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Columna

Adolescentes y comportamientos de riesgo

EDUCACIÓN EN LA FAMILIA
20/07/2023 10:39

    La OMS define adolescencia como el periodo de vida comprendido entre los 10 y 19 años, durante esta etapa el adolescente se transforma en un individuo maduro en sus dimensiones física, sexual, psicológica y social y establece su propia identidad, es lo que debía suceder, pero depende de muchas circunstancias familiares que lo consiga.

    Puede ser un momento de grandes oportunidades que exige el compromiso de la familia para superar los peligros que siempre han existido, pero hoy se han multiplicado aunados a la vulnerabilidad propia de esta etapa de la vida, y además estimular el saludable crecimiento y desarrollo con el fin de que logre con éxito las tareas propias de esta etapa, como autonomía.

    Las conductas de riesgo en adolescentes son determinantes en la salud y principales causas de muerte en esta etapa, entre las cuales están el consumo de drogas, embarazo precoz, mala alimentación infecciones de transmisión sexual, depresión y suicidio entre otras, esto implica un deterioro considerable de la salud afectando su calidad de vida, la inserción con igualdad de oportunidades en la sociedad y gran parte de las enfermedades crónicas no transmisibles del adulto.

    La familia juega un rol primordial en la prevención de conductas de riesgo, siendo el primer agente protector y facilitador del desarrollo sano en el adolescente en cuyo interior se educa, y su grado de funcionalidad permitirá que el adolescente se convierta en una persona autónoma, capaz de enfrentarse e integrarse a la vida.

    En la familia los padres y adultos significativos son fundamentales por la influencia que tienen en el desarrollo de hábitos de vida, formas de expresar afectos, relacionarse con los demás, de resolver conflictos y desarrollar conductas de autocuidado.

    Los estilos de crianza en las familias pueden tener un efecto positivo o negativo en la incidencia de riesgo adolescente, está comprobado que el mayor apoyo y control conductual de los padres hay menor consumo de drogas, autoagresión, violencia y depresión entre otras.

    Los adolescentes presentan menos conductas de riesgo cuando sus padres o tutores son capacitados dándoles apoyo, conocimiento y desarrollo de habilidades básicas de la crianza, es decir que también para criar hijos hay que estudiar y aprender; hoy hay maneras, antes solo por intuición y repitiendo patrones no necesariamente buenos, y no se tenía tantas cosas contra la autoridad de los padres y las familias.

    Podemos aprender habilidades tales como disciplina consistente y positiva, apoyo afectivo, cosas que contribuyen a la adaptación conductual y desarrollo psicológico positivo del adolescente.

    El periodo de desarrollo humano que cubre la adolescencia es considerado crucial, ya que marca el término de la niñez y tiene como meta completar el complejo proceso de romper los lazos de dependencia infantil y lograr un proyecto de vida e identidad propio.

    El desarrollo biológico, cognitivo y psicosocial que logren desarrollar los adolescentes determinara la forma en que vivirán su vida como adultos.

    La adolescencia es la segunda etapa vulnerable del ciclo vital y donde se adquieren la mayoría de los hábitos, mismos que pueden tener consecuencias para la salud a largo plazo originando conductas de riesgo como tabaquismo, sedentarismo, malnutrición, consumo de drogas adictivas, actividad sexual sin protección, las cuales tiene repercusiones biológicas y psicosociales negativas como deserción escolar, embarazo, obesidad, complicaciones metabólicas, drogadicción, pobreza, comienzo de enfermedades crónicas como diabetes incluso invalidez o muerte como los accidentes suicidios y homicidios.

    Las conductas de riesgo pueden ser potencialmente prevenibles en la adolescencia temprana, pero se ve a nivel mundial una franca tendencia al aumento y motivo de preocupación para las autoridades de salud, esta claro que es una etapa de gran importancia en términos de consolidar formas de vida que permitan mantener la salud física y mental y retrasar el daño.

    La familia cumple varias funciones importantes en el desarrollo de sus miembros, modela sentimientos, ofrece patrones de conducta, pautas y normas de convivencia, un adecuado vínculo y funcionamiento familiar con disponibilidad de tiempo de los padres hacia los hijos, comunicación, rituales familiares, cohesión, adaptabilidad y actividades en conjunto se han descrito como factores que disminuyen significativas las conductas de riesgo de los adolescentes.

    El proceso de socialización familiar se reconoce como uno de los factores determinantes en la aparición y mantenimiento de las conductas de riesgo, al constituirse en la base del desarrollo de las características individuales del adolescente tales como su personalidad, autoconcepto, valores y habilidades de comunicación entre otros.

    La falta de internalización de normas y solución dialogada de conflictos en las relaciones interpersonales familiares, dificulta la adaptación afectiva y aumenta la probabilidad de conductas autodestructivas y de riesgo en el adolescente.

    Se han identificado algunos factores de riesgo individual como la falta de autocontrol, baja autoestima, bajo rendimiento escolar, deserción escolar y ausencia de plan de vida, asociados a conductas de riesgo como la depresión, adicciones e ideas suicidas, que se asocian a familias con bajos niveles de cohesión, desapegadas de menores ingresos, con una escasa contención emocional brindado escaso soporte para enfrentar las tareas propias de esta etapa.

    Hasta aquí la teoría, falta la práctica, el cómo. Será la próxima, con el favor de Dios.