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"HISTORIA SINALOENSE"

"'Bolear' lejos de casa"

"Margarito le dio gloria al frontenis de Sonora, lejos de su lugar de origen en Choix; hoy, unas canchas en Cajeme llevan su nombre"
08/11/2015 08:21

    CULIACÁN.- Margarito lustraba zapatos. Daba un escupitajo y frotaba fuerte. Luego detenía la fricción de vez en vez para observar y escuchar.
    Era ese sonido que provoca la pelota de caucho al ser golpeada con el puño o la madera, y que lo secunda cuando se estrella y rebota contra una barda de concreto. Ese mismo sonido que le despertó una pasión que no sabía que tenía adormilada.
    Y lustraba hasta sacarle brillo al par de zapatos en los pies de los aficionados que se arremolinaban alrededor, en el área de gradas, de las canchas de frontenis que se ubican en el Centro Deportivo Álvaro Obregón, en Ciudad Obregón, Sonora.
    Fue en los años 60. Jamás, siquiera, pasó por la cabeza de Margarito que esas canchas llevarían su nombre casi 40 años después.
    Esto, como homenaje a su pasión, sus movimientos elegantes, su velocidad promedio y su técnica que depuró a lo largo y ancho de las canchas en el país.
    Homenaje por las glorias que le dio a la camiseta y escudo de Sonora, pero respaldado por la sangre sinaloense.
    Hoy día, Margarito está retirado de la competencia por prescripción médica, pero lo practica a medio gas. Está por cumplir 67 años. Lo festejará el 22 de febrero.
    "Del frontenis me gustó todo", dijo después de dar un breve suspiro.
    Cada vez que escucha a una pregunta, se toma un tiempo, inicia su respuesta pero hace una pausa. El Centro Cívico Constitución a las 5 de la tarde, está llena de frontenistas envueltos en juegos de apuesta.
    A Margarito ese deporte le sigue llamando. Al menos para verle detrás de la reja o sentado lejos del área de juego.
    Viste un pants azul marino y una camisa azul cielo, tipo polo, con rayas blancas y naranjas. Tiene la paciencia para dejarse tomar una sesión en las canchas que le recuerdan sus años de gloria y responde con precisión de fechas.

    Hijo del 'mejoralito' del pueblo

    Margarito asegura que su padre era el 'mejoralito' del pueblo. Así, con ese término.
    Es hijo de don Gaspar Miranda Vega y Santos Martínez. Nació e un pueblo llamado Loretillo. Hoy día tiene poco más de 200 habitantes.
    "En el rancho, mi papá era el 'mejoralito' del pueblo", recalcó. Porque cuando empezaban la temporada de arado, y a mi papá lo buscaban para que les afilara las navajas".
    "Si moría alguien, mi papá hacía el ataúd con madera, sabía de carpintería. También hacía muebles con tornos. Además, le pedían que construyera la bóveda en el panteón. También sabía de albañilería".
    Durante los fines de semana, también recordó, cuando visitaban los fuereños para ir de pesca o de caza, don Gaspar los guiaba al monte o al río. De ahí completaba la comida.
    Pero en 1950, la familia Miranda Martínez emigró a Ciudad Obregón, en Sonora.
    "Fue por necesidad de mis padres, imagínate, tenían 9 hijos", recordó. "No había mucho para sacar la vida, decidieron buscar otras opciones".
    El 12 de diciembre de 1950 llegaron a Obregón, en donde comenzaría su historia deportiva.

    De dar bola a 'bolear'

    En el rancho, Margarito no sabía qué era una raqueta o una pelota para jugar frontón o frontenis.
    En Cajeme, estudió y terminó la Primaria completa, en la Recursos Hidráulicos, y cursó 2 años de secundaria en la Cajeme, turno nocturno. De día, tenía que trabajar.
    "Me gané la vida haciendo lo que todo pobre hace, lustraba zapatos. Vendía el Diario del Yaqui y hasta chicles", dijo. "Y cómo vivía cerca del Deportivo (Álvaro Obregón), pues iba y sacaba una lanita de bolear a la gente que jugaba o que llegaba a ver jugar".
    Margarito, por invitación del administrador de ese complejo deportivo, comenzó a quedarse de planta y no asistir de manera esporádica.
    "Me dio trabajo en la plantación de todos los árboles que hoy sigue ahí y también para darle mantenimiento de la alberca olímpica", recordó. "Y no me gustaba, pero fue estrictamente por necesidad de ganarme la vida".
    De vez en cuando, los fines de semana, Margarito jugaba beisbol, incluso llegó a competir en Primera Fuerza. El hecho de ser sinaloense, además de su buen juego, lo respaldaba.
    "Pero lógicamente preferí el frontenis, porque había viajes continuos y eso me gustaba mucho", aclaró. "Jugué en casi todas las canchas desde México hasta acá".
    Al principio, jugaba con la mano, y después, con pedazo de madera, en lugar de raquetas. No había para tanto.

