"Evangelizaciòn, educaciòn y cultura"

"De la Pascua judía a la Pascua cristiana"
16/11/2015

    Amador Campos Serrano

    En el Siglo V, el Papa León I, uno de sus sermones llamó la Pascua, La fiesta de las fiestas, derivado de eso se empezó a designar el tiempo en el cual se celebra el Triduo Pascual, es decir, los días que marcan el paso de Jesús de esta vida hacia la vida eterna, como la Semana Mayor o Semana Santa.
    La celebración de la Pascua de Jesús se inserta en la profundidad de la historia de la humanidad, desde aquellos remotos orígenes cuando nuestros antepasados ofrecían a Dios los productos recogidos de su labor para subsistir, primero eran animales obtenidos en el ejercicio de la cacería y más tarde, cuando el hombre se hizo sedentario, los primeros frutos de sus cosechas.
    Enmarcada en este contexto, en la ofrenda de estos elementos, la Pascua judía posee un sentido liberador, ubicándose en el inicio de la epopeya de la salida del pueblo judío del país de los egipcios, en donde vivían esclavizados para dar inicio a su peregrinaje, hasta llegar a la tierra prometida.
    Siguiendo el mandato divino dado a Moisés, el pueblo judío continúo celebrando el memorial de su liberación, en la misma fecha, es decir, el 14 de nisán, que para ellos era el primer mes del año, en la víspera del 15 de nisán, día de su liberación.
    Para los cristianos, la Pascua judía es el antecedente de la Pascua de Jesús, viniendo a ser una continuación de aquel hecho liberador, pues él celebró la Pascua del 14 de nisán y el sacrificio de su pasión ocurrió el 15, y en el día 17, que era domingo, gloriosamente resucitó. Así, la liberación judía se convirtió en la plena liberación de la humanidad.
    Los primeros cristianos, radicados en Israel celebraban la Pascua el 14 de nisán, siguiendo el calendario judío, sin importar cuál día fuera de la semana, los demás cristianos residentes del Imperio Romano consideraban que todos los domingos eran fiesta de la resurrección, celebrando la Pascua todos los domingos del año.
    Con el paso del tiempo surgió el problema de ubicar el día exacto para celebrar la Pascua, pues los judíos dividen el tiempo siguiendo el ciclo lunar, su año era de 354 días, al cual añadían, de manera discrecional, un mes cada cuatro años, mientras que el año romano seguía el ciclo solar de 365 días.
    Fue hasta el año 325, en el Concilio de Nicea cuando se decretó, para toda la Iglesia, que la Pascua debería de celebrarse el domingo más cercano al 17 de nisán, el cual estaría comprendido entre el periodo del 22 de marzo al 25 de abril, razón por la cual son las variaciones de esta fecha.
    La Pascua para los cristianos es el eje central de la vida de fe, pues en ella se celebra el paso trascendental para la humanidad, asumida por él, a través de su Pasión y Muerte, hasta llegar, en él, a la Gloria de la Resurrección en la vida eterna. Este hecho tiene un profundo significado para los cristianos creyentes, porque es la obra recreadora de Jesús, retomando lo perdido, como se expresa en el pregón pascual: "De qué habría servido ser creados, si estuviéramos condenados".
    Por ello ninguna fiesta cristiana se puede comparar a la fiesta de la Pascua y todas convergen, según las palabras del Apóstol San Pablo: "¡Si cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe!

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