Es lunes, 6:20 de la mañana; Marcelo, mi hijo me despierta. Me levanto para poner agua a calentar para bañarnos; mientras se calienta quito la ropa que tendí ayer. Me baño junto con Marcelo y comienzo a hacer el desayuno mientras pongo más agua para que Julián se bañe; a las 7:00 lo voy a despertar y le dejo preparada su ropa para cuando salga. Desayunamos todos a las 7:30 y en lo que él se va a peinar yo levanto la mesa y termino de arreglar la lonchera de Marcelo y la comida para Julián. Él se va 8:10 en el carro y yo salgo con Marcelo a las 8:25 para alcanzar el camión de las 8:30 y dejarlo en la escuela a tiempo.
Días como estos viven de forma cotidiana las mujeres en México que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares realizada por el INEGI (2022) son ellas quienes dedican 54.3 horas a la semana al trabajo del hogar y de cuidados, mientras que los hombres solo 30.2 horas. Hablar de cómo mujeres y hombres tienen experiencias diferenciadas en el trabajo del hogar y de cuidados es relevante para develar las desigualdades sociales que derivan en desigualdad en las oportunidades de construir un proyecto de vida pleno.
Lo anterior adquiere relevancia cuando se evidencia que del trabajo doméstico que generalmente realizan las mujeres, un 24.9 % del tiempo se dedica a proporcionar cuidados, con un 74.8 por ciento de tiempo de las mujeres frente a un 25.2 por ciento de los hombres. Esto por debajo de las labores de limpieza y mantenimiento que implican un 23.7 por ciento, con una diferencia significativa entre unas y otros, las primeras con un 68.9 por ciento y los segundos con un 31.1 por ciento de acuerdo con los datos de la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México, 2022.
La deuda social del trabajo no remunerado que realizan mayoritariamente las mujeres es histórica pues no solo mantienen el ámbito de lo privado funcionando a través de la reproducción del orden social, sino que abonan al mercado y al sistema capitalista, a través de la producción desde la lógica mercantil.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), el trabajo de cuidados de las mujeres en los hogares representa 27 por ciento del Producto Interno Bruto, lo que significa que, si este trabajo tuviera una remuneración económica estaría por encima de actividades económicas, como la industria manufacturera, el comercio y los servicios educativos.
Premia reconocer el aporte a nivel social y económico del trabajo no remunerado y de cuidados que realizan las mujeres, para condiciones más justas e igualitarias para todas las personas. Este reconocimiento debería estar acompañado de políticas públicas que también den cuenta de que las mujeres han salido al espacio público a integrarse a la dinámica de trabajo remunerado, pero los hombres no necesariamente se han corresponsabilizado con las labores del espacio privado, por lo que para ellas, la conciliación de trabajo, familia u ocio es más difícil de lograr y, por lo tanto, las oportunidades no solo para romper el techo de cristal, sino para dedicar su tiempo al descanso y al goce se vuelven casi nulas en las vidas de las mujeres.
En el marco del Día Internacional del Trabajo Doméstico, reivindicar la concepción de las labores del hogar de cuidados como trabajo es romper esa deuda que, con acciones puntuales desde el Estado abren el espacio para un cambio de narrativa que se traduzca en acciones concretas que permitan una vida más justa, más libre y autónoma para quienes históricamente no han tenido esa posibilidad.
* La autora Claudia García es analista de Gestión Institucional y del Conocimiento en @FundarMexico y Karen Valadez es nuestra oficial de género.
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