¿Un testimonio pionero? (5)

Wikipedia._ Pero cuando tuvo tiempo de reflexionar, y vio lo que había en la suerte, comenzó a golpearse el pecho y a lamentarse de su elección, olvidando la proclamación del profeta; porque, en vez de echarse la culpa de su desgracia, acusaba al azar y a los dioses, antes que a sí mismo. En una vida anterior había vivido en un estado bien ordenado, pero su virtud era sólo cuestión de hábito, y no tenía filosofía.

Y era cierto que otros que fueron alcanzados de manera similar, que la mayor parte de ellos venían del cielo y, por lo tanto, nunca habían sido instruidos por la prueba, mientras que los peregrinos que venían de la tierra habiendo sufrido ellos mismos y visto sufrir a otros, no tenían prisa de elegir. Y por esta inexperiencia de ellos, y también porque la suerte era azarosa, muchas de las almas trocaron un buen destino por un mal o un mal por un bien.

Porque si un hombre, al llegar a este mundo, se hubiera dedicado siempre desde el principio a la sana filosofía, y hubiera sido moderadamente afortunado en el número de la suerte, podría, como informó el mensajero, ser feliz aquí, y también su viaje a otra vida y volver a esta, en lugar de ser áspero y subterráneo, sería suave y celestial. Lo más curioso, dijo, era el espectáculo: triste, risible y extraño; porque la elección de las almas se basó en la mayoría de los casos en su experiencia de una vida anterior.

Allí vio el alma que una vez había sido Orfeo eligiendo la vida de un cisne por enemistad con la raza de las mujeres, odiando nacer de una mujer porque habían sido sus asesinos; vio también el alma de Thamyras eligiendo la vida de un ruiseñor; pájaros, en cambio, como el cisne y otros músicos, queriendo ser hombres.

El alma que obtuvo la vigésima suerte escogió la vida de un león, y esta fue el alma de Áyax hijo de Telamón, que no quiso ser hombre, acordándose de la injusticia que se le hizo en el juicio de las armas. El siguiente fue Agamenón, que quitó la vida a un águila porque, como Áyax, odiaba la naturaleza humana a causa de sus sufrimientos.

Alrededor del medio vino el lote de Atalanta; ella, viendo la gran fama de un atleta, no pudo resistir la tentación: y tras ella siguió el alma de Epeus, el hijo de Panopeus, pasando a la naturaleza de una mujer astuta en las artes; y lejos, entre los últimos que eligieron, el alma del bufón Tersites tomaba la forma de un mono.

Llegó también el alma de Odiseo que aún no había hecho una elección. El recuerdo de trabajos anteriores lo había desencantado de la ambición, y anduvo durante un tiempo considerable en busca de la vida de un hombre privado que no tenía preocupaciones; tuvo alguna dificultad para encontrar esto, que estaba tirado por ahí y que todos los demás habían olvidado; y cuando lo vio, dijo que él hubiera hecho lo mismo si su suerte hubiera sido la primera en lugar de la última, y que estaba encantado de tenerla.

Y no sólo los hombres pasaron a ser animales, sino que también debo mencionar que había animales domesticados y salvajes que se transformaban unos en otros y en las correspondientes naturalezas humanas: el bueno en manso y el malo en salvaje, en todo tipo de combinaciones.

Todas las almas habían elegido ahora sus vidas, y fueron en el orden de su elección a Lachesis, quien envió con ellas al genio que habían elegido por separado, para ser el guardián de sus vidas y el cumplidor de la elección: este genio condujo las almas primero a Cloto, y las atrajo dentro de la revolución del huso impulsada por su mano, ratificando así el destino de cada uno; y luego, cuando estuvieron atados a esto, los llevó a Atropos, quien hilaba los hilos y los hacía irreversibles, de donde sin volverse pasaron bajo el trono de la Necesidad; y cuando hubieron pasado todos, marcharon bajo un calor abrasador hacia la llanura del Olvido, que era un yermo desprovisto de árboles y verdor; y luego, hacia el anochecer, acamparon junto al río de la Inconsciencia, cuyas aguas no puede contener ninguna embarcación; de esto todos estaban obligados a beber cierta cantidad, y los que no se salvaron por la sabiduría bebieron más de lo necesario; y cada uno al beber se olvidaba de todas las cosas.

Ahora, después de que se fueron a descansar, alrededor de la mitad de la noche hubo una tormenta y un terremoto, y luego, en un instante, fueron impulsados hacia arriba en todo tipo de formas hacia su nacimiento, como estrellas fugaces. A él mismo se le impidió beber el agua. Pero de qué manera o por qué medio regresó al cuerpo, no podía decirlo; sólo que, por la mañana, al despertarse de repente, se encontró tendido en la pira.

Y así, Glaucón, la historia se ha salvado y no ha perecido, y nos salvará si somos obedientes a la palabra dicha; y pasaremos seguros sobre el río del Olvido y nuestra alma no será contaminada. Por tanto, mi consejo es que nos aferremos siempre al camino celestial y sigamos siempre la justicia y la virtud, considerando que el alma es inmortal y capaz de sufrir toda clase de bien y toda clase de mal.

Así viviremos queridos los unos para los otros y para los dioses, tanto mientras permanezcamos aquí como cuando, como vencedores en los juegos que van a recoger regalos, recibamos nuestra recompensa. Y nos irá bien tanto en esta vida como en la peregrinación de mil años que venimos describiendo.