"Alfa y Omega"
Padre Esteban González Lara
San Pedro y San Pablo
1.- El guía y el expositor
¿Pedro y Pablo, por qué son tan importantes estos dos apóstoles? La respuesta no las da el prefacio de la Misa: "Pedro es nuestro guía en la fe que profesamos; Pablo, expositor reclamo de los misterios. Pedro consolidó la Iglesia primitiva con los israelitas que creyeron; Pablo fue preceptor y maestro de los paganos, que Dios quería llamar a su Iglesia".
Jesús, al cambiar de nombre a Simón por el de Pedro, es decir piedra, le confía una misión muy especial; ser el continuador inmediato y personal del mismo Jesús, quien es la piedra angular. Por tanto, Pedro es el vicario de Cristo, el que hace sus veces, el que continúa su misión al frente de la Iglesia. En consecuencia, sobre Pedro, en representación de Cristo, se edifica la Iglesia.
Esto contiene algo muy trascendente: Quien acepta a Cristo como su salvador, debe aceptar también a Pedro. Quien rechaza a Pedro, rechaza la voluntad explícita de Cristo. Por tanto, a una Iglesia que no esté cimentada sobre Pedro, le falta algo que previó el mismo fundador de la Iglesia. Esto no significa que todo lo demás de Cristo que esas Iglesias tienen sea falso.
Por ejemplo, la Iglesia Católica reconoce como auténtico el bautismo que celebran la mayoría de las confesiones cristianas. Es verdadera su adhesión a Jesucristo, como único Salvador. La vivencia de la fe, de la esperanza y del amor fraterno es un signo de sincero cristianismo. Sin embargo, les falta un elemento básico y fundamental, para ser fieles a la Iglesia tal y como Cristo lo quiso. Sin Pedro se puede ser la verdadera Iglesia de Cristo?
El otro apóstol, Pablo, tiene la misión de extender la Iglesia hacia quienes no eran judíos, sobre todo a los griegos y romanos. De esta manera, ambos apóstoles encabezan la Iglesia. Pedro da la seguridad de la fe. Pablo la difunde por todas partes. Pedro es el centro de la unidad en la Iglesia. Pablo da la dimensión misionera. Pedro preside en el nombre de Cristo. Pablo hace llegar el Evangelio más allá de las fronteras judías.
2.- El primer Papa
El Romano Pontífice, a quien también le llamaos El Papa, El Santo Padre, Su Santidad, El Vicario de Cristo, El Sumo Pontífice, es el Sucesor de Pedro. Por tanto, su tarea es la misma de Pedro; consolidar la Iglesia, encabezarla, darle unidad, interpretar con autoridad la Palabra de Dios, para que no la interprete cada quien como quiera y se traicione la autenticidad del mensaje. ¡Qué gran regalo para la Iglesia es el Papa! para quienes tenemos fe en lo que Jesús estableció, estar con el Romano Pontífice nos da la seguridad de estar con Cristo, de seguir el camino verdadero y no exponernos a que cada quien interprete el Evangelio como su inspiración le mueva, ni que surjan tantas Iglesias cuantos interpretaciones bíblicas sean posibles.
Los obispos y sacerdotes tampoco somos dueños de las diócesis o parroquias, y no las podemos presidir guiados sólo por nuestras ideas personales. Debemos estar en comunión eclesial con los obispos, y en particular con el Romano Pontífice, que es la garantía de la unidad de toda la Iglesia. Prescindir, es exponerse a hacer Iglesias separadas, autónomas, independientes, lo cual es lo más contrario a la voluntad de Jesucristo.
La misión de un sacerdote es servir de puente, de comunión en la Iglesia. Por ello , es importante dar a conocer el magisterio del Papa a sacerdotes, religiosas y fieles laicos, así como crear lazos de relación sincera y filial, como una obediencia adulta, como expresión de fe. Al mismo tiempo, la comunicación eclesial exige también hacer llegar al Papa y a sus inmediatos colaboradores tanto la información sobre las realidades que se viven en cada una de las Iglesias particulares, como las exigencias de un pastoral diversificado e inculturada. La Iglesia es una , pero no uniforme. La universalidad de la Iglesia incluye las legítimas diferencias, dentro de la necesaria unidad en los fundamental de la fe y del amor.
3.- Conclusión
Pidamos al Espíritu Santo que fortalezca al Papa; que le conceda salud y sabiduría, para seguir desempeñando el ministerio que se le ha confiado. Pidamos también porque nuestra diócesis crezca en comunión eclesial con el Sucesor de Pedro y con sus colaboradores, que le ayudan al gobierno universal de la Iglesia. Y pidamos porque la Iglesia sea fiel a Jesucristo y a la humanidad, a la que debemos servir con la luz y la vida del Evangelio.
En este Año Jubilar Paulino que iniciamos, ojalá que comprendamos la doctrina de Cristo nuestro Señor, así como la entendieran y vivieron los apóstoles.
¿Qué voy a realizar para profesar la fe de San Pedro y la entrega de San Pablo?