Tangibles

24/12/2025 04:00
    El pueblo tiene grandes expectativas en el gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Hay certeza de que este país va a dar grandes pasos en la consolidación de su desarrollo económico y en la ampliación de las libertades democráticas

    Nos encontramos despidiendo el año que termina y nos preparamos a recibir el año que comienza con alegría y entusiasmo, como se reciben las buenas nuevas. Si este año dejó buenos saldos en favor del país, esperamos mejoren en el que se inicia el 1º de enero.

    México marcha a buen ritmo en su desarrollo económico. Los problemas se enfrentan con entereza, sin pérdida de tiempo. Esto lo reconocemos porque hay hechos tangibles a la vista. Los ciudadanos de este país se mantienen optimistas, bajo el liderazgo de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, a quien le expresan un gran respaldo en todas sus actividades, porque están ciertos que su liderazgo propicia el progreso de su pueblo y está empeñada en brindarle a éste una vida mejor.

    La unidad que mantiene el pueblo con su Presidenta es indestructible. Esto contrasta con los designios de la oposición, que se muestra muy lejos de ser una opción viable de gobierno, al estar carente de objetivos e ideas de cambio; toda su actividad, lamentablemente, se constriñe a denostar, desde los programas sociales hasta las Leyes que, para transparentar la vida pública y combatir la corrupción, viene impulsando el gobierno de la cuarta transformación; sin plantear alternativas y menos aún tener un proyecto viable de nación, la oposición no plantea más que el retorno del pasado.

    Fuera de su “ruido y pocas nueces”, como dice la gente, la oposición está condenada a rumiar derrota tras derrota electoral. Y es que la ciudadanía advierte una enorme brecha entre lo que viene impulsando el partido gobernante y lo que plantea la oposición, esta última inestable amasiato de los desgastados partidos tradicionales.

    Y es que la oposición no sale de su modelo neoliberal, de las ideas del nada regulado y salvaje libre mercado, que ya llevaron a la práctica durante tres desastrosas décadas y sólo provocaron una enorme pobreza entre los sectores más amplios de la sociedad. Esas recetas, copiadas de la escuela de Chicago y ajenas a la historia y realidad nacionales, ya las conocen los ciudadanos de este país y, si algo tiene la ciudadanía, es memoria. Por fortuna, los electores en la actualidad están muy despiertos y no aceptan esas viejas recetas que sólo enriquecieron, de manera exorbitante, a unos cuantos plutócratas que se creyeron los dueños de México.

    El pueblo está muy despierto y consciente de su realidad, tiene mucha claridad en su futuro y en el rumbo que sigue el país. Su desarrollo no debe perder de vista el bienestar de los sectores sociales y prioritariamente de los que menos tienen. Esa es la brújula que sigue el país para remontar el subdesarrollo y las dolencias sociales que éste conlleva. Construir un país para todos, con progreso, con bienestar y con democracia guía los pasos de las nuevas generaciones de votantes en el país.

    El pueblo tiene grandes expectativas en el gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Hay certeza de que este país va a dar grandes pasos en la consolidación de su desarrollo económico y en la ampliación de las libertades democráticas. Se están construyendo muchos polos de desarrollo a lo largo y ancho del territorio nacional, nada más no hay que aminorar el paso en el impulso de la red de trenes, en la ampliación de puertos, en la limpieza en las aduanas, en la comunicación de los dos océanos por la ruta del Istmo de Tehuantepec; todo está planeado para alcanzar la consolidación.

    Lo habíamos anhelado siempre... pero, a partir de 2018, no hemos dudado en afirmar que llegó la democracia y, junto con ella, la justicia social a este país. Lo empezamos a ver en hechos tangibles, en cambios que, en el reciente pasado, era imposible siquiera imaginar. Hay que seguir avanzando en extirpar dolencias que heredamos del pasado y que deben superarse, tales como devolverles a las familias la seguridad y la sana convivencia en sus entornos rurales o urbanos, en la aplicación de la justicia contra personajes siniestros proclives a trapacerías, en desterrar definitivamente la pobreza, que no tiene razón de ser en un país como el nuestro, rico en recursos naturales y con un pueblo tan laborioso. Por fortuna, en todos los ámbitos de la sociedad empezamos a ver que se están generando cambios significativos.

    Hay entusiasmo, en el seno de la sociedad, por una serie de hechos que muestran fehacientemente que por fin la democracia y la justicia social han empezado a sentar sus reales en esta sociedad mexicana, cada vez más participativa.