MÉXICO (NTX)._ La pequeña judía Ana Frank, quien para huir de la barbarie nazi vivió encerrada en una casa en Holanda, de la que un retoño del árbol que veía en el patio trasero fue sembrado el martes en España, como símbolo de la paz, nació el 12 de junio de 1929 en Frankfurt, Alemania.
El tallo del castaño que veía la pequeña que contó en su diario las vivencias que pasó por la persecución del régimen de Adolf Hitler, fue sembrado en el Parque Juan Carlos I de Madrid, también como recordatorio de las luces y sombras que es capaz de crear el hombre.
Ana Frank fue la hija menor de la familia formada por Edith y Otto Frank, que además tuvo otra niña, Margot, tres años mayor que Ana. La familia judía huyó del país después de la llegada al poder de los nacionalsocialistas, en 1933, con Adolfo Hitler a la cabeza.
Se trasladó a Holanda, a Amsterdam, donde se suponía a salvo de la persecución nazi. Ahí, el padre de la pequeña Ana trabajó en la empresa Travies NN. V. y fundó su propio negocio.
Sin embargo, la expansión guerrera en Europa de los nazis ocasionó que en 1942 la familia Frank se ocultara, junto con otros cuatro exiliados, en las habitaciones traseras y aisladas de la casa que la familia tenía detrás del edificio donde trabajaba Otto Frank.
Durante 25 meses ese fue su mundo, en él transcurrieron las horas y los días, mientras Ana registraba sus vivencias y temores en su diario, escrito sobre un cuaderno de tapas con cuadrículas rojas.
El lugar del escondite de la familia fue descubierto en 1944 y todos fueron detenidos y deportados. Después de pasar por los campos de concentración de Westerbork y Auschwitz, Ana Frank fue a parar al de Bergen-Belsen.
Hacia marzo de 1945, antes del fin de la guerra, Ana falleció víctima del hambre y la tifus en dicho campo de concentración, liberado por tropas británicas un mes después de su deceso.
Sin embargo, su testimonio no se perdió, como muchos otros, debido a que el diario que escribió durante esa época, en el que describió sus penosos años de reclusión, fue descubierto por su padre.
Tiempo después fue publicado por él mismo, el único sobreviviente de la familia, y adaptado a teatro en 1956, por Frances Goodrich y Albert Hackett, y al cine en 1959, por George Stevens, entre otras muchas representaciones que se han hecho hasta la fecha.
Este testimonio, traducido a más de 55 idiomas, se ha convertido en un símbolo del sufrimiento causado a los judíos por los nazis.
Además, la pequeña fue elegida entre las 100 personas más influyentes del Siglo 20 por la revista Time, ya que llevó el mensaje de esperanza a millones de personas.
MUSEO
En 1960 la vivienda de Ana Frank en Amsterdam, lugar donde se refugió junto con su familia de los nazis, abrió sus puertas como museo.