¿Y los planes de gobierno?

    Las elecciones pusieron de manifiesto también lo que se sospecha, se sabe y se sufre: el terrible poder que ha alcanzado la delincuencia organizada.

    Finalmente ya pasaron las elecciones y se tienen gobernantes estatales y municipales electos así como nuevos legisladores, pero con algunas pocas excepciones, prácticamente ningún candidato expresó un plan de gobierno más o menos completo con ideas, programas, procesos y actividades a realizar como gobernantes. Anteriormente los partidos políticos presentaban su Plataforma Política cuyo contenido servía a los candidatos como temática para sus discursos de campaña, para sus debates y posteriormente como base del plan de gobierno.

    En esta elección debe haber habido una Plataforma Política porque lo exige la ley, pero pasó desapercibida e ignorada no solo por los votantes, sino también por los campañistas y los candidatos.

    El proceso electoral puso de manifiesto la complejidad de los problemas del País, a los que deberán enfrentarse para resolverlos o por lo menos atenuarlos desde el gobierno, con lo cooperación de organizaciones y de los ciudadanos. El gobierno solo no puede, las organizaciones solas no pueden y los ciudadanos solos, tampoco pueden. He ahí el primer punto a atender: ¿cómo lograr desde el gobierno que las organizaciones y los ciudadanos colaboren y acepten coordinarse para resolver problemas que, en conjunto, son los problemas de las comunidades, del municipio, del Estado y del País.

    Se requiere, en primer lugar, un liderazgo limpio, cercano y que haga cabeza; que no le eche la culpa a los de ayer y antier, que vea de frente y hacia el frente, hacia el mañana y el futuro. Un liderazgo transparente, que informe, que no se esconda ni oculte sus actos de gobierno, que atienda y entienda a la gente que sufre pobreza, pandemia, violencia, sequía, contaminación, carestía, falta de trabajo y salarios decentes.

    Las elecciones pusieron de manifiesto también lo que se sospecha, se sabe y se sufre: el terrible poder que ha alcanzado la delincuencia organizada. El narcotráfico puso, quitó y mató candidatos; intervino en el proceso bloqueando caminos, robando urnas, destruyendo boletas electorales y votos y siguió con su actividad en el tráfico de drogas, de dinero, de armas y en su infiltración en empresas, partidos políticos, organizaciones sociales y en gobiernos.

    El actual gobierno federal ha mandado mensajes de no querer enfrentarse con los grandes cárteles y éstos, por su parte, han aprovechado la ausencia de la autoridad para ampliar su ámbito de control en territorio, población y áreas de actividad, pues se han metido en el huachicol de gas y gasolinas, en el “coyotaje” de migrantes, en el control de caminos, carreteras y vías de ferrocarril y ahora, desde luego, en las candidaturas y en la inducción del voto.

    “Gobernantes habemus”, pero de los planes casi no sabemos: aquí en Sinaloa, además de la presencia constante de uno de los cárteles más fuertes e inteligentes, donde se reconoce que la inseguridad es de los primeros problemas que deben atenderse, convendría saber qué se va a hacer en cuanto a restituir la imagen de las autoridades policiacas y ministerios públicos. Cómo se va a atender la migración de desplazados de la zona rural a las ciudades, que llegan huyendo de la violencia en sus comunidades; cómo mejorar la impartición de justicia en forma pronta y expedita. Se requieren más jueces y menos expedientes en trámites, acabar con el principio de “caso pospuesto, caso resuelto” y mientras, las personas involucradas languidecen en los penales, esperando se terminen las trabas legaloides que impiden se termine su juicio.

    Urge reorganizar el sistema penitenciario; separar completamente a los reos por delitos no graves, de los delincuentes de alta peligrosidad. “Las cárceles no deben ser escuelas de delincuencia y antros de vicio y degeneración; mucho menos mercado de drogas y de favores jurídicos”. Últimamente se ha caído en la aberración de poner en manos de los reos la “administración interior” de las cárceles, creándose verdaderas mafias en donde impera la ley del más fuerte.

    ¿Qué se proponen hacer los nuevos gobernantes ante el grave problema de los feminicidios y de la creciente delincuencia en las mujeres?

    En fin, si el objetivo principal de las cárceles es buscar la regeneración de los presos además de proteger a la sociedad de conductas violentas, esto no se está logrando pues se ha visto que los delincuentes por delitos menores, salen “graduados” como potenciales delincuentes mayores.

    Y para los nuevos diputados: ¿qué reformas jurídicas proponen en cuanto a impartición de justicia, protección de jóvenes y mujeres, etc.?

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