Una persona proveniente de Tierra Santa subrayó que, hoy, nosotros debemos responder de parte de quién estamos y qué elegimos: ‘la rebelión o la mansedumbre, las armas o el testimonio, el poder humano o la fuerza silenciosa de la pequeña semilla, el poder del mundo o el del Espíritu’, pues parece ser que la violencia es nuestro único lenguaje, mientras que de justicia y perdón casi no se habla.

    rfonseca@noroeste.com / rodifo54@hotmail.com

    Fue impactante escuchar los angustiantes testimonios de personas de todo el mundo que sufren los estragos de la guerra, el pasado Viernes Santo durante el tradicional Vía Crucis desde el Coliseo de Roma, el cual llevó por lema: “Voces de paz en tiempos de guerra”, para pedir que cesen las injusticias, dolores, odios, sufrimientos y todo lo que flagela y lastima a la dignidad humana, en este mundo sacudido continuamente por una violencia sin sentido.

    Este año, por la onda fría que sacude a Europa, no fue posible que el Papa Francisco presidiera el Vía Crucis, ya que apenas se recupera del padecimiento pulmonar que lo hizo guardar reposo los días anteriores, en el Policlínico Universitario de la Fundación Agustín Gemelli.

    En la primera estación, “Jesús es condenado a muerte”, se recordó la escena en que Pilato preguntó a los judíos a quién querían que liberara, si a Barrabás o a Jesús. En la reflexión, una persona proveniente de Tierra Santa subrayó que, hoy, nosotros debemos responder de parte de quién estamos y qué elegimos: “la rebelión o la mansedumbre, las armas o el testimonio, el poder humano o la fuerza silenciosa de la pequeña semilla, el poder del mundo o el del Espíritu”, pues parece ser que la violencia es nuestro único lenguaje, mientras que de justicia y perdón casi no se habla.

    En la segunda estación, “Jesús es cargado con la cruz, un inmigrante de África Occidental narró la odisea que pasó al embarcarse para huir de la guerra; cómo atravesó el desierto entre autos quemados, tanques de agua vacíos y cadáveres. Hasta la sexta ocasión en que se embarcó pudo llegar a Malta y preguntaba a Dios: “¿por qué los hombres como nosotros deberían considerarnos enemigos?”

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