    De Segunda Fuerza
    a la Selección Sonora

    "Una vez cuando jugaba con madera, me invitaron a jugar con una raqueta en un Torneo de Segunda Fuerza", relató. "... Mi hermano Rubén y yo ganamos el trofeo de primer lugar en Segunda Fuerza. Ese torneo fue en 1959".
    Rubén, su hermano, hoy en día está inmortalizado en el Salón de la Fama del Deporte Municipal en Culiacán. Curiosamente él no. Y todos los logros lo hicieron en pareja.
    Pero entonces supo lo que era jugar de manera oficial, con reglamentos, árbitros y puntos. Pelear por un trofeo.
    De 1960 a 1961, se inauguraron las canchas terminadas con todo y alumbrado en Cajeme. Para ello, organizaron un torneo con la participación de figuras importantes del frontenis a nivel nacional. Margarito tenía apenas 17 años.
    "Me convocaron a que participara. No tenía experiencia y jugué con el ingeniero Ricardo Topete... no pude hacer mucho, pero fue una gran experiencia", recordó. "Y comenzamos así a asistir a competencias municipales, estatales y regionales".
    "Y no tardó mucho, en 1961 fui a mi primer Campeonato Nacional, fue en el Deportivo Chapultepec en México. Jugamos el primer partido. Y en el segundo Rubén ya no pudo participar".
    Entonces comenzó así su trayectoria deportiva que llevó a representar a Cajeme y a Sonora, cada año en competencias Nacionales.
    "No quedamos campeones, pero teníamos prestigio, porque dábamos mucha batalla. Al principio sorprendíamos a jugadores muy buenos y hasta los eliminábamos", recordó.
    Los mejores torneos nacionales fueron en Guadalajara, León, Cuernavaca y México. Esos viajes se repetían 2 ó 3 veces por año.
    Su última participación defendiendo los colores de Sonora fue en 1982 en un Campeonato Nacional.

    A pesar de todo, con ganas de jugar

    A principios del la década 2000, Margarito tuvo un problema de salud. Trabajó en Obregón para las mueblerías Apodaca, comenzó en el área de cobranzas y terminó como el encargado de comprar los muebles.
    Regresó a Sinaloa, puso su taller de muebles y era uno de los proveedores de las tiendas Coppel desde Ahome a Salvador Alvarado. Por eso su residencia en Los Mochis. También radicó en Culiacán de 1992 al 2002.
    La carga de trabajo le provocó un derrame cerebral del que salió bien librado. Hoy día está retirado del trabajo, pero aún practica el frontenis.
    Su última competencia que ganó sin problemas fue un torneo de aniversario que organiza un diario del norte del estado.
    "No estoy jugando al nivel, para no elevar mi presión, porque me hace daño", aclaró. "Voy y la juego la pelota. Y lo hago sin esforzarme... lo que pasa es que el juego como que me llama...".
    Margarito, de nuevo, hizo la pausa para voltear y ver cómo las pelotas en el Centro Cívico Constitución van de arriba a abajo.

    ¿Y no tiene ganas de volver a jugar?

    Sí... siempre. 


    UN 'MEJORALITO'
    PARA EL DEPORTE
    Además del frontenis, Margarito Miranda ha 'metido cuchara' en organización y promoción de otros deportes. "He andado en cada rollo que no deja ni un peso, pero como me dejó amigos", bromeó.

    - En 1984, entró a la Unión Deportiva Municipal en Cajeme, que sería lo que hoy conocemos como Insittuto Municipal del Deporte, terminó gestión como Vicepresidente.
    - En 1986, fue nombrado Presidente del Comité Municipal de Beisbol por el Alcalde de Cajeme Sóstenes Valenzuela Miller.
    - En 1987 emigró a Los Mochis. Fue secretario del Comité Municipal de Voleibol de Ahome.
    - En 1992, en Culiacán, fue nombrado secretario de la Asociación Estatal de Frontenis en Sinaloa.
    - En 1998 le pusieron su nombre a las instalaciones de frontenis de Ciudad Obregón, Sonora.