"Portalito"

"¡Cuidado!, locos denunciando"
06/11/2015 06:08

    José Refugio Haro

    En México se ha ido formando una subclase social predilecta y especial, integrada por pocos miembros a los cuales la mayoría considera locos o destrampados, a quienes además les agregan, entre otros calificativos, el de indeseables.
    Se trata de, no vamos a negarlo, individuos que no funcionan de acuerdo al patrón general, que es el de seguir la corriente oficial y otras corrientes que en realidad son finas, como ésa que impulsa la inamovilidad e inmutabilidad política y social para que todo siga su curso normal: que en el país del agandalle los gandallas predominen como es lo natural.
    Los locos emergen en pueblos y ciudades a contracorriente del establecimiento. Irrumpen aquéllos como aguafiestas a criticar lo que, no obstante apoyar los desmanes de la cotidianidad, se contrapone a los propios preceptos legales y constitucionales.
    “Loquitos” como el candidato de la oposición en el 2006, Andrés Manuel López Obrador, y más recientemente la atleta mexicana más destacada de todos los tiempos, Ana Gabriela Guevara, generan una distorsión mayúscula, porque su acción tiene un espectro nacional, cuando no internacional.
    De la Ana Guevara, que antes fue envuelta por avalanchas de elogios desde todos los círculos nacionales cuando era buena muchacha y estupenda atleta, ganando prestigio para México y los gobiernos del momento, ahora abominan los medios de información, las dependencias de gobierno, la aristocracia trasnochada y los lambiscones de ésta, y dicen de ella que es una resentida, “tocada”, subversiva y hasta que es una mujer sin feminidad, por no usar las groseras palabras de otros.
    Como se dijo, todos los pueblos y ciudades tienen sus “loquitos” y sus “tontitos” que en realidad son tolerados y hasta tratados como folclore. En la famosa liga de béisbol regional de Ahome “Clemente Grijalva”, casi todos los equipos llevan al “tontito” del pueblo para que anime la porra. Eso es permitido y celebrado.
    En el caso de los locos, se deja que algunos vayan por la calle gritando incoherencias, recojan las limosnas en las iglesias, o que caminen a la vera de las carreteras haciendo recorridos interminables con su tambache de ropa a cuestas.
    Ah, pero cuando se plantan en la calle a gritar las anomalías de gobiernos o gentes de poder, cuando reclaman atención oficial a asuntos que lo requieren o cuando de plano acusan a hombres públicos de abusar de sus cargos, entonces sí que se ganan el título de locos peligrosos, como es ahora el caso de Ana Guevara por denunciar la corrupción e incapacidad de los dirigentes del deporte, o como ha sucedido con Guillermo Padilla por encabezar las demandas de justicia de los usuarios de los servicios del gobierno federal y de la Japama en el ámbito municipal.
    Asustan los loquitos, pero cuánta falta hacen.