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"Adiós princesas"

"Brilla la Compañía Ballet de Sinaloa con un programa cargado de novedades para el puerto"
16/11/2015 12:29

    MAZATLÁN._ En la Gala Peralta, la Compañía Ballet de Sinaloa, dirigida por Zoila Fernández creó un espectáculo: Fugas, sueños y romances, cargados de emoción, equilibrio y novedades para el público porteño.
    Los asistentes al Teatro Ángela Peralta probaron las mieles del ballet neoclásico en coreografías que le dijeron adiós a las princesas y a los cisnes, ahora instalaron en el escenario la pasión del tango, la enjundia de la música de las canciones de Jacques Brel y el terciopelo de las melodías amorosas del Siglo 20 de Nat King Cole.
    Desde que Zoila Fernández montó la versión contemporánea de Alicia en el País de la Maravillas sorprendió al público mazatleco con la carga de humor, rompiendo con la rigidez del clásico, sin dejar de utilizar el equilibrio estético que esta técnica, madre de toda la danza, le da a los espectáculos, pero permitiéndose darle a las coreografías color y fluidez, con toques de contemporáneo y matices de danzas urbanas como el tango.
    Con la Gala Peralta, nuevamente deslumbra con una propuesta contemporánea cercana al público. Seleccionó una obra que utiliza el movimiento del tango de la obra de Dmitri Shostakovich, Golden Age. En el escenario se recreó un elegante salón en donde se disfruta la danza nacional de Argentina.
    El glamour de los movimientos que propone esta música es aprovechado por la obra para crear cuadros de un equilibrio estético que conmueven por sus imágenes. Las puntas de ballet son un elemento que se suma al objetivo de impresionar al ojo.
    La música de la canción The very thought of you, que hizo famosa Nat King Cole, con evocaciones de jazz y la melosa música para enamorarse, sirve de guía para motivar el movimiento de dos bailarines que representan La cita, la emoción de dos jóvenes que se preparan para ver al objeto de su amor. Los movimientos traducen este argumento jovial, alegre y vertiginoso.
    El piano, a cargo de Miguel Rivera, ofreció una versión sublime del Concierto 2 para piano de Rachmaninoff. La Camerata Mazatlán, dirigida por Percival Álvarez, se escuchó equilibrada y encuadrada; interpretó obras musicales que movieron a cuatro bailarines que interpretaron dos pax de deux que abordaron la pasión de la relación de pareja.
    Rainer Díaz, una de las estrellas de este ballet mazatleco, abordó la famosa coreografía Les Bourgeois, que llevó a su clímax el bailarín cubano de fama internacional Carlos Acosta, en la que se interpreta a un borracho para hacer alusión de los vicios y decadencia de la burguesía, que en los ricos se justifican como aficiones y en los pobres como defectos.
    La pieza tiene la atmósfera de la canción Les Bourgeois, compuesta por Jacques Brel, el cantautor francés que fue ícono de los estudiantes de los movimientos del 68 en París.
    En Mazatlán no se redondeó la propuesta porque al cantante que la interpretó le faltó consistencia en la voz al momento de cantarla e, inseguro de la letra, caminó la trayectoria de esa pieza tropezando.
    Otro momento inolvidable fue la coreografía Rodín, en la que los bailarines van narrando la construcción de una obra del escultor francés Auguste Rodín, en la que se ve a dos seres que buscan encontrarse. Los movimientos evidencian el parto que significa crear una escultura; la música que la acompaña es La danza macabra, de Saint-Saens.
    La segunda parte del programa fue un complejo y monumental homenaje dancístico a Joan Sebastian Bach. Es una obra de danza que se llama Formas de silencio y vacío, en la que intervienen alrededor de 25 bailarines, que forman un cuerpo de ballet que interpreta un divertimento teniendo como motivo la música de Bach.
    Utilizaron desde algunas partes de Las variaciones Goldberg, hasta Ofrenda Musical, pasando por la Cantata 205, el preludio para chelo solo, el segundo movimiento para violín de la sonata, El concierto a cuatro pianos, el aria de la cantata 202 y 21, interpretada por la soprano Eimy Sánchez y la Fuga final de El arte de la fuga.
    Todas lucieron convertidas en una imagen visual de cuerpos en movimiento que definieron esta obra que conectó al espectador con el placer que la danza ofrece.