“En el principio existía la Palabra y la Palabra era Dios”, el concepto de principio se remonta hacia origen fuera de toda causa-efecto, desde el cual son explicadas las consecuencias vigentes en el devenir inscrito en la continuidad del ser humano. Surge la pregunta; ¿En qué punto todo dio inicio?
Trasladándonos a otro punto de relato del origen, también impreso en las páginas bíblicas, en el texto del libro en el cual se pretende dar inicio al libro revelado, ahí se presenta un recuento de las tradiciones, por medio de las cuales Dios ha entablado comunicación con el hombre, encontramos un esbozo explicativo del principio desencadenante del andar del cosmos.
Berecit es el título hebreo del libro, el cual es adaptado en la mítica versión griega elaborada por un legendario equipo de 70 sabios, quienes trasladaron el acervo revelado por Dios a una nueva versión, en un intento por absorber la sabiduría revelada por el ente divino para extenderla, poniéndola al servicio del hombre. El texto en la versión griega será conocido con el nombre de El Génesis.
Berecit, génesis, origen, conceptos que mueven el inquieto espíritu humano por alcanzar el por qué y el cómo de su presencia en este mundo.
“En el principio los dioses crearon el cielo y la tierra”, todas las cosas. La mayestática figura del supremo ser es sintetizada, a manera de explicación, con la vaguedad de las acepciones con las que la mente humana ha tratado de entender el misterio de la esencia del divino ser y con ello, el origen de las diversas realidades existentes, concluyendo, a manera de explicación, con la existencia de varias entidades divinas, supeditadas una a la otra y en ocasiones entrando en conflicto, naciendo así el concepto de “los dioses”.
Tiempo inmemorial se tardaría la humanidad para aceptar el singular y revolucionario concepto de un Dios único y creador de todo, esbozos de ello en la región de Mesopotamia con la iluminación de Zoroastro, más adelante Akenatón, en Egipto, también lo propondría, para continuar con Moisés, ya en las páginas bíblica. Cada uno protagonizaría una lucha de liberación, enfrentando las limitadas mentalidades y los atavismos del entorno de su tiempo.
El principio divino creador, por su esencia, está fuera de lo creado, siendo existente fuera de la existencia creada en el devenir continuo, en un entorno conocido como la eternidad, él es la existencia en sí misma, portadora del ser y del estar, tal como lo revelo al caudillo liberador Moisés.
El Cosmos, ubicado en el devenir del movimiento continuo, en un entorno conocido y contemplado como el espacio-tiempo, describe una línea donde esta lo que fue, lo que es y lo que será, entre dos puntos conocidos como el principio y el fin, dentro de los cuales se escribe cada historia, dentro de toda la historia global.
Tiempo y eternidad, los dos puntos en donde se ubican la creatura y su creador, una relación inherente entre causa y efecto, una interacción, la cual culminara cuando el Creador, hecho creatura, recapitulizará todo lo creado al punto de su origen, cuando el alfa se funda con el omega.
El origen, el Big Bang, la gran expansión, teoría presentada por el sacerdote belga Georges Lemaitre, que junto a otras teorías intentan encontrar una explicación del misterio del principio de todo lo creado, un origen fuera del tiempo al cual le damos el nombre de Dios.
Al finalizar un lapso del tiempo, marcado con una cifra numérica, en el cual quedara registrada nuestra presncia en el tiempo, un año termina y otro esta por empezar, donde se escritas quedaran nuestras historias, dentro de la historia de la creación.
¡Bendito el año en el cual ya vivimos y escribimos, bendito el año que vendrá y donde habremos de escribir!