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"Acantilado"

"No verlo claro"
06/11/2015 12:41

    Irad Nieto

    Con el objetivo de justificarla social y académicamente, se ha presentado siempre a la filosofía como una disciplina intelectual que nos ayuda a ver las cosas más claras, a orientarnos con preguntas, conceptos y respuestas en una vida oscura y angustiante. Según el discurso institucional, la filosofía aclara y responde, ilumina allí donde todos andamos a ciegas y ofrece coordenadas a los desubicados. Por eso es útil, se dice, enseña a vivir y a situarse en momentos críticos; proporciona herramientas cognitivas a los individuos para estar en el mundo y comprenderlo.

    Nada más falso. Si en algo ha contribuido la filosofía a lo largo de la historia, ha sido en impedir que veamos claro. Si muchos se frustran cuando no entienden, el filósofo vive de complicarse aún más la existencia y la de aquellos que lo rodean. Enfrentarse diariamente a la petulancia de los que todo saben y conocen, de los que "ven todo claro", fue la principal actividad de Sócrates, Padre de la filosofía, a quien se acusó y mató por corromper a los jóvenes de Atenas. Su argumentación circular no llevaba a ninguna parte (terminaba donde había comenzado, con las mismas incertidumbres), porque a ningún lado puede conducir aquel que se reconoce en este principio: sólo sé que no sé nada.
    La ignorancia es la base de su filosofía y sus diálogos; hay preguntas (muchas), casi ninguna respuesta. Por eso Sócrates es decepcionante para los que buscan consuelo en la filosofía (como si de religión se tratare). Era un saco de perplejidades y se dedicaba a compartirlas mediante la conversación y la ironía, no para superarlas, sino para oscurecerlas todavía más con nuevas dudas. "Torpedo" fue el adjetivo que le aplicaron los de su tiempo, por semejarse al pez que paraliza con el contacto y la descarga de electricidad.
    El filósofo toleró el mote, con la condición, exigió, que se reconociera que él mismo estaba entorpecido por los problemas y por eso los contagiaba. Su amor a la sabiduría, el filosofar, no consistía en conocer, sino en pensar desde el asombro; actividad más cercana a la vagancia y al ocio que a la ciencia, más próxima a la transgresión de lo "correcto" que a la certeza.
    El querer verlo claro es una necesidad atávica o neurótica, sostiene el filósofo y político español Xavier Rubert de Ventós (Cataluña, 1939), en su libro Por qué filosofía. Atávica, porque un rasgo de los pueblos primitivos es su preocupación por entenderlo y clasificarlo todo. Neurótica, porque si algo distingue a los neuróticos es su enfermiza inquietud por querer escudriñar y saberlo todo, encontrar explicaciones que apacigüen su ansiedad. No se persigue el conocimiento, se pretende aliviar una angustia.
    Para Rubert de Ventós, la importancia de la filosofía radica precisamente en lo contrario: en "no verlo claro", en permanecer azorados frente a las cosas que, sensuales, se nos ofrecen.
    "Hacer filosofía requiere ser lo bastante ingenuo -o valiente- para reconocer que no vemos las cosas claras. Para aceptar sin reservas ni coartadas el desconcierto, la desazón y el vértigo que nos produce lo que no entendemos". Si el pensar puede servir para algo, es para ensanchar el mar de vacilaciones sobre el que flota la vida humana, para "elevar el tono de nuestras perplejidades".
    Un individuo entumecido por el pensar, al borde de un vado de silencios, parecerá extraño y peligroso a los transeúntes atrapados por la vorágine del quehacer cotidiano; para los grandes filósofos, dicha "parálisis" es uno de los más altos niveles a que puede llegar la inteligencia humana. Osar ignorar, soltar las amarras en una época en que se comercian certezas y remedios para todo, es apenas la condición para abrir cauce al torrente del pensamiento.
    "[...] La filosofía", propone Rubert de Ventós en este claro y elegante alegato, publicado por primera vez en 1983, en catalán, "ha de comenzar por ver un poco más oscuro aquello que de antemano todo el mundo ve claro". En esta batalla, los clichés, los lugares comunes el populismo intelectual y la falsa moral serán los enemigos íntimos de todo aquel que esté dispuesto a pensar.

    elacantilado@yahoo.com.mx
    www.akantilado.com

    'Por qué filosofía'
    AUTOR: Xavier Rubert de Ventós.
    EDITORIAL: Sextopiso, segunda edición, México, 2008, 111 pp.