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Columna

El paso del tiempo y su legado de esperanza

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    En continuo curso avanza el tiempo, hasta completar un ciclo de evolución progresiva, desfasándose en el punto de su culminación, para continuar en una espiral extendida a través de una historia marcada por dígitos, donde se sintetizan la presencia y los hechos del hombre en la naturaleza.

    El momento de la renovación marcado queda por un número indicador de la secuencia entre el periodo de un año a otro, compendio de vivencias almacenadas en el cofre de los recuerdos, para ser revividos en la fantástica dimensión de la memoria.

    El recuento de los hechos ocurridos siempre deberá tener un saldo positivo, por el solo hecho de existir, maravillosa experiencia a pesar de aquellos, siempre presentes, sinsabores, cuando allá en la distancia de la temporalidad sean contemplados con nueva luz, esclareciendo aquello que en su momento fue oscuridad.

    La vida siempre es oferta de una nueva oportunidad, a pesar de las frustraciones ocurridas y de las marcas dejadas por errores de la imprudencia humana. La esperanza ofrece el reto de mirar siempre adelante y el optimismo de superar pasados errores y así alcanzar nuevas metas.

    Es el término de un año, efímero momento de dar gracias al Creador, al hacer el recuento de un camino ya andado y la oportunidad de proyectar un camino por recorrer, con nuevas oportunidades de dejar la indeleble huella, que algún día será legado para hablar a otras generaciones, cuando ya seamos parte de la historia.

    El convencional paso de un año a otro en cada cultura, alto forzoso en la secuencia espiral del tiempo, es momento del recuento por la gracia de la vida en un lapso de 365 días y dar inicio a un nuevo lapso en la aventura incierta de vivir.

    Los proyectos describen el recorrido, atisbando etapas y objetivos, al navegar por un mar sin senderos, con la fantasía de lo que aún no se ha vivido y que solo cuando se ha dejado la estela en el camino ya recorrido se obtendrá la certeza de lo que ahora solo existe en la imaginación. Por ello siempre será fantástico un mundo por descubrir

    Atrapado entre el pasado y el futuro el presente encierra al mundo de la realidad, con las limitaciones del fenómeno humano, es punto de convergencia en ambas direcciones, humanizándose al contener la profunda riqueza del hombre como tal.

    Llegados a este punto, principio y fin, se unen como anticipo de eternidad y es en el mismo Creador en quien se deposita pasado y futuro, en ofrenda y esperanza, buscando encontrar en el nuevo año los senderos conductores a un mundo mejor.

    ¡En la figura de un año ya vivido y del año nuevo encontremos un renovado propósito de la búsqueda de felicidad!