"Bolshoi, el lado oscuro del ballet"
MOSCÚ (UNIV)._ Las historias de venganza en el Bolshoi se remontan a varios siglos atrás: la rival que escondió un reloj despertador entre el público, programado para sonar durante la escena de locura de Giselle, o la que lanzó un gato muerto en lugar de flores al escenario cuando bajó el telón. Hay rumores de agujas insertadas en trajes, para ser descubiertas a media pirueta, o (lo peor) vidrios rotos ocultos en la punta de una zapatilla.
Sin embargo, esta ciudad amante del ballet se despertó el viernes 18 de enero para enterarse de un horror especial. Un hombre enmascarado había arrojado ácido al rostro de Sergei Filin, director artístico del Bolshoi, que le causó quemaduras de tercer grado y dañó severamente sus ojos.
Aunque los oficiales de policía señalaron que exploraban algunas teorías, incluyendo disputas por dinero, sus colegas en el Bolshoi dijeron que sospechaban de celos profesionales.
El día del ataque con ácido, Filin se reunió con el director general del Bolshoi, Anatoly Iksanov, y le confió que empezaba a preocuparse por la seguridad de sus hijos.
"Sergei me dijo que tenía el sentimiento de que estaba en la línea de fuego", dijo Iksanov en una rueda de prensa tras el ataque.
"Yo le dije: 'Sergei, yo he estado en la línea de fuego los últimos dos años; es parte de nuestra profesión, la profesión del liderazgo, así que es normal'".
Venenosas luchas internas
El ataque a Filin provocó un examen de conciencia. El Bolshoi es un lugar venerado en Rusia; cuando su escenario histórico se reabrió en 2011, tras una restauración de seis años, la élite del País se acomodó en palcos tapizados en carmesí, y cientos de personas menos afortunadas -taxistas e intendentes- permanecieron de pie en la calle durante horas en una noche fría y ventosa para ver la función en una pantalla.
El liderazgo del ballet ha experimentado venenosas luchas internas recientemente, al tiempo que una serie de directores lucharon para poner su sello sobre una compañía profundamente tradicional.
Hace dos años, el director de la compañía, Gennady Yanin, renunció después de que un mensaje con una liga a la web que mostraba imágenes sexualmente explícitas de alguien que se parecía a él, fue enviado a direcciones de correo electrónico en Rusia y otras partes.
En 2003, la compañía llegó a los titulares internacionales cuando despidió a la primera bailarina Anastasia Volochkova por estar pasada de peso.
Volochkova, quien pesaba 49 kilos en ese momento, demandó al Bolshoi. Una Corte de Moscú ordenó a la compañía recontratar inmediatamente a la bailarina y compensarla con miles de dólares por daños. Pero aunque Volochkova aún pertenece al Bolshoi, éste no le ha ofrecido un solo papel desde 2004.
Filin, de 42 años, firmó un contrato de cinco años como director artístico en 2011.
"Después del escándalo de la salida de Yanin, fue visto como el puente político y cultural que se necesitaba, ya que combinaba el 'pedigrí' de un bailarín del Bolshoi con una trayectoria como innovador en la compañía de segundo nivel de Moscú, el Ballet Stanislavsky Nemirovich-Danchenko", escribió Judith Mackrell, crítica de danza, para el periódico británico The Guardian.
Blanco de resentimiento
Una de las primeras decisiones importantes de Filin fue contratar a David Hallberg, del American Ballet Theater, como bailarín principal, el primer estadounidense en tener ese codiciado estatus, que típicamente se ha concedido a bailarines entrenados en Rusia.
El liderazgo de Filin no ha destacado como particularmente controvertido, aunque sufrió un revés en 2011, cuando dos de sus estrellas, Natalia Osipova e Ivan Vasiliev, dejaron el Bolshoi por una compañía menos conocida en San Petersburgo, el Teatro Mikhailovsky.
Anastasia Volochkova, ex bailarina del Bolshoi, dijo que el poder de Filin de asignar papeles lo convertía en el blanco de resentimiento ocasionalmente apasionado.
Un conflicto latente ha involucrado a Nikolai Tsiskaridze, popular bailarín principal que el año pasado criticó severamente la reconstrucción del Teatro Bolshoi y ha chocado públicamente con el liderazgo de la compañía desde entonces.
Un grupo de sus partidarios envió una petición al Presidente Vladimir Putin, en noviembre, solicitando que Tsiskaridze fuera nombrado director del Bolshoi.
La noche del ataque Filin volvió a su hogar después de las 23:00 horas y abría la puerta de entrada al patio de su edificio cuando se le acercó un hombre con una máscara que le aventó ácido en la cara.
Alexei Ratmansky, uno de los predecesores de Filin como director artístico y ahora artista en residencia en el American Ballet Theater, escribió en Facebook que el incidente no fue una coincidencia.
"Muchas de las enfermedades del Bolshoi son parte de una 'bola de nieve': el odioso grupo de personas congraciadas con los artistas y contratadas para aplaudirlos, especuladores y revendedores de boletos, fanáticos medio locos dispuestos a degollar a los competidores de su ídolo, hackers cínicos, mentiras en la prensa y entrevistas escandalosas con personas que trabajan allí".
EL CASO
El director artístico del Bolshoi, Serguei Filin, fue atacado por un enmascarado que le roció la cara con ácido.
Katerina Novikova, secretaria de prensa del teatro, afirmó que Filin empezó a recibir amenazas poco después de asumir su puesto.