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"El Octavo Día"

"Gol Olímpico"
EL OCTAVO DÍA
10/11/2015 09:53

    A pesar de todos esos defectos que podrían darnos la modernidad y las desviaciones de una sociedad tan retorcida como la nuestra, da gusto que los Juegos Olímpicos mantengan lo más auténtico de su espíritu original.
    Hace unos días hablamos de sus trasfondos políticos, económicos y hegemónicos: hoy es justo reconocer la vibrante capacidad de sacar lo mejor de los individuos.
    Hoy, en un momento en que al País le urge la reflexión y la reconsideración de ciertos valores, es grato el triunfo de la Selección Mexicana. Una sociedad que creció bajo la búsqueda del menor esfuerzo o, atrapada en el adagio de "el que no transa no avanza", necesita un triunfo totalmente legal para darse cuenta de que sólo existe un camino para alcanzar la cima.
    A nadie la gusta hablar eso, pero la gran transa de "los cachirules" -cuando a finales de los años 80 se falsificaron actas de nacimiento de jugadores- atrasó el futbol por largo tiempo, a pesar de que el castigo que nos puso la FIFA fue sólo de dos años.
    Por eso México no compitió en futbol en las Olimpiadas de Seúl 88 ni en el Mundial de Italia 90. Apenas comenzamos a salir de ese bache histórico.
    El ejemplo debe ser fundamental. No olvidemos que además de los valores morales, también tenemos una década en que nos hemos convertido en un País de gordos.
    Hoy estamos acostumbrados a muchos de nuestros cantantes de banda estén bastante pasaditos de peso, pero aunque usted no lo sepa o lo crea, muchas de las figuras de la canción ranchera de antaño participaron en el deporte con profesionalismo y esfuerzo.
    Luis Pérez Meza ganó más de 60 peleas profesionales por nocaut como "Kid Mundial"; José Alfredo Jiménez fue compañero de equipo de futbol de "La Tota" Carvajal; Javier Solís intentó antes del canto una carrera deportiva y Francisco Gabilondo Soler fue boxeador y torero. Jorge Negrete era excelente caballista y Pedro Infante un gimnasta entregado.
    El común denominador de ellos, muy diferentes en sus orígenes, fue el sistema educativo y de valores de su tiempo donde el deporte y el olimpismo eran valores al nivel de la cultura... La frase cultura física, hoy en desuso, de ahí viene.
    Años atrás, pasando a lo mediático, el impacto de los Juegos Olímpicos era más grande y con repercusiones incluso más ramificadas que el bombazo internáutico-televisivo que acabamos de experimentar. Los atletas aparecían mucho en los noticieros cinematográficos que se daban entre película y película y la tele en sus inicios hacía lo propio.
    Había personas que hasta compraban televisión nueva para ver las Olimpiadas. Así de esperados y respetados eran este tipo de encuentros deportivos... Hablo de un mundo con menos canales de televisión.
    No sólo era una utopía que hubiese canales de deportes, sino que hasta los documentales eran rarísimos.
    Viene a cuento porque con motivo de los Juegos Olímpicos las televisoras se daban la molestia de transmitir interesantes videos sobre los países sedes.
    No existía el Discovery Channel: usted veía en los programas de Guillermo Ochoa y Raúl Velasco, dos de los gurús domésticos del pasado, reveladores documentales sobre la historia y vida cotidiana de aquellos mundos paralelos donde se celebraban los juegos. El resto del año... nada.
    También tenían los juegos sus dosis de sana picardía.
    Hoy, que vemos a cada rato comerciales con mujeres en tanga y a conductoras sexy mostrando las anginas, nos resulta muy difícil evocar ese tiempo en que los juegos era de los pocos lugares donde los hombres podían darse un festín de mujeres en traje de baño o leotardos... en el día de la transmisión del Miss México el País se paralizaba y, el resto del año, los varones deliraban con el anuncio cervecero de "La Rubia Superior".
    Concluyo con esto que resume todo: la gente compraba monedas conmemorativas y se peleaba por las estampillas de correo alusivas... otra cosa del pasado a punto de desaparecer.