Sugerencias para mejorar la eficiencia del Gobierno (2)

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    Lo más grave es cuando se cambia de funcionarios públicos para sustituirlos por personas que colaboraron en las campañas o por miembros del partido político triunfador, aunque no tengan capacidad suficiente y sin evaluar el desempeño de los que ya están trabajando, algunas con años de valiosa experiencia.

    Un muy grave defecto del que adolece la administración pública de México es el de que en cada sexenio se procura cambiar todo lo anterior por nuevas políticas, nuevos procedimientos, nuevas dependencias de Gobierno y, desde luego, nuevos y diferentes servidores públicos y todo ello sin evaluar a fondo, y a veces sin evaluación alguna, sobre si están funcionando bien algunos de esos programas, dependencias y funcionarios; de lo que se trata es que todo parezca nuevo y diferente, aunque algunas veces sólo se cambie de nombre a las secretarías o a las funciones gubernamentales. Sin embargo, lo más grave es cuando se cambia de funcionarios públicos para sustituirlos por personas que colaboraron en las campañas o por miembros del partido político triunfador, aunque no tengan capacidad suficiente y sin evaluar el desempeño de los que ya están trabajando, algunas con años de valiosa experiencia.

    Para mejorar la eficiencia del Gobierno se actualizaron o implantaron en el sexenio de Felipe Calderón por la Secretaría de la Función Pública, diversos programas con los que se buscaba tener un mejor gobierno:

    a. El Servicio Civil de Carrera

    b. La Evaluación del Desempeño

    c. El Presupuesto Basado en Resultados (PBR)

    1. El Servicio Civil de Carrera es un instrumento que ya se aplica en otros gobiernos, como el de Inglaterra, el de Chile y el de Estados Unidos.

    Se trata con este programa, no sólo de contar con personal capacitado y con buenos antecedentes de honestidad y deseos de superación, sino de dar continuidad a las actividades que se están realizando y, en todo caso, procurar su mejoramiento y buenos resultados. Se trata de no despedir a las actuales para “poner” a los cuates, los parientes o a cualquier persona a quien se quiera favorecer, sino que se tendrían que sujetar a diversos exámenes y prácticas que demostraran que algún solicitante es mejor que los que ya están.

    El desperdicio de estudios y actividades que actualmente se realizan y de experiencias personales que han tenido un alto costo presupuestario ha sido enorme, pero lo más grave es que cada sexenio se vuelve a empezar de cero lo que ya se tiene en un 50 o 60% de avance, así como la pérdida de experiencia y conocimientos irremplazables.

    Aquí también, “para esto sirve el Servicio Civil de Carrera” que prácticamente ha sido eliminado en la administración pública federal en este sexenio.

    2. Precisamente para saber qué personas están trabajando bien, no sólo que estén cumpliendo con un horario de trabajo, sino que estén haciendo mejor su trabajo, se implantó el Sistema de Evaluación del Desempeño, a través del cuál se califica la eficiencia, el cumplimiento de normas y el logro de resultados; pero no sólo se trata de evaluar resultados de las personas, sino también se evalúa el desempeño de los grupos encargados de los diferentes programas; se evalúa el desempeño de las dependencias administrativas, de las comisiones de trabajo, de las subsecretarías, etc.

    La Secretaría de la Función Pública organizó un tipo de revisión especializada denominada Auditoría del Desempeño que, como se puede apreciar, busca debilidades y deficiencias en el personal y en los procedimientos y programas, para mejorarlos o sustituirlos o bien si estos han sido eficientes y de buenos resultados, llevarlos a otras dependencias a las que les pudiera servir.

    Nunca fue fácil aplicar una auditoría al desempeño porque a nadie le gusta que evalúen su trabajo, pero, además, porque muchas veces, un mal desempeño ocultaba actos de corrupción, de inercia o de indolencia, en perjuicio del buen gobierno.

    3. Aunado a los dos puntos anteriores, la Secretaría de Hacienda, en coordinación con la Secretaría de la Función Pública, gestionaron la implementación del Presupuesto Basado en Resultados, a través del cual se lograba una mejor distribución de los recursos financieros, pues aquellas políticas, programas o actividades que no estaban obteniendo los resultados que se buscaban, se les restringían o se les retiraban los recursos presupuestarios para que se aplicaran ahí donde eran mejor aprovechados, en donde se observaran impactos sociales favorables.

    De esta manera los recursos se iban a donde realmente hubiera beneficio social; en muchas ocasiones la falta de resultados se debía a actos de corrupción que se ponían en evidencia en la evaluación de los resultados finales.

    Las funciones gubernamentales debieran ser cada vez más eficientes, actualizadas y con mejores resultados para la sociedad.

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