"La noche en que se volvió leyenda"
Ricardo González
CULIACÁN.- Por 35 minutos y 58 segundos, Meldrick Taylor había encontrado la manera de vencer al invencible Julio César Chávez en su propio juego; pero el norteamericano se quedó a dos segundos de distancia de hacer historia. La misma que escribió Chávez con una derecha inolvidable.
Chávez y Taylor protagonizaban una de las peleas más esperadas de su era. Dos talentosos campeones invictos, en su mejor momento y con estilos que se acoplaban para dar un gran espectáculo. No se podía pedir mucho más.
Mike Tyson había perdido menos de un mes antes en Tokyo ante James "Buster" Douglas, así que el ganador de esta pelea, sería a partir de ese momento el referente del deporte.
Chávez, con marca de 68-0 y 57 nocauts, parecía invencible. Pero los aficionados del mundo del boxeo y los más destacados analistas de la época aseguraban que si alguien podía lograrlo, ese era Meldrick Taylor.
Rápido ascenso
Taylor ganó la medalla de oro en la división de las 125 libras en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 y rápidamente se convirtió en una estrella. Con rapidez, buenos movimientos, excelente golpeo y mucho valor; destacó muy pronto. Podía sacar ventajas boxeando a distancia por su habilidad, técnica y rapidez; pero prefería fajarse porque se consideraba más que un estilista.
Con apenas 21 peleas profesionales, cumplió su sueño al vencer al estelar Buddy McGuirt para ganar el campeonato Mundial súperligero. Espectacular y mediático, Taylor (21-0-1 y 14KO'S) necesitaba un reto acorde a su ambición.
Leyenda viviente
Y lo iba a encontrar en Julio César Chávez, quién creció en de manera humilde en Culiacán Sinaloa, pero cuando se enfrentó a Taylor en 1990 ya había ganado la etiqueta de héroe nacional en México. Tenía 4 títulos ganados y 13 defensas exitosas además de su marca inmaculada.
Chávez era sólido, y estaba catalogado como el mejor boxeador libra por libra del mundo aunque no tenía un estilo espectacular. Una leyenda viviente que parecía ser todo lo contrario a Taylor. En fin, un enfrentamiento soñado.
La cita se programó para el 17 de marzo de 1990 en el Hotel Hilton de Las Vegas Nevada. Fue denominada como la "La mejor pelea que el dinero puede comprar", y centró toda la atención del jet set pugilista que aún no se recobraba de la reciente derrota de Mike Tyson.
La pelea
Chávez buscó la pelea atacando desde el inicio el cuerpo de Taylor, pero el norteamericano no se intimidó por la presión. Para él Chávez era simplemente un blanco que se aproximaba a su alcance.
La velocidad y técnica de Taylor le permitieron dominar a Chávez en los primeros rounds de una manera abrumadora ante la sorpresa de todos. Boxeando, moviéndose y lanzando relampagueantes combinaciones, Taylor simplemente parecía demasiado para el legendario campeón mexicano.
Taylor nunca bajó el ritmo, y era difícil pensar en un trabajo más efectivo, en el sexto round no había duda entre las 9,200 personas reunidas en el Hilton y los millones viéndolo en televisión: Taylor estaba dominando al campeón, le estaba dando una clase de boxeo.
A medida que avanzaba la pelea, Taylor seguía conectando golpes y sumando puntos, pero era evidente que Chávez había logrado herirlo. En el décimo, el mexicano finalmente tomó la iniciativa ante un rival disminuido, tal vez había perdido cada uno de los rounds anteriores, pero le había pasado a Taylor un precio muy alto.
El norteamericano tenía ambos ojos casi cerrados, sangraba de la nariz y la boca y había soportado un castigo brutal a las zonas blandas. Estaba casi destruido pero aún estaba ganando. Al final del round 11 la pregunta era muy clara. ¿Podría Chávez atraparlo antes del final de la pelea?
Taylor lucía completamente agotado, pero de alguna manera logró consumir dramáticamente casi todo el último round de la pelea. Pero, de repente, con 25 segundos en el reloj apareció Chávez.
Una dura derecha al rostro tambaleó a Taylor y lo hizo precipitarse hacia adelante. Chávez dio dos pasos atrás y giró a su derecha para dejar a Taylor arrinconado y desfalleciente en una esquina donde lo conectó con potente cruzado de derecha que lo envió a la lona ante la locura de los aficionados.
Taylor se incorporó visiblemente lastimado, Richard Steele le preguntó en dos ocasiones si podía continuar y finalmente decidió parar la pelea con dos segundos en el reloj decretando uno de los finales más polémicos en la historia del boxeo.
Si Taylor terminaba de pie ganaba la pelea por decisión dividida, pero en vez de eso vio como su legado y fue el más cercano testigo de la noche en que Julio César Chávez se convirtió en leyenda.
EL RÉFERI
Steele no se arrepiente
Considerado el mejor réferi del momento, Richard Steele tenía 44 peleas de campeonato en su curriculum y nadie se llamó sorprendido cuando fue designado para la anticipada Chávez-Taylor.
Segundos después de la pelea, Steele fue entrevistado sobre el ring acerca de su polémica decisión, pues Lou Duva (entrenador de Taylor) aseguró ante las cámaras que Steele le robó el triunfo a Taylor para proteger a Chávez y el negocio de Don King.
"Meldrick había recibido muchos golpes fuertes, no me importa quién esté ganando, no me importa el tiempo. Cuando yo veo que un hombre ha recibido suficiente castigo detengo la pelea", comentó Steele aquella lejana noche.
Años después, entrevistado por la cadena HBO para un documental llamado 'La historia detrás de Chávez-Taylor', Steele no reconsideró su decisión. "Nunca me arrepiento de lo que hice. Sabía que Taylor estaba ganando al pelea, pero también veía que Chávez conectaba los golpes más fuertes, más contundentes, capaces de romper huesos. Cuando Taylor se fue a la lona parecía que ya no había más vida en él. Se levantó, le pregunté dos veces: '¿Estás bien?'. No respondió, el no podía seguir."
Paliza brutal
Flip Homnasky, médico de la Comisión Atlética de Nevada, fue entrevistado algunos años después de la pelea de Chávez contra Taylor para el documental 'La historia detrás de Chávez-Taylor" y le dio la razón a Richard Steele.
"Examiné a Taylor después de la pelea y lo mandé al hospital. Tenía fracturas en el rostro, estaba orinando sangre y su rostro estaba grotescamente inflamado. Ese chico fue brutalmente golpeado en esa pelea, cuando alguien te saca el alma a golpes como esa noche, un parte de ti se va para siempre. Esa pelea acabó con Taylor para siempre", aseguró.
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