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"Acantilado"

"Persistir en la crítica"
07/11/2015 08:31

    Irad Nieto

    Desde que decidí acampar en este Acantilado, hace más de año y medio, sin más aparejos, lo acepto, que un extraño entusiasmo por la literatura y los libros, me propuse dejar constancia crítica de mis lecturas y dialogar con las de otros.
    Esta columna pretendió, lo pretende aún, ser un modestísimo tributo a esos objetos tan especiales, íntimos e inquietantes que son los libros. No sé si lo he logrado, pero tampoco haré una encuesta para saberlo. Digamos que he tratado de hacerlo bien. He leído por placer, pero también he estudiado para preparar mi juicio crítico. Habrá lectores que quizás llegan aquí cada viernes para comunicarse conmigo y yo con ellos, en silencio. Otros se habrán ido por insatisfacción o aburrimiento o porque la diversión que buscaban no encontró tierra fértil entre mis párrafos.
    Cuando me propusieron colaborar semanalmente para reseñar libros o divagar sobre ellos, respondí que sí de inmediato. Amo los libros y me apasiona hablar de ellos, demorarme en sus páginas y absorber sus intensos olores.
    Pero el amor no es suficiente para reseñar un libro, se requiere además oficio, esfuerzo, trabajo, vocación crítica. Me parece que el crítico debe tener la capacidad de habitar la novela, el cuento o el ensayo a reseñar, penetrar sus habitaciones, y luego de haber estado allí, valorar o juzgar su arquitectura estética. Para ello hay que armarse de herramientas. Leer y estudiar sin descanso, por encima de todo.
    Reseñar un libro no implica leerlo y volcarse a escribir sobre él, al contrario, la lectura de un libro nos conduce siempre a otros más, nos obliga a recordar, a consultar y a tomar notas, aplazando sin piedad la escritura de la reseña hasta el último día. Cuando el crítico entrega su artículo y toma un respiro, ya le espera el siguiente libro. Es una actividad agotadora y mal pagada aquí y en todo el mundo, pero si no hubiera placer en ella ya la habría yo abandonado.
    Reseñar libros buenos, cuando estos lo son desde la perspectiva del crítico, es ofrecerle al público lo que Edmund Wilson llamó "reconfortantes mundos alternativos", construcciones humanas cuya imaginación nos ayudan a vivir de una manera distinta. Compartir estos mundos es quizás el mayor deleite de quien evalúa un libro para los lectores. Por el contrario, censurar una mala obra literaria es advertir a sus potenciales lectores que allí no hay nada literario: ni imaginación que trastoque nuestro vulgar entorno, ni experiencia humana concreta.
    Escribí "público" y "lectores" con cierto dejo de inseguridad. Desde las primeras semanas en que tomaba forma esta columna no ha dejado de preocuparme la siguiente cuestión: en un país en el que se lee casi nada, como el nuestro, y en el que son pocos los que asisten, más allá de la obligación escolar, a una librería, ¿para quién escribe quien de libros escribe? Si un ínfimo porcentaje de la población lee libros, ¿a cuántos interesará la crítica de los mismos? Un sondeo arrojaría una respuesta deprimente.
    Después de fatigarse una semana, es posible que uno hable a oídos sordos, que el diálogo en realidad haya sido una ilusión y haya que levantar la tienda para ceder espacio al entretenimiento y los espectáculos.
    Lo pienso y retrocedo: sería aceptar una derrota frente a la banalidad social, la incultura y la pereza de lectores que no se exigen. Quiero creer que hay lectores cultos que más allá de su profesión, su trabajo y su vocación, poseen una formación literaria general o buscan hacerse de ella; ciudadanos interesados en el ejercicio de la razón y la imaginación poética, porque saben que no hay otra manera de oponerse a la violencia, los clichés, la publicidad y la intrincada mitología del poder político que tanto empobrecen nuestra vida cotidiana.
    Por eso deseo persistir en el combate de la crítica, en la conversación literaria que nos coloca a escritores, lectores y ciudadanos en el umbral de la inteligencia y, para citar un libro de Northrop Frye, la imaginación educada.
    Mientras existan personas ávidas de imaginar y ver una realidad diferente a la que se nos vende en aparadores y carteles, la crítica tendrá sus lectores. Escasos, quizás, pero valiosos.


    Comentarios: elacantilado@yahoo.com.mx
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