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"LETRAS PARA LA MEMORIA"

"'Ataque a la piedad'"

"La novela en mención, rinde homenaje al género lírico con personajes inolvidables como "Homero", de "La Ilíada", "Dios", el "Diablo" y las "Arpías", protagonistas que le dan un toque fresco a la historia y nos recuerdan al inmortal Satiricón"
16/11/2015 10:33

    Melly Peraza

    "Los grandes amantes, no tienen hijos. Ni 'Isolda', la de las blancas manos y rubios cabellos, tuvo hijos de 'Tristán'. 'Nefertiti' no dio hijos a 'Akenatón'. La pasión que lo llena todo no obedece a las leyes de la naturaleza sino a las del espíritu", Ernestina Yépiz.
    Escribir sobre escritores sinaloenses, nos obliga a rescatar del pasado a cuentistas, poetas, ensayistas y narradores como Inés Arredondo, Enrique González Martínez, Dámaso Murúa, Gilberto Owen, Ramón Rubín y otros. Reconocer a la generación actual de novelistas que, con el apoyo del Instituto Sinaloense de Cultura, han publicado una gran cantidad de obras literarias, también es inexcusable. Entre éstas, figura la última novela escrita por Aleyda Rojo, titulada: "Ataque a la piedad".
    Aleyda es una novelista que se ha formado a base de lectura, disciplina y perseverancia y ha ganado varios premios. La novela en mención, rinde homenaje al género lírico con personajes inolvidables como "Homero", de "La Ilíada", "Dios", el "Diablo" y las "Arpías", protagonistas que le dan un toque fresco a la historia y nos recuerdan al inmortal Satiricón.
    Una narración corta, fuerte, con personajes de apariencia débiles, que al conocerlos resultan ser dominantes y apasionados, casi salvajes. Un invidente enamorado que obliga a preguntarnos: ¿Existe la eternidad después de morir?
    "Ataque a la piedad" engancha al lector y lo lleva de un extremo a otro, entre el deseo, la lujuria y la compasión. Invita a explorar, escudriñar nuestro interior, a encontrarnos, a buscar las similitudes de esa naturaleza humana que presumen los personajes, la esencia natural de guerreros que llevamos en nuestro inconsciente.
    La narradora expresa que "Escribir es una forma de enaltecernos e incursionar en otras vidas que quisiéramos haber tenido".
    "Homero" en sus cantos dijo: "Los dioses tejen desventuras para los hombres, para que las generaciones venideras tengan algo que cantar", otra cita posterior de Mallarmé, repite lo que dijo "Homero": "Todo cuanto sucede, queda en los libros".
    El escenario de la historia es una pequeña isla, pero no una isla cualquiera, sino un lugar casi sagrado donde se viven las pasiones y las pesadillas más intensas, y los sueños son un lujo prohibido para muchos, sobre todo para un invidente. Una isla donde se sublevan y retuercen los ardores y placeres del cielo y el infierno. Un paraíso donde se vive al filo de un abismo.
    Aleyda Rojo manipula los sentimientos de sus personajes de una manera tan real, que en momentos nos parece cruel y despiadada. Muestra cómo se transfiguran entre el amor, la lujuria y los celos, sin saber si en realidad transitan en el cielo o el infierno.
    La autora nos concede una pauta para que reflexionemos lo inhumanos que podemos ser algunas veces con los incapacitados, aunque nos superan en muchas cosas, y lo mismo ríen, sueñan, se enamoran y lloran.
    "Gloria": una hembra hermosa, soñadora y enamorada de un sólo hombre. Una mujer compleja como tantas, pero con el brillo especial que le otorga el poder del amor. Navega en un mar de exaltación por "Hombre" (su pareja), un especimen depredador de hembras, quien se jacta de que no hay una sola mujer en la isla que no le haya pertenecido.
    "Gloria" se siente abandonada, la trastorna la angustia y su aspiración fallida de parir un hijo de "Hombre". Aquí, surge otra pregunta: ¿Cuánto puede afectar a una mujer imbuida en la falsa idea de que ser madre es su única realización, y la naturaleza le niega la maternidad?
