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"LA VIDA DE ACUERDO A MÍ"

"Tal vez estamos condenados"

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    alessandra_santamaria@hotmail.com
    @Aless_SaLo

     

    El estado actual de mundo es de lo más contradictorio y confuso. Por una parte, Mattel, la empresa monstruo que todos conocemos por crear juguetes como Barbie y Hot Wheels, está celebrando la inclusividad y diversidad al lanzar al mercado muñecas de “género neutral”, es decir, cuyo sexo e identidad de género no se limitan a los estándares tradicionalmente seguidos o que no son particularmente femeninas y/o masculinas. Por otro lado, la población de Indonesia está siendo amenazada por nuevas leyes impuestas en su país que limitan de manera considerable su libertad. Miles de estudiantes se rebelaron en las últimas semanas contra el nuevo código penal, que criminaliza las relaciones entre personas del mismo sexo, e impondría penas de prisión a aquellas mujeres que aborten fuera de casos de violación, parejas que mantengan relaciones sexuales fuera del matrimonio o insulten al Presidente, así como otras leyes que suavizan las condenas contra los corruptos y que afectan el trabajo y las condiciones de vida de los activistas, los mineros, agricultores y obreros.

    Y ocurrió un milagro. Ayer lunes, el Presidente Joko Widodo ordenó que se retrase la votación para legalizar el código penal y a que se revisen 14 puntos polémicos de la reforma. No obstante, ahí no termina la lucha. La reforma fue pospuesta, no rechazada, y el hecho de que los líderes indonesios la hayan escrito y considerado en primer lugar, es un reflejo de las ideologías venenosas que aterrorizan al mundo como si aún viviéramos en la Edad Media.

    Algunos activistas del país consideran que en Indonesia, la democracia está en peligro. “El país está retrocediendo hacia la era del nuevo orden”.

    Para los millennials, la lucha estudiantil del 68 se nos hace tan lejana. Aunque mi propio padre haya estado vivo y haya demostrado interés en el mensaje de aquellos universitarios, no puedo concebirlo marchando en Tlatelolco como muchos hicieron. Aunque mi misma generación sea parte ahora de una lucha distinta, con motivos ligeramente diferentes y con mis propios ojos la esté percibiendo, no puedo imaginar que, como a nuestros contemporáneos de Indonesia, nos lanzan gas lacrimógeno y persiguen por las calles. Como si exigir libertad de vivir nuestra vida de la forma en que nos plazca y hacer con nuestros cuerpos lo que deseemos, nos hiciera criminales. Como si nos hiciera menos humanas.

    Es una verdadera tristeza ver cómo a nuestro alrededor todo se incendia literal y metafóricamente, y no es que en medio de este caos, lo de Mattel sea un rayo de esperanza. Al final, sigue siendo una empresa cuyos productos son ensamblados en condiciones deplorables, y justamente en países como Indonesia. Pero hubo una época en la que términos como gender fluid (de género fluido) no existían, y las personas que no se sentían del todo cómodas con la presentación y tradiciones de una mujer o de un hombre, vivían en una especie de limbo, sin saber qué eran o por qué se sentían tan diferentes.

    No es que estas nuevas muñecas de Barbie representen una victoria para mí en específico, porque afortunadamente, nunca las necesité. Siempre en mis Barbies una persona parecida a mí, sí no es que más atractivas y estiradas. Pero habrá quienes sí las quieran. Habrá quienes las anhelen y en ellas, encuentren a la aliada o la amiga que no tuvieron cuando les hacía falta.

    Sé que muchos consideran que esta es la mejor época para estar vivo, y que la opinión de los expertos lo avala. Sé que nunca antes vivimos tanto o estuvimos tan bien alimentados; sé que nunca antes tuvimos tantas oportunidades laborales y acceso a la educación; entiendo que como mujer, antes no hubiera tenido los mismos derechos y las mismas aspiraciones de grandeza. Pero a donde sea que volteo, veo injusticia y dolor, y me cuesta creer que nunca antes fuimos tan afortunados.

    Tal vez es cierto; tal vez vivir sí es sufrir. Desde hace meses, siento que mi columna de cada semana se ha vuelto en una carta de súplica para que todo termine de una vez ¿Por qué será que la humanidad está condenada a soportar horror tras horror hasta el final de los tiempos?

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