"Es Juan Villoro fundamentalista del rock"
MÉXICO (UNIV)._ "Tengo un temperamento extraordinariamente disperso, me gustan muchas cosas al mismo tiempo: escribir para niños, escribir novelas, estoy escribiendo teatro, hago traducción", explica Juan Villoro.
Y con la lectura pasa igual, reconoce el escritor.
"De pronto leo un cuento para niños -muchas veces con mi hija, pero incluso por mi cuenta también lo hago-, o un libro de filosofía porque me interesa el tema o de artes plásticas porque estoy escribiendo sobre un pintor, pero luego me sigo con ese autor".
Paradójicamente, lo que menos lee este novelista, traductor, ensayista, autor de libros para niños y, eventualmente, periodista, es novela, y todavía menos la novela contemporánea; fue en su adolescencia cuando leyó con mayor intensidad.
Villoro (ciudad de México, septiembre de 1956) es uno de los autores mexicanos de la segunda mitad del Siglo 20 más leídos en el extranjero y en México. Sus novelas, los cuentos o los libros para niños y también sus crónicas son conocidos y buscados.
Los lectores son sabedores de su afición musical que, concluye él mismo, lo había vuelto una especie de "talibán del rock, un fundamentalista", pero esa afición hoy es ecléctica.
También identifican ya su incondicional afición con el Necaxa -puesta a prueba, como nunca, en los últimos días cuando está a unos pasos de descender-. Menos pública es esa afición por los cómics -la lista es larga: los Supersabios, de German Butze, y los Agachados, de Rius; La Familia Burrón, de Gabriel Vargas; las sagas de los superhéroes: Batman Superman, y luego Archie, Asterix, Mafalda, todo Fontanarrosa y El eternauta.
Curiosamente hoy el rock y el cómic son dos puntos de encuentro entre Villoro y su hijo Juan Pablo, de 16 años, y su hija Inés, de 9.
"La ley de la selva del rock es que cada quien tiene que ir descubriendo a sus ídolos, pero curiosamente hemos coincidido en los ídolos y me da mucho gusto, cuando Roger Waters viene a México, escucharlo en compañía de mi hijo. Inés quiere ser dibujante de cómics, los hace, ha sido educada por Matt Groening y la tribu amarilla de cuatro dedos de los Simpsons".
Lugar cómodo, el teatro
Un lugar más cómodo ha terminado hallando en el teatro. En la actualidad, el escritor tiene dos proyectos concretos, la traducción y adaptación a la época contemporánea de Egmont, un drama del Siglo 18, de Goethe, que llevará a escena la Compañía Nacional de Teatro. El otro es una obra de teatro de su autoría, que ha llamado El filósofo declara. Para esta puesta, ya cuenta con director y es probable que se ponga en 2010.
Villoro escribe una novela desde hace tres años.
"Creo que llevo como una tercera parte ya en versión definitiva, está semicompleta en borradores; yo calculo que me falta trabajar dos terceras partes. Es una novela como de 300 páginas... Aunque el Testigo, decía que iba a ser de 200 y fueron más de 400, y uno luego se avergüenza: 'la gente no puede leer tanto'. Pero hay novelas que te piden una talla más grande; eso sucede mucho con la novela, que es expansiva".
Ese moverse con flexibilidad por distintos géneros ha llevado también a Villoro al periodismo, por ejemplo: emprendió por su cuenta el contar la historia de un grano de sal, desde Japón hasta Baja California.
"Necesito escribir en un género, luego en otro, luego en otro. Suena a veces como pretensioso decir que estoy en muchas cosas porque de algunas sólo tengo dos líneas, y hay una impotencia total. La verdad es que sí hago muchas pero voy fracasando en casi todas, y la única en que no fracaso es la que termino. Luego vuelvo otra vez, y hay cinco en las que no puedo".
Y así como hay novelas que piden una talla más grande, hay personajes que piden volver, eso le pasa con el cura Monteverde, de El Testigo (Premio Herralde de novela en 2004).
"Es un sacerdote que me ganó mucho a lo largo de la novela, al grado de que he pensado que en un futuro, a lo mejor, voy a escribir una novela sobre él".
En muchas de sus novelas, cuentos y crónica, está latente la ciudad de México, la del pasado y la actual.
"Yo nací en una ciudad que, digamos, todavía conservó un orden hasta mi adolescencia. A partir de entonces, la Ciudad de México es el escenario de la devastación que conocemos ahora; la experiencia sicológica para mí fue la de salir de una ciudad controlada a una ciudad inconmensurable, una ciudad que no puede conocer nadie por entero, que ni siquiera un taxista domina. Estamos acostumbrados a que sea un espacio de la devastación, donde nada se conserva y donde todo está perpetuamente en entredicho, donde no sabes si esa calle mantiene su sentido, si se convirtió en subterránea..."
Como vive de escribir, Villoro se dedica absolutamente a la escritura. Es columnista de periódicos, y buena parte de la mañana la dedica leer lo que viene en los diarios.
"Una de las cosas que más me gusta en la vida es llegar a un país que no conozco, ver periódicos que no conozco y tratar de discernir cuáles me interesan. Para quien no es de aquí, es casi imposible acostumbrarse a leer los mexicanos porque un encabezado típico es "La Croc desestima la Concanaco".
Le gusta el cine
Para Juan Villoro, hoy en día el cine tiene un filón más comercial, es cada vez más difícil encontrar cine de autor, donde la taquilla era lo de menos.
"Un chiste estúpido lo pueden entender 10 millones de tarados, en cambio un chiste inteligente de Woody Alllen, como mucho, puede tener medio millón de espectadores en México", señala.
"Me gusta mucho el cine, pero es la muerte de la mayoría de los escritores, no tienes ningún control al respecto. El guionista es la persona que se traiciona para hacer una película, a veces la traición es positiva, a veces no".
EL ESCRITOR
Juan Villoro es autor de unos 20 libros, entre ellos:
* El testigo
* La casa pierde
* Materia dispuesta
* El disparo de Argón
* Los once de la tribu
* El libro salvaje
PLANES Juan Villoro tiene en puerta, para publicar en México la novela corta Llamadas de Amsterdam, que ya apareció en Argentina, donde en breve será llevada al cine por la directora Sandra Gugliotta, en una adaptación en Buenos Aires.
"Me gusta mucho el cine, pero es la muerte de la mayoría de los escritores, no tienes ningún control al respecto. El guionista es la persona que se traiciona para hacer una película, a veces la traición es positiva, a veces no".
Juan Villoro
Escritor