"Cumple 50 años de ministerio"
Era monaguillo en su natal Distrito Federal, cuando Raúl Blanco Curiel sintió que el camino del Señor era el que debía seguir su vida. Escuchó el llamado, vino a Sinaloa y fue uno de los tres primeros sacerdotes ordenados de la recién conformada Diócesis de Culiacán.
"Nosotros habíamos terminado Teología y nos iban a ordenar en julio de 1958, y el señor Obispo Lino Aguirre nos dijo que mejor nos ordenaría en enero, porque en ese tiempo le llegó el decreto de la división de la diócesis , y nos podrían llevar a Mazatlán", recuerda.
Hijo de Jesús Blanco y Otilia Curiel, él mecánico y ella dedicada al hogar, Raúl llegó a Culiacán cuando tenía 16 años, cargado de sueños e ilusiones por dedicar su vida al servicio.
Su tío, el sacerdote Eliseo Macías, fue una figura determinante en su vocación.
"Por el trato con él nació la vocación. Mi madre decía 'cómo quisiera tener un hijo sacerdote' y yo era monaguillo en Tacuba, como a los 8 ó 10 años. Y vine a dar a Culiacán porque él era muy amigo del Obispo Lino Aguirre, y conseguía vocaciones".
Los inicios
Consciente de la necesidad de sacerdotes en la provincia del país, prefirió el Seminario de Culiacán al de Guadalajara y luego de un viaje en tren de 32 horas, a los 16 años llegó.
La sede del Seminario estaba entonces por la calle Ángel Flores y ahí se sintió en familia, cuando se cambiaron a la colonia Tierra Blanca fue partícipe de su construcción.
"El Seminario de Tierra Blanca lo hicimos, acarreamos arena, ladrillos, si nos castigaban por algo, teníamos que hacer castillos y de ahí nos íbamos a bañar al río", comenta.
Entonces, la formación sacerdotal era muy humana, dice, quizás no había tanta preparación en los profesores sacerdotes como hoy en día, lo cual lo compensaba la convivencia.
"Uno convivía con los superiores y ahora no, el rector Monseñor Rogelio fue como un padre para nosotros", señala.
Aquella época, recuerda divertido, era chofer en el Seminario y tenían una camioneta a la que llamaban El Percance.
"Porque salíamos al tomate, a la leña o por vacas y a veces no regresábamos porque se nos descomponía. Varias veces llegué a quedarme toda la noche en carretera, como por Costa Rica cuando fui por tomate; al rumbo de Pericos, cuando fui por vacas", dice.
"Nos quedábamos tirados hasta que iban por nosotros. Alguno se venía a pie o buscábamos raite, para avisar, no había otra forma de comunicarnos y ya iban por nosotros con un mecánico".
La ordenación
Aunque nunca tuvo momentos de flaqueza, lo más difícil para Blanco y dice que para todos los sacerdotes, es la renuncia a otro estado de vida. Dejar atrás a los padres y los hermanos, extrañar a la familia, aunque eso se ve compensado con la entrega a las personas.
Y acompañado siempre por la fortaleza que da el acercamiento con Dios, llegó el día de su ordenación, el 11 de enero de 1959, y junto con él José Oceguera y Francisco Vargas fueron ordenados por el Obispo Lino Aguirre García. Ese día vinieron sus papás y sus hermanos y se quedaron a vivir en Culiacán.
"Mis padres vivieron conmigo hasta que murieron. Mis hermanos aquí se casaron", apunta.
Cuando llegó a La Divina Providencia, hace 19 años, sólo había un tejabán y le tocó construir el templo, con la colaboración de los fieles en rifas, kermeses y donativos.
"La gente en Sinaloa es abierta, sincera, deseosa de escuchar la palabra de Dios", añade.
Y esa percepción la ha tenido desde el día en que se ordenó, cuando ofició en el templo del Carmen, en Navolato y Santa Rosa de Lima. También cuando lo asignaron al Secretariado de Evangelización, de tiempo completo, y durante 18 años dio cursos de formación humana y andaba por las rancherías.
"Esa experiencia es la que más recuerdo, de mucha convivencia con la gente, que es lo que le da a uno más ánimos. Y luego la disposición de las personas a trabajar en los grupos y en beneficio de la comunidad".
A los 50 años de servicio ministerial, Monseñor Blanco llega contento y agradecido, sobre todo por el don de la vida y lo celebrará con una misa hoy, a las 12:00 horas, en el templo de la Divina Providencia, en la colonia Emiliano Zapata.
DÍA NORMAL
Monseñor Raúl Blanco Curiel atiende las colonias Amistad, 5 de Febrero y Siete Gotas y Emiliano Zapata.
NOVICIADO
Cuenta Monseñor Blanco que en sus tiempos, los sacerdotes decían que los 'noviciados' para los recién ordenados eran el Templo del Carmen y Navolato. El primero con Monseñor Barraza, que no los dejaba salir para nada y los tenía trabajando desde las 5:00 hasta las 20:00 horas, y el segundo porque el cura Alejandro Ruiz, a quien llamaban "El Reata Reata" los regañaba como si fueran niños. Ambos los cumplió.
"Lo que más ha alimentado mi sacerdocio, le ha dado sentido, es dedicarme a evangelizar y la entrega a los demás".
Monseñor Raúl Blanco Curiel
Sacerdote
ACRÓSTICO
Bendíceme, Señor, en este día, mi
Oración está llena de gratitud, por el
Don del Sacerdocio, es por eso que
Aclamo a ti, mi Padre Dios,
Suplicando que derrames tu gracia sobre mí, como
Desde hace 50 años cuando me
Elegiste como instrumento a tu servicio
Oh!, Señor, qué regalo me has dado,
Renuevo hoy mi compromiso sacerdotal
Oro, alabo y bendigo tu inmensa bondad.
Bendíceme Padre
La comunidad y mi familia se une en esta
Acción de Gracia y reitero mi profesar que
No consiento dejar tu sendero, ya que tu
Camino ha sido el mío, la
Oración de todos suba hasta ti como alabanza.