"Llegan a una familia en el Hogar San Pablo"
Bulliciosamente, un grupo de chiquillos abre el portón de su casa y dan indicaciones de dónde estacionar el vehículo entre el jolgorio y un espíritu de servicio, que no delatan la triste historia tras sus sonrientes rostros de bienvenida.
Entre ellos Omar, de 9 años, tiene una cicatriz en la mejilla izquierda, pero él justifica que se cortó, aunque realmente fue un golpe propinado por su mamá, enferma de sus facultades mentales, y su papá no pudo hacerse cargo porque tiene 75 años.
Hace un año que Omar llegó al Hogar San Pablo, donde vive con 23 "huéspedes", entre niños y adolescentes, que han hecho de ahí la familia que, por diversas circunstancias de la vida, sus padres no les han podido proporcionar.
En 1975, la institución fue fundada por el Padre Pedro Tovar (qepd), para los hijos de los presos que mandaban a las Islas Marías, pero en 1985, se abrieron escuelas en esa prisión y las familias pudieron trasladarse allá.
"Entonces el perfil del hogar cambió para niños maltratados física y sicológicamente, que no vivían con los papás, sino con la tía o la abuelita y también recibían maltrato", explica el Padre Horacio Humberto Rabelo Moreno, director del albergue.
Un hogar y escuela
El sacerdote tomó las riendas de la casa hogar el 15 de abril del año pasado, obedeciendo a Monseñor Mario Espinosa Contreras, Obispo de la Diócesis de Mazatlán, y organizó un plan con bases educativas para la formación integral de los residentes.
"Llegamos y comenzamos a 'bombardear' a los muchachos con mucha educación, meterles talleres, hicimos convenios con CECATI. Los de secundaria ahorita están recibiendo refrigeración e informática", menciona.
"La U de O les da asistencia sicológica personalizada. Tenemos talleres de pintura, guitarra, también educación espiritual con formación catequética para que reciban los sacramentos. Es un programa con el que les absorbemos casi todo su tiempo".
La formación física no podía quedar fuera del programa y los jóvenes reciben sesiones de futbol, han participado en torneos, además de jugar futbol de salón y, próximamente, la institución contará con clases de inglés.
"También los llevamos a paseos los fines de semana, a la playa u otros lugares. Se ha abierto un abanico de mantener ocupados a los muchachos y de cambiarles toda la mentalidad agresiva que tenían", destaca.
Levantar lo quebrado
Algunos residentes de la casa hogar son canalizados por el DIF municipal, casos que detectan a través de sus instancias, o también niños de la calle, que llegan cargando un pesado equipaje emocional, en ocasiones, difícil de quitar.
"Es triste cuando recibimos a un muchacho aquí. Viene desvalorizado, con autoestima en el piso, con abandono de papás, que se han 'quedado en el avión', que han estado encerrados tres días en sus casas porque las mamás se dedican a la prostitución", describe.
"Niños quebrados en cuestión familiar, quebrados en formación humana, sin conocimiento de autoridad; es crudo decirlo, pero sin valores. No saben qué es un papá, una mamá, una atención, un abrazo, un apapacho, no saben qué es ser escuchado".
Y tratando de ser un paliativo y subsanar esas carencias que sus albergados tienen cuando llegan, el máximo guía espiritual de Hogar San Pablo comenta que tratan de ser la familia que sus protegidos no pueden tener.
"Aquí formamos la mentalidad de que llegaron a una familia, no a una institución, y decirles, 'él es tu hermano y todos somos de casa'", ejemplifica con mímica, como si señalara a una persona frente a él.
Con esto, los hacen sentir que tienen una propia casa, que como tal, tiene sus reglas que deben respetarse y cumplirse, además de que los trabajadores y voluntarios pueden llamarles la atención o asignarles tareas.
Corrección fraterna
Los muchachos se turnan para hacer la limpieza en algunos espacios de la casa, servir los platos y vasos a los demás a la hora de la comida, entre otras actividades cotidianas, sin gritos ni métodos coercitivos.
"Como trabajadores, todos tienen aquí la potestad de llamarles la atención como corrección fraterna, evitando los gritos, pues yo les digo que los muchachos ya están hartos de gritos afuera y cansados de golpes. Hay que cambiarles la estructura", comparte.
Sin embargo, reconoce que los que han tenido problemas para adaptarse son aquellos que llegan con problemas de adicción, por eso, entre los exámenes socioeconómicos, sicológicos y médicos, se les practica el antidoping y, de arrojar positivo, se canaliza a una institución adecuada.
Para evitar estos casos de infancia maltratada y violentada, el sacerdote, quien hace poco concluyó su licenciatura en sicología, recomienda a los padres de familia a que proporcionen atención a sus hijos.
"A los niños no se les ocupa darle mucha atención, pero sustanciosa: un 'te quiero', 'cuentas conmigo', 'no estás solo', pues ahorita, por cuestiones de trabajo, los papás se ven absorbidos por él", opina.
Esa atención la reciben los 24 beneficiarios de la institución, algunos provienentes de Sonora, Nayarit, Jalisco e incluso de Estados Unidos, para convertirse en miembros de una familia, en la cual todos aprenden.
"En Hogar San Pablo es un trabajo de formación y aquí aprendemos todos, se aprende de cada niño que llega y cada caso es un doctorado si lo ponemos en ese plan", concluye sonriente el sacerdote, como sicólogo recién egresado.
"Yo les dijera a los papás que ciertamente no se estudia para ser padres, eso lo da la vida, pero que sí escuchen a sus hijos. No se ocupa saber qué necesita un hijo, él lo dice con sus actos o palabras"
Padre Horacio Humberto Rabelo Moreno
Director de Hogar San Pablo
HOGAR SAN PABLO
Paseo del Centenario S/N
Teléfonos: 981 6121 y 982 3720
APOYO
La institución se mantiene con recursos financieros y en especie, donados por empresas y particulares, así como de la Fundación Tres Islas.
BENEFICIARIOS
Actualmente, el hogar cuenta con 24 niños de 9 a 14 años, quienes salen de ahí cuando terminan su preparatoria o a los 18 años de edad.