Tocar fondo

18/11/2025 04:02
    Masacres, desaparecidos, reclutamiento forzado. Habitamos día a día la Zona de Interés plasmada en la película de Jonathan Glazer. Allí se profundizan los silencios y se normaliza lo inhumano. El resto del País se desangra y desde el poder lanzan hurras. Lejos estamos de haber tocado fondo.

    Un día sí y otro también el horror aparece de manera fugaz en distintos medios de comunicación. Nunca llegó o no fue suficiente el grito de ¡Basta! y la exigencia de un cambio que debió irrumpir hace años desde geografías tan distintas como Acteal, Allende, Cadereyta, Colinas de Santa Fe, Piedras Negras, San Fernando, Tanhuato, Tetelcingo y Tlatlaya, sólo por mencionar algunos.

    El desfonde civilizatorio se asoma de manera cotidiana en el asesinato de menores de edad, la media tonelada de fragmentos óseos rescatados en la Bartolina, los cientos de zapatos fotografiados en Teuchitlán, las miles de fosas clandestinas de las que se extraen cuerpos y bolsas con restos humanos.

    Cada tanto la indignación se ha articulado en torno al EZLN, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, y de manera más fugaz con la masacre a mujeres y niños de la familia LeBaron, la muerte de migrantes en Ciudad Juárez y el campo de reclutamiento forzado y exterminio en el Rancho Izaguirre. Espero que ahora sea distinto con el asesinato de Carlos Manzo en Uruapan.

    Frente a este horror, gobiernos llegan y se van dejando peores infiernos y sin la voluntad política de garantizar su primera obligación, que es con la seguridad, la verdad y la justicia. Sólo crecen las violencias, la impunidad y los vínculos político-criminales. Las cifras son de conflicto armado: medio millón de personas asesinadas y más de 130 mil permanecen desaparecidas. A esto habría que agregar fenómenos desbordados de tortura, trata con fines de explotación sexual, reclutamiento forzado de menores de edad, desplazamiento forzado, tráfico de personas y de órganos, extorsión, cobro de piso y apropiación de tierra y territorio. Después de décadas en que esas violencias crecen, siguen afirmando que la militarización es la solución.

    Ya son demasiados años como para no entender el verdadero significado de frases vacías como: “se abrió una investigación”, “no habrá impunidad”, “caiga quien caiga”. En la realidad nos dicen “dejen de estar chingando, olviden el asunto”.

    Por su parte, una buena parte de los medios dicen “balancear” opiniones cuando en realidad dan lugar a mentiras y propaganda de “analistas” dispuestos a la abyección absoluta, convirtiéndose en parte central de la desmovilización social, la indignación fugaz, la empatía selectiva y las “justificaciones” estadísticas que se vierten con un compromiso con el poder, pero no con la realidad y menos con las víctimas. Obtienen beneficios por ocultar o matizar el dolor.

    Habitamos día a día la Zona de Interés plasmada en la película de Jonathan Glazer. Allí se profundizan los silencios y se normaliza lo inhumano. El resto del País se desangra y desde el poder lanzan hurras. Lejos estamos de haber tocado fondo.