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Columna

Crisis, aprovechemos las circunstancias

EDUCACIÓN EN LA FAMILIA

    Creo que desde que tenemos uso de razón los adultos estamos escuchando que hay crisis, casi siempre fueron económicas o de gobernabilidad, en fin, que no nos suena a que nunca, pero hoy tenemos muchas juntas y todas nos asustan y si no es que no acabamos de darnos cuenta de la gravedad de cada una.

    Violencia incontrolable, pandemia, economía a causa de la anterior, sequía, política y familiar. Todas muy serias y al mismo tiempo.

    Es lo que tenemos y como dice el dicho “Con estos bueyes hay que arar”. O lo que es lo mismo: “Con esto hay que educar”, como siempre, primero nosotros, si nos damos a la desesperación ni se logra salir ni nada, perder el control no es la opción, y sí lo es poner en práctica o adquirir virtudes o hábitos buenos que ayuden a sacar provecho y no desfallecer, tenemos la obligación de marcar la pauta de cómo actuar de manera apropiada, que significa: no desesperanza, no mal genio, no violencia, no frustración, no tristeza.

    La desesperanza se puede entender si no hay trabajo y no se encuentra manera de llevar comida a la familia, pero no sirve de nada y hace un mal ambiente familiar, hay que tener en mente “no hay mal que dure 100 años, ni quién lo soporte”, pero no podemos tirarnos a esperar que llegue del cielo lo que yo quisiera a mi altura, a lo mejor es momento de salir de la zona de confort y aprender otras cosas, chance y hasta gusten más, en lugar de ser víctimas plañideras.

    Cuando nos dejamos llevar por los estados de ánimo negativos, terminamos de genio, no sirve si empeora las situaciones, muchas familias están pasando muy malos momentos y no pocas terminarán en fractura por tomarse las situaciones como ofensa personal y que todos paguen.

    Aquí hay que desarrollar la virtud de la alegría sabernos reír de las situaciones y de nosotros mismos ayuda mucho a bajar rayitas de intensidad y ver desde otra óptica. Es el momento de ponernos a jugar, bailar y cantar son gratis y educan mucho, entre más se juegue más aprenden los hijos y nosotros, es el momento, hay muchas cosas que no podemos hacer ahora, pero esto sí, jugando se aprende a hacer cosas más fácil pero también a convivir, platicar, entender, conocer a los otros y saber cómo ven, todas cosas muy importantes.

    Es el momento en que debemos aprender a valorar lo que es importante, las cosas que tanto afán nos dan, a la hora de dejar este mundo o simple enfermamos, o alguien cercano y querido, no sirven, no utilizamos nuestra ropita elegante todo el año pasado, ni esos zapatos que nos encantan, ni joyitas, nada de lo que acumulamos y no morimos por no usarlos, nuestros antojos debieron suspenderse y no pasó nada, entonces enseñemos y aprendamos a dar gracias por lo que si tenemos que con seguridad es mucho más de lo que nos damos cuenta hay que reflexionar junto con los hijos descubrir más y más cosas de las que si tenemos que dar gracias.

    Nos vimos obligados a modificar nuestra manera de compartir con los demás, de trabajar, de hacer planes, nuestros hábitos y horarios, no ha sido fácil tener varias aulas y oficinas en el mismo espacio, más evitar que ladren los perros del vecindario, grite el del agua, llore el bebé y se guise, haga el aseo y la lavadora lo haga en silencio y eso contando con Internet en casa, que otros es desde un teléfono y sus datos en la banqueta. Cambio nuestro tiempo libre, muchos comenzaron cursos de algo que se les antojaba, otros hobbies nuevos, o a arreglar los desperfectos de casa de los que nunca se tenía tiempo.

    Le falta al encierro no será tan encerrado, pero muchas cosas no regresarán como eran, se nos viene sequía seria, con la economía con gran inflación, falta de trabajos al menos de los que teníamos como nuestro campo, habrá que inventar, alimentos van a faltar y serán más caros porque vienen de lejos, tendremos que cuidar el agua, el dinero, lo que tenemos que no se desperdicie o descomponga por mal uso, aprender a cuidar lo que antes era de usar y tirar.

    Lo importante es no dar por hecho nada, y aprovechar cada instante de nuestros días, comenzando por no quejarnos ni malmodear a los otros, no llevan a mejorar nada. Y para todo esto contar con los hijos explicar las situaciones a la medida de su edad, pero que quede claro que no hay manera de antojos, no valen los berrinches, que tienen que ayudar a cuidar todo, a ser ordenados si todos desordenan en la casa no queda lugar para vivir y todos se ponen enojados si no encuentran lo que necesitan, que tener que comer es muy bueno aunque no nos encante lo que se come y compartir, mucha gente no tendrá que comer.

    Y si bien la tecnología nos ha facilitado mucho en el encierro no es correcto desaprovechar la convivencia familiar, los juegos de antes, etcétera, por estar siempre conectados, por la salud mental de hijos y padres déjenlos fuera con horario.

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