"Adriana Rochín, feminista, esposa, madre y creadora de belleza"
Adriana Rochín de Becerra afirma que la verdadera belleza vive en toda mujer, no importa que su aspecto físico esté lo más alejado de lo que los cánones de la moda dictan.
Y ella sabe perfectamente de lo que habla porque es una creadora. Pintora y diseñadora de telas, en su hogar, frente al mar, tiene establecido su estudio. Ahí, entre sus tareas de esposa y madre expresa sus sentimientos plasmándolos en textiles.
"Mi primer contacto con el buen gusto lo tuve en mi infancia, gracias a mi papá, Roberto Rochín Lizárraga. Él era un dandy. Desde muy joven comerció con ropa para dama y caballero, y luego estableció su negocio Telas Oxford. Así es que crecí entre telas de todas clases, diseños y colores.
"A los 17 años, como todo joven, no sabía lo que quería. Me fui a Florencia a estudiar italiano y tuve mi primer contacto con el arte estudiando antiquariato, influenciada por Carole Coello, entonces novia de mi hermano mayor. Ella se fue a Londres, a Sotheby's, y yo regresé a México. Después viajé a Dusseldorf para aprender alemán y tomé un curso de textiles en Völkshöch Schüle. En Milán estaban varias amigas mazatlecas estudiando, en la Marangoni, diseño de modas y de calzado, y en esa escuela tomé un curso de verano. Regresé a Alemania y de ahí a Guadalajara para estudiar diseño gráfico en la Universidad Autónoma durante un año. Me cambié a la U de G y me puse a hacer batiks".
Luego se fue a estudiar a Los Ángeles, diseño de modas en Otis Parson's y diseño de vestuario en el Fashion Institute of Desing. Entonces, su hermano Roberto tenía su casa productora y estaba filmando su primer cortometraje de Rulfo, en la capital del País, y se puso ella a hacer el vestuario.
"Trabajé con Roberto Schneider de asistentes, en Dos Crímenes, y con Pedro Torres haciendo vestuario para comerciales, también para obras de teatro".
¿Cuándo te metes de lleno a la pintura y por qué?
"Tenía mucho tiempo libre entre filmación y filmación, y es cuando empiezo a pintar, siempre inspirada en los textiles, alebrijes, escultura, todo relacionado con vestidos, con la mujer, con la vanidad, con la moda, con la figura femenina, pero desde un punto muy superficial, por el medio en que yo me desenvolvía. A mi alrededor todo se basaba en lo bonita que estuvieras, lidiaba con modelos todo el día.
Entonces comienzo a leer a interesarme en las mujeres que pintaban, en Frida Khalo. Fui a ver la exposición de Louis Bourgeois, una viejita que es como la Simone de Beauvoir de la pintura, siempre exponiendo en su obra las debilidades de la mujer. Su obra es muy feminista.
Descubro a Sonia Delaunay diseñadora de modas de la época de Picasso, fue la que influenció todo en el diseño textil.
A mí me gusta hacer cosas que visualmente sean agradables aunque tengan un sentido sarcástico y siempre me esté mofando de alguna manera de como ahora, dentro del matrimonio, con lo que hacemos todas las mujeres, nos partirnos en tres pedazos.
Últimamente no he pintado mucho porque tengo que atender primero a mis hijos. Antes que nada soy mujer, luego madre y también busco desarrollarme como artista, mientras que soy chofer, enfermera, educadora, terapeuta, policía (cuidando a sus hijos) y ando dando vueltas por todo Mazatlán.
Todas caemos en lo mismo, artistas o no. Mi obra tiene mucho que ver con eso porque también soy consumista, aunque a veces digo: 'qué flojera tenerme que comprar cosas', pero eso, a todas las mujeres nos causa placer.
Muchas estamos centradas en vivir, en no disfrutar la vida. Aún así, en todos los sentidos somos mejores que las europeas. Las mexicanas somos estéticas por naturaleza, aunque aparentemente una mujer esté alejada por su físico del concepto que todos tenemos de la belleza, siempre es hermosa.
Cada una de nosotras tenemos un discurso que ofrecer, y siempre seremos influencia para la sociedad, porque en cada mujer, a su manera, existe una creadora.