"El octavo día"
Con bastante expectación, la semana pasada vimos el estreno de varios capítulos de la serie Embajadores de la Mafia producida y transmitida por History Channel.
A muchos sorprendió la presencia del ex Presidente Abelardo L. Rodríguez en este peculiar cuerpo consular delictivo. Quien haya repasado la historia del Casino Caliente de Tijuana se habrá topado con su nombre en algún momento (interpretaciones y versiones son otra cosa).
Pero lo que sí nos extrañó a algunos fue el querer presentarnos a Bugsy Siegel como uno de los fundadores del narcotráfico en América Latina. De hecho, la serie inicia diciendo que su imperio se forjó "desde un caserío de Sinaloa".
Desde que la llevó al cine Warren Beatty, la figura Bugsy Siegel mantiene un halo romántico entre nosotros los latinos. Antes sólo reconocíamos a Capone, a Vito Corleone (que no existe y está inspirado en Carlo Gambino) y a Frank Nitti, mencionado constantemente en la serie Los Intocables.
Bugsy Siegel (quien fue representado en El Padrino como el frívolo Moe Greene) sí estuvo en Culiacán y mayormente en Tijuana, pero en los años 40 no existía ese actual eje del mal entre ambas ciudades e incluso, me atrevo a decirlo, el tráfico y consumo de drogas no estaba tan satanizado.
Como decían don Chale Salazar, las drogas en Mazatlán sólo las conocían los presos y algunos soldados rasos. Sus fases de violencia social y descomposición de la personalidad aflorarían hasta los años 70, poco después de que Nixon lo volviera asunto de Estado. Y es ahí cuando el fenómeno cobra auge al cerrarse la tradicional ruta de las drogas de Marsella, la verdadera conexión francesa que se volvería mexicana y colombiana.
Es verdad que hubo producción de goma de opio en Sinaloa para proveer la base para la morfina: hay testigos de la época que sostuvieron que el Departamento de Estado norteamericano impulsó el cultivo de amapola para obtener dicho producto, ya que durante la Segunda Guerra Mundial, fue difícil importarlo desde Turquía, principal productor en el mundo.
Sin embargo, no podemos sostener que la muerte del gobernador de Sinaloa, Rodolfo T. Loaiza, a manos del pistolero "El Gitano", tal como sostiene la serie, haya sido a consecuencia de su ligue con el tráfico de drogas y las relaciones del "embajador" Siegel. Este episodio y su recreación fueron puro realismo mágico.
Está más que documentado y demostrado que su ajusticiamiento durante el Carnaval de 1944 fue por su enfrentamiento con los terratenientes locales, opuestos al reparto de tierras iniciado en el Cardenismo. Fue la llamada "Guerra del Monte" donde se dio el caso de campesinos que se negaron al reparto de tierras, exigiendo respeto a la pequeña propiedad. El ejido más grande del País está en el norte Sinaloa y el primero en repartirse fue Escamillas, en las afueras de Mazatlán.
Si bien la serie no da el crédito, la fuente de esa información quizá provenga de un texto de Luis Spota que ha sido multicitado recientemente, en donde lo quiere ligar con el germen del narco. (Spota tuvo acceso a documentos desclasificados en los años 60, pero no estuvo en el lugar de los hechos).
¿Alguna vez hemos pensado que quizás ese apoyo al cultivo de amapola pudo haber sido una especie de Plan Marshall para asegurar la simpatía de la región durante la Segunda Guerra Mundial y prevenir el espionaje o colaboración a favor de los japoneses? Un ex Gobernador de Sinaloa, ex revolucionario a su vez, había sido agregado militar en Tokio. Y Sinaloa tuvo grandes inversiones de los Estados Unidos como la construcción del Hospital Civil y la compra industrial de aceite de hígado de tiburón a los pescadores de Mazatlán y Teacapán, el cual se destinaba para consumo de los pilotos de combate nocturnos.
A diferencia de Lucky Luciano, quien apoyó desde la cárcel el desembarco en Sicilia y liberó los muelles neoyorkinos de espías y sabotajes nazis, para Sinaloa Bugsy Siegel no fue necesario.