"Arte con rostro de mujer"
MÉXICO (UNIV)._ Hay cuatro propuestas de tres creadoras contemporáneas que hacen más diverso, amplio y complejo el retrato femenino que se perfila en la exposición El rostro de la mujer. Un recorrido del Siglo 14 al 21, que abrirá el 5 de julio en el Museo Nacional de San Carlos.
En medio de cerca de 70 pinturas que representan la maternidad, la belleza clásica, la falta de expresión, la sumisión y el poder masculino, las obras de tres artistas mexicanas vivas expresan cómo a la mujer contemporánea no se le representa ya a partir de un dibujo literal.
Estos otros rostros pueden ser la expresión de una idea o muchas ideas: desde un elemento que las identifica -como lo son las medias de nylon-, hasta una revisión crítica del lugar de ellas para la religión o a partir de las creaciones de una artista frente a la violencia del país.
Son Marta Palau, Betsabeé Romero y Teresa Margolles las otras mujeres presentes en la exposición. En una muestra donde abundan los retratos clásicos, barrocos, con personajes cargados de atavíos de época, decorados, ambientes de salón, miradas llenas de devoción, jardines exquisitos y contextos que no le hacen daño a nadie, que son en su mayoría de artistas europeos, académicos, hombres -aunque en buena parte, anónimos- el espectador se encontrará con este espejo del arte actual.
Sólo en la Nueva España, hoy México, y en la que fuera la Nueva Granada, actualmente Colombia, hubo esa tradición de representar retratos de las monjas coronadas, ritual que tenía lugar al ingresar al convento o al fallecer. Esta tradición la expresa e investiga desde hace más de 15 años la artista Betsabeé Romero, quien en el Museo Nacional de San Carlos presentará las instalaciones Retratos de monjas coronadas y Globos de Santoya.
Las dos obras miran al pasado de aquellas mujeres, "niñas" -precisa la artista- que ingresaban a los conventos y terminaban por ser parte del inmueble, de las columnas, de la arquitectura, pero también persiguen llevar a la pregunta por el lugar de las mujeres hoy en esos centros de encierro y, en general, para las religiones e iglesias.
"Ha habido más énfasis acerca de las patologías de sacerdotes pederastas, pero las monjas han padecido y padecen una represión digna de ser cuestionada. Parece un tema anticuado pero no lo es, se trata de la educación laica, hay que traer a la memoria el encierro de estas mujeres", dice Betsabeé Romero.
Como en el Retratos de monjas también hay un diálogo con pinturas del pasado en la obra de Marta Palau. Cascada, que aparece en la sala frente a la pintura del Siglo 18: Diana sorprendida en el baño por Acteón, es una instalación hecha a partir de medias de nylon que fue creada en 1978 por la artista (nacida en España en 1934, pero afincada en México).
Esta es una pieza de la UNAM que, en el texto del catálogo de la exposición, dedicado a las obras contemporáneas, Angélica Abelleyra describe de la siguiente manera:
"Río, salto, caída; fetiche que nos transporta a largas piernas femeninas o a líquido masculino dador de placer y vida, la instalación es presencia que emana aires envolventes. Ofrenda un paisaje acuoso donde Palau investiga en los conceptos mágicos y sensuales de la vida".
Finalmente, la exposición registra uno de los trabajos de Teresa Margolles en torno a la violencia; no es una pieza puesta en diálogo con otras de la muestra ni tampoco es una obra que en esencia persiga reflejar el rostro femenino. Se llama En el aire y es una obra de 2003 que pertenece a la colección de Patrick Charpenel y que está en comodato en el MUAC.
Carmen Gaitán, directora del MNSC, describe que es un obra hecha de pompas de jabón que salen del agua con que se limpian los cadáveres del Semefo.
Acerca de la presencia de estas artistas contemporáneas en la muestra, Gaitán dice que la museografía incluye poner en sitios estratégicos espejos para sugerir la pregunta ¿quién es hoy el que nos visita?, ¿cuál es su parte femenina?
"Es una exposición de corte femenino y feminista. Son cortes a partir de los cuales el público podrá estar ante una obra contemporánea; no podemos limitarnos a hacer exposiciones contemplativas, sino que provoquen algo más. Quisimos que estuvieran tres artistas contemporáneas como referencias; si por una parte está el arte internacional, europeo, de siglos atrás, es necesario saber qué dicen nuestras mujeres artistas hoy", indicó.
El detonante
Las siete virtudes, una pintura de 1550, de Pieter de Kempener, donde siete rostros de mujeres representan la esperanza, la caridad, la fe, la templanza, la fortaleza, la justicia y la prudencia fue detonante de la exposición El rostro de la mujer en la historia del arte.
En esta muestra son singulares también la pintura de Francisco de Goya de una niña, que tiene un rostro muy distinto al de los personajes duros que le caracterizan (se llama Retrato desconocido); al igual que son claves dos cuadros medievales con motivos religiosos o la señora Freeman, retrato del siglo 19, de John Everett Millais o la pintura hecha por una mujer, Elizabeth Lebrun Vigge, Retrato de dama, que data de 1795, y que según el curador de la muestra, Marco Silva Barón, representa ya un retrato de género, con una mirada femenina, como una persona que expresa su personalidad.
Tampoco hay que perderse la pintura, nunca antes vista en México, que Amadeo Modigliani hizo de Marevna, Marie Vorobieff-Stebelska, artista rusa que tuvo una relación con Diego Rivera y con quien, además, se dice, tuvo una hija que se llamó Marika. La pintura es de un coleccionista mexicano, privado, que aceptó prestar la obra.
Figuran también pinturas de Jean Honoré Fragonard, Francisco de Zurbarán, El Tinttoretto, Pelegrín Clavé, Pedro Rivera, Joaquín Sorolla, Germán Gedovius y el mexicano Ángel Zárraga; se trata de obras provenientes de colecciones particulares, así como de los museos San Carlos, Nacional de Arte, del Virreinato, Franz Mayer, y los estadounidenses de Arte de Houston y de Arte de Colombus, Ohio, y de la UNAM.
La muestra está puesta cronológicamente, salvo por aquellas piezas contemporáneas.
"A lo largo de la exposición se empieza a ver que la mujer se transforma, tiene emociones, rostro propio, se define como una mujer con sus características, sus emociones, ya no sólo un objeto decorativo. Transitamos de mujeres totalmente cubiertas a mujeres libres", dice Carmen Gaitán.
Silva Barón explica que el origen de la representación de la mujer obedece a relaciones religiosas.
"Vamos a ver como constantes de representación a la mujer dentro de la historia divina, la mujer en el espacio privado y como representante de ideas o conceptos abstractos: la belleza, la virtud, la justicia, la verdad, el honor".
INAUGURACIÓN
La muestra se inaugurará el 5 de julio, en el Museo de San Carlos, ubicado en Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera, en la Ciudad de México.