El año litúrgico, el paso de Dios entre nosotros
Recorriendo el misterio de Cristo, la iglesia hace presente su plan salvífico a través del caminar en el tiempo, siguiendo en el transcurso de un año, que es el tiempo con el cual marcamos los periodos del tiempo en nuestro paso por este mundo.
Las etapas que fueron significativas en la vida de Jesús, comprendiendo desde su llegada a este mundo, la transmisión de su mensaje invitando a la conversión, hasta alcanzar la liberación de la pena merecida por el abandono a Él, en la desobediencia a su voluntad y la consumación de su plan redentor, al aceptar el sacrificio y la muerte, para culminar con el paso de la muerte merecida, a la vida plena, marcan este caminar, celebrado en el transcurso del Año Litúrgico.
Entendido como una participación, por medio de la acción celebrativa, la iglesia revive, en el tiempo, el paso de Dios entre nosotros.
Las tres etapas centrales en la celebración del Año Litúrgico, para su concretización en momentos centrales de su vida, sintetizando la profundidad de su obra y de su misterio son: La Navidad, reviviendo el momento en el cual Dios envueltos en los ropajes de la humanidad llega a este mundo; la Pascua, haciendo presente el momento crucial de su pasión y muerte, para saldar la pena merecida y culminar con la resurrección y Pentecostés, con la venida del Espíritu Santo, fuerza y vida divina para acompañar a quienes lo aceptan y lo acojan en su vida.
Estos momentos centrales en la obra salvífica de Jesús se acompañan con otros tiempos marcado, tanto para la preparación, como para posteriormente vivir la etapa celebrativa del júbilo festivo, estos son: Para Navidad, el Adviento y después la Epifanía; para la Pascua la preparación inicia en la Cuaresma, complementada en la Semana Santa, para desembocar en el Tiempo Pascual y todo culminara en Pentecostés dando nacimiento a la iglesia, con la efusión del Espíritu Santo para darle vida en su caminar en este mundo hacia la casa eterna del Padre.
Estas etapas en la celebración litúrgica del misterio salvífico son complementadas con el caminar de la iglesia en un periodo al cual llamamos Tiempo Ordinario, marcando el caminar de Dios entre nosotros.
Más allá de los tiempos celebrativos marcados en tono festivo, el Tiempo Ordinario ocupa la mayor parte del Año Litúrgico, viviendo la construcción del Reino de Dios entre nosotros, que, en expresión de Orígenes, ya está entre nosotros, pues lo recibimos en el bautismo y solo hacer falta dejarlo salir para manifestarlo al mundo.