"Educación en la familia"

"Familiaridad Vs. Chabacanería"
16/11/2015 11:02

    Sicóloga Yolanda Waldegg de Orrantia

    La línea es delgada entre las dos maneras de conducirse, se supone que con la familia uno puede soltar el cuerpo y conducirse con la confianza de ser queridos y aceptados pero también ahí hay un límite.
    La familiaridad se da sola en la familia pero tiene sus reglas, debe ser ese trato sencillo, natural, sin ceremonia y a la vez cálido, y respetuoso que practican todas las personas verdaderamente benevolentes y sencillas, lo que significa que se extiende también fuera de la familia con las amistades más cercanas, o los compañeros con quienes convivimos.
    El asunto es que fácilmente podemos confundir la familiaridad auténtica con conductas chabacanas, de oportunismo, irrespetuosas y faltas de modales de quienes no dudan en tomarse toda clase de libertades con la excusa de familiaridad.
    El diccionario la define como "llaneza y confianza con que algunas personas se tratan entre sí",  llaneza es lo mismo que sencillez, tiene que ver mucho con no ser triquismiquis una persona que hay que tratar con pinzas no facilita la familiaridad, si cualquier cosa la ofende, si hay que dar muchos rodeos para hablarle, si no sabe ser sincera, porque para la familiaridad se necesitan dos con la misma sencillez, de otra manera la confianza tampoco se da.
    En la actualidad se le confunde también con autenticidad y naturalidad, y vemos como hay personas que sin más, sin apenas conocerse se cuentan cosas de su intimidad, sin embagues ni complejos sueltan lo que sea, se sientan de cualquier manera, hacen lo que les acomoda donde les acomoda.
    Todo eso lo que significa es falta de tono humano o lo que es lo mismo, mala educación, y no podemos soltar al mundo gente tan molesta para los demás que ni culpa tienen, y en el único lugar donde se puede aprender es en la familia.
    Conozco a una señora que batallaba para que su esposo no se sentara a la mesa en camiseta de esas que ni mangas, y claro los hijos le seguían el ejemplo, la misma lucha y la misma excusa, el calor, hasta que "yo también tengo calor me sentare en brasier y calzones a comer", santo remedio, ni siquiera tubo que hacerlo.
    El tono humano tiene que ver con el respeto hacia los demás que se refleja en todo lo que hacemos, como andar por la casa en paños menores, dejar abierta la puerta del baño cuando se esta utilizándolo, desparramarse en el sillón, hablar de ciertas cosas íntimas sobre todo en lugares  inapropiados como la mesa, las bromas pesadas y los chistes subidos de tono, en fin todo eso que normalmente da un poco de repulsión es lo que hay que evitar en nosotros, ni siquiera en broma, en nosotros papás, porque como el señor de la camiseta, sus hijos copiaban.
    Cuando no se tienen en cuenta estos detalles de buenas maneras, las situaciones se deterioran entre los esposos y entre los hijos, se desdibuja la diferencia entre familiaridad  y sacar el cobre, el mismo respeto que debe sentirse por las personas fuera de casa debe sentirse con mayor razón por las de casa que se supone que queremos y nos quieren, entonces, faltarles al respeto no es precisamente quererlas.
    Es una tarea para vacaciones, precisamente porque el calor, el descanso de las rutinas que hacen que relajemos el cuerpo y la exigencia pueden dar para atrás lo ganado, tampoco se trata de estar enchinchando todo el día, sino de poner unas reglas que todos se enteren, bien explicadas dentro de lo que son vacaciones y luego con una mirada pueda uno controlar.
    Quienes hemos tenido la suerte de tropezar en la vida con personas verdaderamente grandes y valiosas, habremos notado que suelen ser personas llanas, tan cordiales y humanas que enseguida le hacen a uno sentirse bien, son asequibles y familiares que desde su natural y profunda humildad siempre encuentran la forma de levantarnos la autoestima y hacernos sentir valiosos e importantes, quedando ellos en segundo plano sin darle la menor importancia.
    En cambio a quienes les da por creerse importante y ven a todos desde arriba, suelen ser prepotentes, groseros, complicados, fatuos, infantiles, engreídos y pedantes, esos no valen nada por su propia decisión, la verdadera grandeza siempre está acompañada de humildad y sencillez, el trato afable y cariñoso con los demás, la actitud madura y de calor humano, de simpatía y aprecio para con todos. A eso debemos aspirar para nosotros y nuestros hijos hay que poner manos a la obra, ya sabiendo por donde comenzar, nosotros.