    "Hombre": amante de "Gloria", por quien ella desespera, llora y sufre, el infiel macho fornicador quien tiene hijos regados por toda la isla, aunque no reconoce a ninguno como propio.
    "Homero": el invidente vejado, burlado, apedreado con fruta podrida por los chiquillos vagos. El pordiosero enamorado de un espejismo llamado "Gloria", de su olor, de las imágenes que le han trasmitido los isleños: "Es como una yegua briosa recién lavada con nalgas altas y macizas" le dicen. Mientras ella sueña con "Hombre", "Homero" sueña con ella, con sus nalgas grandes y duras, con su andar armonioso.
    Protagonistas insólitos: un cuarteto de arpías manipuladoras, y a la vez manipuladas por la narradora como seres presos de los peores disturbios mentales y el miedo de ser lo que son y no lo que quisieran ser.
    "Ataque a la piedad" obliga al lector a ponerse en el zapato del ciego enamorado, y genera una explosión de preguntas y emociones inesperadas.
    "Lachupa": una hembra astuta e impredecible, ladrona de almas, transportadora de cadáveres y encaprichada con "Homero". Se mueve a sus anchas por los "rincones" de la isla y conoce a todos los isleños. Regala a los lectores una dosis de buen humor a pesar de su macabra tarea: se encarga de recolectar cadáveres de náufragos, los clasifica y los pone en cajas de cartón en las cuales escribe con crayones rojos el nombre del destinatario: ("Dios" o "Diablo") (Cielo o Infierno) Nunca sabemos quién propone tal decisión o veredicto. Su terquedad por conquistar al ciego no le aporta buenos resultados. "Homero" la detesta por su trabajo y porque ella constantemente lo amenaza con matarlo de tristeza o de amor y transportarlo al infierno.
    "Marco", un niño de 8 años, flacucho y desnutrido, que por propia voluntad se convierte en el Lazarillo incondicional de "Homero". Nadie sabe de dónde llegó. Apareció en la isla y se solidarizó con el ciego, y deciden cuidar uno del otro. "Marco" le regala un toque ingenuo y fresco a la narración. Cuando "Homero" le pregunta por su origen, él responde: soy hijo de nadie. "Homero", replica: "Te entiendo, ser huérfano también es una forma de ceguera. Aunque yo tengo mejor vista que tú y muchos que presumen ver, yo sí 'veo' de dónde apareciste".
    "Dios", el "Diablo", "Lachupa", las "Arpías", son partícipes necesarios en la narración. En sus conversaciones y alegatos, la metáfora y la lógica aparecen constantes, firmes, concluyentes.
    Sin darnos cuenta, nos solidarizamos con "Homero" y su inseparable amigo "Marco", y nos convertimos en sus admiradores secretos.
    Aleyda Rojo convierte a estos personajes en una pareja inolvidable, al grado que nos hace descartar que son ficticios, no por la ceguera de uno y la agudeza del otro, sino por la fuerza que asumen juntos al enfrentarse al mundo.
    Su discrepancia sobre el misterio de la "eternidad" lleva a "Homero" a buscar al "Diablo" para que le dé la respuesta, de que es vecino de Dios, aunque jamás se han visto el rostro.
    "No hay cosa más aburrida que la eternidad, le dice: porque es pasar siglos y siglos sin esperanza de morir", "Me chocan los humanos porque creen que Dios es un comodín disponible para cumplir antojos. Aléjate de él y propaga que es un producto caduco y quien se anime a consumirlo corre el riesgo de intoxicarse".
    La respuesta no lo satisface y decide buscar a "Dios" para que responda su interrogante, ya que la pregunta sigue rebotando en su cerebro. Se topa con "Lachupa", y ésta se burla y le dice que ni siquiera lo busque, porque "Dios" es un viejito aburrido y aflojerado que nunca sale de su finca y practica el mutismo, que ella sólo lo ve cuando le lleva "mercancía". Finalmente, "Homero" decide que la eternidad no sirve para nada.
    "Ataque a la piedad" también nos regala una buena dosis de: compasión, solidaridad, ternura y justicia, cuando al final el ciego vive la más maravillosa experiencia de su triste vida.