Salvador Gómez Herrera y Osiel Cárdenas Guillén eran grandes amigos. Juntos habían hecho la hazaña de apoderarse del liderazgo del Cártel del Golfo después de los arrestos de Juan García Ábrego y Óscar Malherbe de León, a pesar de que otros actores como Hugo Baldomero Medina Garza se encontraban en mejor posición. Sin embargo, al final ganaron la guerra y en 1998, cuando todo parecía haber llegado a buen término, el segundo traicionó al primero.
Osiel Cárdenas le pidió a Salvador Gómez encontrarse en Matamoros. Cárdenas llegó acompañado por Arturo Guzmán Decena, su guardaespaldas y fundador de los Zetas, quien asesinó a Gómez, garantizando con ello que el liderazgo del Cártel del Golfo, que hasta ese momento había sido compartido, ahora recayera sólo en Osiel, a quien este suceso le valió recibir a perpetuidad el alias del “Mata amigos”.
Más adelante Osiel traicionaría a los propios Zetas, entregando información de sus actividades al Gobierno de los Estados Unidos a cambio de beneficios judiciales en su condena, lo que propició el rompimiento de los mismos con el Cártel del Golfo, aunque ello a su vez comenzaría una espiral de traiciones al interior de los Zetas que propiciaría su desaparición como organización y el nacimiento de varias células que la sustituyeron.
Esta anécdota nos reafirma el hecho de que la historia del narcotráfico en México está plagada de traiciones. De hecho, las traiciones en cierta medida han moldeado la trayectoria de las organizaciones criminales más relevantes del país y pueden explicar el auge y caída de algunas de ellas, el surgimiento de nuevas, las rivalidades añejas entre narcos o el encumbramiento y desplome de los grandes capos.
Todas las organizaciones criminales han vivido traiciones importantes y los primeros antecedentes los encontramos prácticamente desde el surgimiento de las primeras bandas documentadas en México.
Las traiciones fueron uno de los motores que permitió la consolidación del primer entramado criminal complejo en México, el Cártel de Guadalajara o la Federación, cuyas cabezas eran Miguel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, el cual en estricto sentido no era una organización totalmente vertical, sino un acuerdo de reparto de territorios y plazas que permitía controlar el suministro de drogas a los Estados Unidos y generar ganancias para las células que participan del esquema.
Sin embargo, algunos de los líderes criminales con peso regional que colaboraron con el Cártel de Guadalajara, terminaron siendo desplazados. Un claro ejemplo fue Pablo Acosta Villarreal “El Zorro de Ojinaga”, quien controlaba desde Ojinaga hasta Ciudad Juárez, y dio cabida a dos emisarios del Cártel de Guadalajara, Rafael Aguilar Guajardo y Amado Carrillo Fuentes (sobrino de Ernesto Fonseca Carrillo), quienes con el tiempo comenzaron a disputarle el control de Ciudad Juárez y, a su muerte en 1987, su lugar fue ocupado primero por Rafael Aguilar. Sin embargo, años después, en 1993, Amado Carrillo ordenó la ejecución de este último en Cancún, quedándose con esa plaza que en el futuro sería la base del Cártel de Juárez.
El propio líder y fundador del Cártel de Guadalajara, Miguel Félix Gallardo, al ser arrestado en 1989, vio como el reparto de territorios fue irrespetado por algunos de los jefes regionales, como los hermanos Arellano Félix, que fundaron el Cártel de Tijuana con sede en Baja California, o por Ismael “El Mayo” Zambada, Joaquín “El Chapo” Guzmán y Héctor “El Güero” Palma, que en conjunto fundaron lo que hoy conocemos como el Cártel de Sinaloa. Pero a su vez, estas dos organizaciones comenzaron a pelear entre ellas, siendo los episodios más paradigmáticos el asesinato de los hijos del Güero Palma, el intento de asesinato de los Arellano en la discoteca Christine en Puerto Vallarta, el intento de asesinato del Chapo Guzmán en el Aeropuerto de Guadalajara, que por error costó la vida del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y la muerte de Ramón Arellano, cuando éste fue a intentar asesinar al Mayo Zambada en Mazatlán.
En la historia del propio Cártel de Sinaloa podemos encontrar muchas traiciones relevantes. Por ejemplo, en 2008 fue arrestado Alfredo Beltrán Leyva uno de los principales operadores de la organización, lo cual provocó una gran ruptura, porque su hermano Arturo acusó al Chapo Guzmán y al Mayo Zambada de haberlo entregado, lo que originó la fundación de la organización de los Beltrán Leyva, que luego se rompería en más facciones a la muerte de Arturo, donde la más relevante fue la encabezada por Édgar Valdez Villarreal “La Barbie”.
De manera similar, cuando en 2010 fue abatido por las autoridades Ignacio Coronel Villarreal, de nueva cuenta hubo quienes acusaron al Chapo y al Mayo de haber filtrado su ubicación para causar su muerte. El asesinato de Coronel, combinado con el arresto de Óscar Nava Valencia, jefe del Cártel del Milenio y socio del primero, propició reacomodos en esta última organización, que generaría el nacimiento del Cártel Jalisco Nueva Generación, bajo el mando de Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”, que en un principio fue aliado del Cártel de Sinaloa, pero que después se constituiría en su gran rival.
Las traiciones alcalizarían a los líderes máximos del Cártel de Sinaloa años más tarde, ya que cuando el Chapo fue arrestado de nueva cuenta en 2016, el liderazgo recayó en forma conjunta en Ismael “El Mayo” Zambada y en los hijos del Chapo -Iván Archivaldo, Ovidio, Alfredo y Joaquín- a los cuales se les conoce como “Los Chapitos”. En ese contexto, la mano derecha de Joaquín Guzmán Loera, Dámaso López Núñez “El Licenciado”, y su hijo, Dámaso López Serrano “El Mini Lic”, buscaron despojar infructuosamente a los Chapitos de su posición, y aunque el liderazgo bicéfalo de la organización entre el Mayo y los Chapitos funcionó algunos años, no sin tensiones de por medio, en 2024, mediante engaños, Ismael “El Mayo” Zambada fue secuestrado por los Chapitos y entregado a los Estados Unidos, lo cual desató una guerra abierta entre las familias Guzmán y Zambada que permanece hasta la fecha.
Al final, la ambición de quienes conforman estas organizaciones ha sido el motor detrás de las traiciones, el hambre de tener una tajada mayor, que a veces funciona como en el caso de Osiel Cárdenas Guillén o en ocasiones propicia el resquebrajamiento de una organización, como hoy le pasa al Cártel de Sinaloa. Pero lo que es un hecho es que gran parte de las traiciones ha sido detonante de la violencia en México y por ello resulta conveniente su estudio.
* Víctor Manuel Sánchez Valdés (@victorsanval) es profesor investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila, especialista en seguridad pública y doctor en políticas públicas por el CIDE. Correo de contacto: victorsanval@gmail.com.