Un año y contando...

14/09/2025 04:01
    Durante el correr del fatídico año, a la fecha se tiene el registro promedio de seis desaparecidos diariamente. Gente de todas las edades que de un momento a otro, su presencia física se hunde en el terreno de la incertidumbre y cuyo destino final, en la mayoría de los casos, es la desaparición definitiva, el reclutamiento de sangre nueva para los bandos en pugna o para la prostitución y algunas otras, para servir como objeto de cambio que genere dinero para cualquiera de los dos bandos en guerra. Y ante ello, el gobernador sale a decir, que lo mismo sucede en otras latitudes.

    El 9 de septiembre de 2024 ha quedado registrado en la historia local como la fecha en la que estalló una guerra cruenta entre las fracciones del crimen organizado de mayor presencia entre nosotros, los que hasta antes de esa fecha, durante muchos años habían aprendido a convivir sin perjudicar a la población, salvo en casos aislados.

    De la referida data a la fecha ha transcurrido un año para el olvido en el territorio sinaloense; largo calendario de feroz pugna entre los dos bandos dominantes de la delincuencia organizada en nuestro estado, que hasta antes de la traición cometido por uno de ellos, coexistían sin consecuencias para la población, bajo una endeble paz, presuntamente negociada por el propio gobierno. Presunción que se desprende de una declaración atribuida al gobernador sinaloense en ese sentido, publicada en el periódico El Universal el 12 de agosto del 2024.

    Pero como tiempos traen tiempos, sucedió que se dio la sorpresiva traición al “Mayo” Zambada y los puntales que sostenían la aparente paz que se vivía en Sinaloa, cayó estrepitosamente; luego entonces se soltaron los demonios a pesar del ecuánime y acertado llamado que desde su reclusión hizo Ismael Zambada para que no se desatara la violencia entre los grupos hoy en conflicto.

    A lo largo de 365 días, lo cotidiano son los balazos, los muertos, los desaparecidos, los atracos, a pesar de la presencia de miles de elementos policiacos y de las Fuerzas Armadas. La cuenta sangrienta oficial ronda ya los 2 mil difuntos, entre los cuales, hay decenas de víctimas colaterales que pagaron con su vida la irresponsabilidad de un gobierno dirigido por actores que no tuvieron empacho en comprometer la seguridad de la ciudadanía, pactando arreglos políticos con las partes hoy en conflicto. Consecuencias de una realidad negada insistentemente por el gobernador, para el cual, sus opositores alientan la percepción de inseguridad.

    Durante el correr del fatídico año, a la fecha se tiene el registro promedio de seis desaparecidos diariamente. Gente de todas las edades que de un momento a otro, su presencia física se hunde en el terreno de la incertidumbre y cuyo destino final, en la mayoría de los casos, es la desaparición definitiva, el reclutamiento de sangre nueva para los bandos en pugna o para la prostitución y algunas otras, para servir como objeto de cambio que genere dinero para cualquiera de los dos bandos en guerra. Y ante ello, el gobernador sale a decir, que lo mismo sucede en otras latitudes.

    Patrimonios perdidos, fuentes de empleo cerradas, migraciones voluntarias de ciudadanos movidos por el temor hacia otras entidades de la República, son la numeralia de una guerra intestina que ha exhibido la incapacidad gubernamental para enfrentarla, pero lo peor, es que a los niños y a los jóvenes se les ha arrebatado el solaz necesario para su crecimiento integral y la tranquilidad necesaria para su desarrollo escolar. Esa deuda no la paga Rocha ni volviendo a nacer.

    Un año y contando y ahora, cantando, gracias a la pusilanimidad del Gobernador Rocha Moya, quien sin respetar el luto y la intranquilidad social, ha armado un dispendioso espectáculo artístico, para demostrarle al mundo que en Sinaloa, no pasa nada. Qué poca... ¡Buen día!