” y a veces hasta “deshumanizado”. Estoy también de acuerdo con tratar de cambiar las cosas con intervenciones como la técnica canguro que sí tiene beneficios comprobados (de lo cual hablaremos en un futuro). Pero en el caso en particular del parto en agua parece que sus méritos se han sobreestimado. 

    Así que si quisieras probar y tener el trabajo de parto (la primera fase) en el agua para tratar de que duela menos, adelante. Pero en este momento, considero que lo más apropiado es que el periodo expulsivo sea fuera de la tina. Mejor le dejamos el nacimiento subacuático a nuestros inteligentes, pero muy lejanos parientes mamíferos, los delfines. 

     

    1. Cluett ER, Burns E, Cuthbert A. Immersion in water during labour and birth. Cochrane Database of Systematic Reviews 2018, Issue 5. Art. No.: CD000111.

    2. Barton M, et al. Legionellosis following water birth in a hot tub in a Canadian neonate. CMAJ 2017 October 23;189:E1311-3.

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