Desde unos orígenes humildes, nunca negados, se yergue la inmortal figura de uno de las glorias de la literatura y la oratoria, en la llamada época de la edad de oro de la letras; Fray Luis de Granada.
Emergiendo de las inclemencias de una vida llena de privaciones a causa del rigor de la austeridad, causada por la pobreza en sus orígenes, desde donde supo descubrir la belleza en el entorno donde le toco habitar, para después expresada con brillante claridad, como la perla de gran valor descubierta según expone el Divino Maestro en los pasajes evangélicos
El primer obispo de Granada y confesor de la reina Isabel de Castilla, Fray Hernando de Talavera había fundado una escuela de barrio| en esa localidad,donde el infante Luis aprendió las primeras letras y los rudimentos del canto, los cuales germinarían para dar paso a una de las mayores expresiones de la belleza en la literatura castellana.
Originario la calle de Los Molinos, ubicada en Granada, en un barrio de vecindad, abrumado por la pobreza. Se desconocen sus nombres de sus padres y solo se dice que el papá ejercía el oficio de panadero y su mamá al quedar viuda recurrió a la caridad pública para poder subsistir con su familia.
El destino dio un vuelco que, según él mismo narraría con gratitud, cuando fue elegido por el capitán general Iñigo López de Mendoza para ir a vivir a en la zona residencial palaciega de la Alhambra, en donde asistiría a la instrucción de la doctrina, además de ser destinado como paje de los hijos del alcalde, Conde de Tendilla.
Mostrando su natural talento y gracias a su protector el capitán de Mendoza, supo desarrollar un ingenio prodigioso y mostrar su aptitud hacia las letras. Finalmente ingresó en la orden de los predicadores, en el mismo convento en donde, se dice, su madre acudía a recibir la caridad para su subsistencia.
En el deseo de salir a llevar el evangelio, instruyendo a los más pobres, solicito ser admitido como misionero a las tierras del Nuevo Mundo, siendo aceptado y destinado para partir a la Nueva España, hoy México, lo cual no se llevó a cabo, porque antes de partir fue destinado a reconstruir el convento de La Estacada, ubicado en las estribaciones de la Sierra de Córdoba, en donde ejerció su servicio de 1534 a 1545.
En 1538, el cabildo de Córdoba le encargó los sermones de la cuaresma de ese año, esto le causó una profunda preocupación, pero alentado por san Juan de Ávila aceptó el compromiso, encontrando un talento, ya existente en él, pero aún desconocido.
Fray Luis de Granada murió el 31 de diciembre de 1588 y su sepulcro se encuentra en la iglesia de Santo Domingo, en Lisboa, Portugal.
Su vasta obra, tanto como predicador, como literato le valió el ser seleccionado como confesor de la reina Isabel y entre sus lectores sobresale la misma Santa Teresa de Ávila. Sus escritos nos muestran la belleza y la profundidad en el arte literario, tanto en prosa como en verso, por todo ello es considerado como una de las cumbres en la edad de oro de las letras.