Y el lunes ¿nuestra Narnia estará allí?
Vayamos a defenderla, no a destruirla

OBSERVATORIO
    La utilidad del Festival del Globo debe ser la de abrir el campo de contemplación más allá de esa parte que huye traviesa del embalse de la Sanalona. La desforestación indiscriminada que provoca la oferta de lotes y casas, el cultivo de maguey, la voraz mancha inmobiliaria que ya tiene compradas hectáreas y hectáreas de suelo parejo o laderas de cerros, significan la denuncia del entorno y el correspondiente cotejo de negligencias y apatías.

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    A contrapelo de las posturas de ciudadanos y organismos pro ambientalistas, el Gobierno de Culiacán realizará los días 29 y 30 de abril el Festival del Globo sobre una de las franjas de suelo que derivan del vaso de la presa Sanalona, por cierto ya intervenida por la misma naturaleza que a veces la esconde y otras la visibiliza ante la acción e invasión humanas. Más que un tema de ecología, parece ser el experimento social para estudiar a los culiacanenses y la capacidad de interactuar civilizadamente con ecosistemas vírgenes.

    Está bien que retemos esa costumbre de afectarlo todo para ver si es cierto que ya cambiamos el modo de hacernos pasar por ciegos y sordos. A los días de que alguien mostró en redes sociales la ostentosa perfección del Narnia culichi aparecieron los devastadores con sus vehículos a echar a perder la escena y alterar la antes armoniosa convivencia entre flora y fauna. A partir del sábado conoceremos si evolucionamos un poco en la capacidad de convivir con santuarios orgánicos, o bien los alteramos con la lúdica mentalidad predadora.

    El Alcalde de Culiacán, Juan de Dios Gámez Mendívil, está colocado frente a la colosal tarea de que el evento sea un éxito y sin alterar un ápice la naturaleza del espacio al acudirán, según se estima, 80 mil personas y los correspondientes medios de transporte de éstas. La logística de organización y control de masas parece la adecuada y la innovación de los modos de entretenimiento constituye en sí una aventura. El Festival del Globo es una buena idea, sin duda, aunque depende de los asistentes que sea una excelente experiencia.

    Existe la curiosidad por asistir y ojalá que predomine también la conciencia por divertirse sin que la biósfera sufra consecuencias atroces. En realidad, el terreno en que se montará la creativa instalación municipal con motivo de la celebración del Día del Niño representa el examen de grado para quienes habitamos esta pequeña parte del planeta recién conquistada, bautizada como Narnia en alusión a las crónicas de fantasía donde Clive Staples Lewis nos presenta un mundo imaginario fundado en el universal ensueño paradisiaco.

    Lo que estará a prueba es la inclusión colectiva en tareas de sustentabilidad a partir de una coyuntura de esparcimiento que no es de largo aliento ni el único paraje aún no intervenido por la mano del hombre con que cuenta Sinaloa. La fascinación es lo novedoso, aunque transite veloz hacia el desencanto por los deterioros que vienen junto con los seducidos por paisajes nunca antes profanados. Ojalá que los niños nos enseñen a preservar sitios que más allá de la belleza simbolizan la encrucijada de defenderlos.

    Por supuesto que el ribete de tierra que cuando no hay lluvias escapa del embalse de la presa en vez de provocarnos alucinaciones quiméricas lo primero que logra en el visitante es la toma de conciencia de lo mucho que contribuimos al deterioro del hábitat. Nuestra Narnia es tan efímera como inclemente si la extrapolamos de su belleza, por ejemplo, a la devastación forestal que resalta en gran parte de la carretera de Culiacán a Imala.

    La utilidad del Festival del Globo debe ser la de abrir el campo de contemplación más allá de esa parte que huye traviesa del embalse de la Sanalona. La desforestación indiscriminada que provoca la oferta de lotes y casas, el cultivo de maguey, la voraz mancha inmobiliaria que ya tiene compradas hectáreas y hectáreas de suelo parejo o laderas de cerros, significan la denuncia del entorno y el correspondiente cotejo de negligencias y apatías.

    ¿Qué les estamos aportando como futuro a esos niños que llevaremos a pasear a Narnia? Buena pregunta para las autoridades federales, estatales y municipales que a través de las instancias de protección al medio ambiente debieran frenar la voraz pérdida de áreas verdes. Antes los culiacanenses íbamos a Imala dispuestos a disfrutar el bosque, respirar aire puro; hoy el paisaje sólo nos ofrece cerros pelones, el calentamiento que deriva de la tala cruel, absurda, y el mal presagio que aniquila los mañanas. Qué tanto nos falta para que el nuevo edén nos recrimine el rastro destructor que dejamos.

    La Narnia de Culiacán puede lograr el prodigio de ponernos a reflexionar sobre qué destino espera a las nuevas generaciones. De la muchedumbre o el ser solitario que emerge de la nada, así como el sol surge desde las aguas contenidas de la presa, brotará el grito a los cuatro vientos, de manera un tanto tardía, que interrogue si estamos conscientes y somos sensatos al ir por esta recién conquistada porción del paraíso.

    Esperemos, pues, que una vez que acabe la fiesta del globo amanezca el lunes este fragmento del edén tal como lo queremos para disfrutarlo y conservarlo. Y que, así como Narnia nos llegó de repente y sin mácula, haya renacido en los narnianos la vocación por explorar y preservar cualquier reducto que la naturaleza nos devele.

    Reverso

    Es Narnia para Culiacán,

    De esos sueños distantes,

    Que destruimos en instantes,

    Y al despertar no están.

    Fiesta en la cúspide

    Nuestra Universidad Autónoma de Sinaloa está de fiesta y con ella celebramos todos los sinaloenses el 150 aniversario de la casa de estudios que grano a grano ha aportado la pródiga cosecha de mujeres y hombres que por siglos han forjado la historia digna de la tierra de los once ríos, plena de hazañas y esfuerzos que la ponen de ejemplo en los planos estatal, nacional e internacional. A vivir el Festival Internacional Universitario cuya cartelera dio a conocer ayer el Secretario General de la UAS, Gerardo Alapizco Castro, con 439 actividades, del 26 de abril al 14 de mayo.

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