Un respiro inesperado: oxigenarse por el otro extremo

07/12/2025 04:02
    La ciencia de la “respiración por el trasero” es un recordatorio de que las soluciones a nuestros problemas más complejos a veces provienen de los lugares más inesperados

    Si alguien te dijera que la próxima frontera de la medicina de emergencia se encuentra en la retaguardia de la anatomía humana, probablemente pensarías que es una broma. De hecho, cuando el doctor Takanori Takebe y sus colegas presentaron su investigación sobre la capacidad de los mamíferos para absorber oxígeno a través del recto, el mundo científico reaccionó con una mezcla de incredulidad y risa nerviosa. No es casualidad que este trabajo fuera galardonado con el Premio Ig Nobel de Fisiología, un honor reservado para aquella ciencia que “primero te hace reír, y luego te hace pensar”. Pero detrás de los titulares sensacionalistas sobre “respirar por el trasero”, se esconde un descubrimiento fisiológico que podría salvar vidas cuando los pulmones fallan.

    La historia no comienza en un hospital de alta tecnología, sino en el fango. En el mundo acuático, la respiración no pulmonar no es una novedad. Las lochas (peces de la familia Cobitidae) y los pepinos de mar son maestros de la supervivencia en aguas con poco oxígeno. Cuando el ambiente se vuelve hostil, estos organismos activan un mecanismo de respaldo: la respiración intestinal. Absorben oxígeno a través del revestimiento de sus intestinos, una estrategia evolutiva brillante que les permite sobrevivir donde otros perecen.

    Fue esta peculiaridad biológica la que encendió la bombilla en la mente del doctor Takebe durante los momentos más oscuros de la pandemia de Covid-19. Mientras el mundo enfrentaba una escasez crítica de ventiladores mecánicos y veía a miles de pacientes luchar por cada bocanada de aire, Takebe se hizo una pregunta radical: Si los peces pueden hacerlo, ¿podríamos nosotros?

    La anatomía humana nos da una pista a favor. El recto está revestido por una membrana mucosa fina y extremadamente vascularizada; es por esta misma razón que los supositorios funcionan tan bien para administrar medicamentos rápidamente al torrente sanguíneo. Sin embargo, la administración de oxígeno gaseoso directo irritaba peligrosamente el intestino en las primeras pruebas con ratones. Se necesitaba un vehículo más suave, algo que pudiera transportar oxígeno sin dañar el tejido.

    La solución llegó en forma de perfluorocarburos (PFC), líquidos sintéticos con una capacidad casi mágica para disolver grandes cantidades de oxígeno y dióxido de carbono. Estos líquidos, que ya se usan en aplicaciones médicas oculares y pulmonares, permitieron a los investigadores desarrollar la técnica conocida como EVA (Enteral Ventilation via Anus, o Ventilación Enteral vía Ano).

    En los laboratorios de la Universidad Médica y Dental de Tokio y el Hospital Infantil de Cincinnati, el equipo puso a prueba su teoría. Sometieron a cerdos y roedores a condiciones letales de bajo oxígeno. Sin intervención, los animales colapsaban rápidamente. Pero al administrar el líquido oxigenado por vía rectal, ocurrió algo asombroso.

    Takebe recuerda vívidamente el momento en que observó la sangre de los cerdos. Bajo condiciones de hipoxia severa, la sangre arterial se torna de un color oscuro, casi fangoso. Sin embargo, tras iniciar la ventilación enteral, la sangre recuperó su brillo rojo rubí, señal inequívoca de que el oxígeno estaba llegando al sistema circulatorio. Los animales no solo sobrevivieron más tiempo, sino que recuperaron color y actividad. El intestino estaba actuando, efectivamente, como un segundo pulmón.

    Recientemente, la ciencia ha dado el salto de la teoría animal a la realidad humana. Los primeros ensayos de fase 1 en voluntarios humanos han demostrado que el procedimiento es seguro y tolerable. Aunque todavía no estamos en la etapa de usar esto en las salas de emergencia de manera rutinaria, los datos sugieren que la absorción de oxígeno es real.

    Nadie sugiere que dejemos de usar nuestros pulmones o que la ventilación enteral reemplace la respiración normal. La visión es mucho más pragmática y urgente: crear un “puente” de vida. Imagina un escenario de emergencia donde un paciente tiene las vías respiratorias bloqueadas, o una situación de desastre donde no hay suficientes ventiladores. La técnica EVA podría proporcionar esos 15 o 30 minutos cruciales de oxigenación extra necesarios para estabilizar al paciente o trasladarlo a una unidad de cuidados intensivos.

    La ciencia de la “respiración por el trasero” es un recordatorio de que las soluciones a nuestros problemas más complejos a veces provienen de los lugares más inesperados. Al mirar más allá de nuestros prejuicios y observar cómo la naturaleza resuelve problemas en el fango de un estanque, podríamos haber encontrado una herramienta vital para la medicina del futuro. Lo que comenzó como una curiosidad biológica digna de una risa, hoy se perfila como una esperanza seria para cuando el aire nos falte.