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"EDUCACIÓN EN LA FAMILIA"

"Educación en la familia: Superar las pruebas"

"Columna social"
EDUCACIÓN EN LA FAMILIA

    Ya hemos escuchado eso de que la nuestra felicidad no depende de los demás sino de nuestra actitud, y es cierto, como también es cierto que no importa la edad que se tenga, la vida consiste en superar pruebas de toda índole.

    Y ¿cómo las superamos? Depende de nuestra actitud, porque igual no se superan y se queda

    uno atorado en la infelicidad, la victimización y la mala leche; además, llevándonos entre los pies a todos los que están cerca, haciéndoles la vida difícil.

    Hoy se ha puesto de moda una palabrita que designa esa actitud, que se necesita para sacar provecho de toda suerte de calamidades y tropiezos con que de seguro nos encontraremos a lo largo de la vida, desde pequeños hasta que terminemos nuestro paso por la vida.

    Se llama resiliencia y según la Real Academia Española de la Lengua es la capacidad humana de asumir con flexibilidad, situaciones límite y sobreponerse a ellas.

    En psicología le agregan que no solo es ser capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas, sino de salir fortalecidos de ellas, es decir, que se trata de reestructurar los recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y necesidades, ir un paso más allá y utilizar esas situaciones para crecer. Es decir, que para alguien resiliente no existe una vida dura, sino momentos difíciles.

    El problema es que no viene en nuestra naturaleza, por lo menos no en todos, no es que naces con esa característica, como lo sería ser trabajador, alegre, bondadoso, etcétera, hay personas que son así genéticamente y otras son adustas, introvertidas, formales, en fin lo que sea, esto no, hay que aprenderlo.

    Y para eso, se necesita quién lo enseñe, todos debemos desarrollarlo a lo largo de la vida y entre más desarrollo se logre, mejor, claro que lo ideal es tener alguien cercano como modelo a seguir, quienes no, tendrán que encontrar el camino solas y más difícil, si es que lo llegan a encontrar luchando solas ante situaciones adversas.

    Por eso, siempre insisto que es mejor tener los tropezones en la familia que nos soben y den besos, sana, sana colita de rana, un curita o un abrazo, que aguantar los golpes solos.

    La resiliencia es una habilidad fundamental para un desarrollo saludable en la niñez, no lo es menos para los adultos, todos en medio de factores que causan estrés, divorcios, muertes, reveces profesionales, jubilación, exámenes.

    Tenemos que cultivar las habilidades para enfrentarlos como se requiere porque la idea es superarlos. Lo bueno es que con la edad vamos aprendiendo la capacidad de regular las emociones, la perspectiva obtenida a partir de la experiencia de vida dan alguna ventaja.

    Es bueno estar preparado de antemano, pero una vez impactado por un trauma no es demasiado tarde para cultivar la capacidad de salir adelante de manera resiliente.

    Cómo es una persona resiliente: consciente de sus potencialidades y limitaciones (se conoce a sí mismo) fortalezas y habilidades, limitaciones y defectos, pueden trazarse metas más objetivas.

    Son creativas, hará un mosaico con el jarrón roto y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil.

    Confía en sí mismo y lo que es capaz de hacer, no pierden de vista los objetivos seguras de lograrlos. Asumen dificultades como oportunidad de aprender, ven más allá de esos momentos sin desfallecer porque no serán eternos.

    Tienen el hábito de estar plenamente presentes vivir el aquí y ahora. Ven la vida con objetividad pero a través de un prisma optimista sabe que no hay mal que dure 100 años. Se rodea de personas positivas ante la vida y forman una red de apoyo que les puede sostener en momentos más difíciles.

    No intentan controlar las situaciones, querer controlar todos los aspectos de la vida es causa de mucho estrés. Son flexibles ante los cambios, tienen la capacidad de adaptar sus planes y cambiar metas cuando es necesario.

    Son tenaces en sus propósitos, si algo les distingue es la perseverancia y capacidad de lucha, la diferencia es que no luchan contra molinos de viento.

    El buen humor es una de sus características esenciales, capaces de reírse de las adversidades y de sí mismos, la risa su mejor aliada. Saben pedir ayuda a los demás y el apoyo social.

    Papás, palomeen lo que ya tienen de estas características a ver cuáles faltan y meterles ganas. Y para los niños, fundamental, el ejemplo, no sobreproteger y creer en ellos, no se trata de evitar que caigan, sino de enseñar a levantarse, se necesita confianza en que pueden, no se trata de exponerles a peligros o ambientes agresivos.

    La pregunta clave ¿qué puedes aprender de esto?, ¿qué puedes sacar bueno de esto que te ocurrió?