"El ojo surrealista de Leo Matiz"
MÉXICO (UNIV)._ Una vez soñó que perdía el ojo. Que un ángel se lo llevaba volando. Que él corría detrás del ángel pero no podía recuperarlo porque, a diferencia de aquel, él no podía volar.
El mal sueño se hizo realidad en 1978: Leo Matiz salía de un banco en Bogotá y el puñetazo de un ladrón, quien se llevó sus cámaras, le ocasionó la pérdida de la vista en su ojo izquierdo. Fue un dolor tan fuerte como el que sintió al perder a su hijo.
Era uno de los fotógrafos más importantes de América Latina: había sido reconocido como tal aquí en México, donde vivió entre 1941 y 1947; era el otro gran hijo de Aracataca, Colombia, donde nació en 1917, una década antes que Gabriel García Márquez. Los dos museos más grandes del pueblo llevan sus nombres.
Leo Matiz y García Márquez también tuvieron en común que México fue el país donde llegaron a desarrollar una parte fundamental de su obra.
Matiz, muerto en 1998, quería venir a morir a estas tierras en las que creó algunas de sus series fotográficas más destacadas, donde se consolidó como reportero gráfico y formó parte del grupo de artistas que marcaron una época irrepetible.
Aquí encontró grandes amigos y recibió el impulso de otros colombianos que ya estaban aquí, como el poeta Porfirio Barba Jacob (autor de Canción de la vida profunda), quien lo vinculó a la revista Así.
Surrealista fue su vida. Ese calificativo a menudo lo utiliza la hija del fotógrafo, caricaturista y pintor colombiano. Alejandra es quien promueve la obra de su padre.
Por ejemplo, por estos días coinciden en México tres exposiciones en el Museo Nacional de Arte, en el Club Alemán y en la galería Patricia Conde; en 2013, cuando se cumplirán 15 años de su muerte, ya se piensa en una muestra en el Museo Nacional de Colombia.
Matiz se casó siete veces, fue amigo de Diego Rivera, Frida Kahlo y José Clemente Orozco.
En cambio, Siqueiros, a quien demandó por no darle crédito por su trabajo, le saqueó y quemó su estudio fotográfico, además de que lo acusó de pertenecer a la CIA.
En México
Durante su estancia en estas tierras hizo un reportaje en 1941 acerca de Las Islas Marías al lado de Luis Spota, que apareció en la revista Así.
Retrató a algunos de los grandes artistas nacionales. Conoció, compartió y aprendió con Gabriel Figueroa y Manuel Álvarez Bravo. Fumó mariguana con Agustín Lara. Tuvo amores con María Félix. Estuvo con Neruda.
Fotógrafo para Life y Selecciones, entre otras revistas, México lo vinculó no sólo con el periodismo gráfico de Estados Unidos, lo llevó a trabajar desde Nueva York para todo América, a ser parte de Naciones Unidas, a viajar a Oriente Medio.
SU REGRESO A MÉXICO
Dos años antes de morir, animado por su hija regresó a México, el reencuentro con este País le animaría. Hizo nuevas series, libros, exposiciones. Aquí creó alrededor de 10 mil fotos.