Cuauhtémoc Celaya Corella
Las buenas noticias, Inge, no siempre tienen la cobertura que merecen. Con ello se priva a la sociedad de conocer acciones positivas en muchos campos del hacer humano, que no pintan, es cierto en una comunidad como Culiacán, siempre atacada por las notas de violencia y de delincuencia que son tan comunes, que parecieran que desde hace mucho tiempo, ni nos asombran, ni nos mueven a expresar criterios de enfado o de reclamo. Como dijera un bolero en la plazuela, son el “pan” de cada día.
Los últimos gobiernos, pareciera que han competido para ver en cuál de ellos, se tiene la mayor estadística en feminicidios, desaparecidos, homicidios y otros delitos que cubren páginas y páginas escritas en prensa. Con ello se informa lo incapaz que es el sistema de seguridad, lo deficientes que son quienes tienen la responsabilidad de la seguridad, y cómo la impunidad se pasea en el campo de la sociedad. Desde aquel jefe policíaco que dijo “son rachitas” en los ochentas, hasta la frase “es normal” que un Gobernador exclamó cuando se le cuestionó al respecto.
El País, y me atrevo a pensar que el mundo, así concibe a Sinaloa. Por eso, una buena noticia es como una buena obra pública o una buena actividad productiva, limpian en mucho, todo ese cochambre que la delincuencia, el bajo nivel cultural de ciertos sectores y la ambición de muchos, le han dado, no de manera justa, al esfuerzo por querer construir una sociedad, con sentido social y equilibrada en muchas de sus actividades.
Y la buena noticia, a muchos, pero a mí en lo particular, me entusiasma por ser parte de la comunidad universitaria, en dos instituciones de prosapia académica fundamentada, que veo con una gran esperanza, que triunfos como éste, se convierta para la nueva generación, en un “sí se puede” si hay propósito y entusiasmo para buscar las oportunidades. Resulta que Harvard, la prestigiada Harvard, reconoció a través de su Centro de Investigación de Salud Pública y Medio Ambiente Global, seleccionando de entre 300 trabajos de investigación, a tres de ellos, distinguiendo a la Universidad Autónoma de Sinaloa con el trabajo de investigación de Ignacio Contreras Andrade denominado Biorrefinería de Jatropha Curcas. Dicho trabajo fue desarrollado por el Cuerpo Académico de Bioenergía.
Sin duda un mérito enorme, que le da brillo a la UAS y al estado sinaloense todo, porque demuestra que en la sociedad se procrean científicos que están a la altura de otros en el mundo, y que renombran lo que se hace y se invierte, en el campo de la investigación.
¿Cuál es, Inge el desánimo que esto trae aparejado? Que el gobierno no voltea a ver el laurel ganado en el campo del saber, que no aprovecha para becar y premiar los esfuerzos, que se enreda en otras cosas, a veces sin sustento político, económico o social, y deja de lado un triunfo, que en un País de primer mundo, fuera ejemplo y orgullo social. Qué lástima que en México, y en Sinaloa también, no se pongan de moda el estudio, el saber, la investigación y la intelectualidad, y se le vea como algo ajeno al interés de la sociedad.
Triunfos como éste, tienen una vida efímera en todos lados. Vive más la nota de un cantante de banda atacado con armas de fuego al salir de un concierto, o la fisura de cartílagos de un futbolista extranjero en el partido de fin de semana, que el grandioso mérito de un integrante de la comunidad universitaria. Esa es nuestra pobreza. Los escándalos políticos son alimento en mesas mañaneras y en reuniones, y no “los abrazos que me dan mis hermanos” como reza el poema de Alberto Cortés.
Pero ahí está la evidencia. Y hay que publicarla y darla a conocer, así callen las autoridades, y la misma Universidad. El semillero del intelecto joven sinaloense, a diario abona la fértil inteligencia de quienes, sobre la masa, sobresalen en las artes, el deporte, la profesión, la cultura, las letras y las otras ramas de las bellas artes. Que así lo canten los ángeles sinaloenses del cielo, que necesitados estamos de lo bueno.
Ese es el camino para evitar lo que de diario se nos restriega en la cara. ¿Qué esperan gobierno y entidades sociales para echar las campanas al vuelo? Es un abono ético a lo que sin pudor, la prensa y los medios publican. Me hace recordar a la autora estadounidense Susan Sontag, quien es su ensayo Ante el dolor de los demás, subraya la falta de moral y de pudor periodístico de los medios, al publicar las consecuencias de hechos ilícitos que terminan en asesinatos y muertes de quienes, aún con el peso de la culpa, son exhibidos en fotos que lesionan sentimientos de sus consanguíneos. Si supieran el daño que les causan, no lo hicieran, pero mueve más el morbo que el respeto.
La nota rápida: el día primero, el gobierno a través de su Secretario de Hacienda, golpea de nuevo al mexicano al incrementar el precio de los combustibles. Bienvenida mayor pobreza, eres consecuencia de la incompetencia política de quienes gobiernan.
