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"Futbol y literatura"

"Mario Benedetti, Juan Villoro, Eduardo Galeano y Humberto Eco son algunos escritores que han dedicado sus líneas a este deporte"
15/11/2015 08:34

    El futbol evolucionó de forma paralela a la sociedad, miles de personas invierten tiempo y dinero a esta afición, este deporte es una acción más que ha servido de motivante para muchos otros ámbitos incluyendo a la literatura. 

    Durante la historia, grandes literatos han dedicado lineas y tiempo al futbol, tal es el caso de Vladimir Nobokov, quien era portero, o Mario Benedetti, quien en varios de sus poemas rinde homenaje a Maradona, publica vanguardia.com.mx 

    También esta el caso de Albert Camus, quien convirtió a la pelota en su maestra o Juan Villoro, quien dice que el futbol es la parte más predecible en la vida.

    ALBERT CAMUS
    Premio Nobel de literatura en 1957, Albert Camus fue jugador y aficionado del futbol. 

    Parece interesante que un individualista como Camus adore un deporte masificado como el futbol, la práctica de un deporte que unía a compañeros católicos y musulmanes, a todo un mundo. 

    El futbol, a fin de cuentas, es pasión, ímpetu, un abrazo de victoria, una derrota, y este escritor lo describe en su cuento "Lo que le debo al futbol". 

    "Lo jugué varios años en la Universidad de Argel. Me parece que fue ayer. Pero cuando en 1940 volví a calzarme los zapatos, me di cuenta de que no había sido ayer. Antes de terminar el primer tiempo, tenía la lengua afuera como uno de esos perros con los que la gente se cruza a las dos de la tarde en Tizi-Ouzou", menciona el autor.

    EDUARDO GALEANO
    "El futbol ha sido objeto de desprecio por parte de los intelectuales desde siempre", afirma Eduardo Galeano, escritor que introdujo el futbol en la literatura o viceversa. 

    En 1995, el uruguayo publicó "El Futbol a Sol y Sombra", libro con el cual se convirtió en un referente de la literatura pamboFlera. 

    El escritor ha mencionado que para la derecha "El futbol era la prueba de que los pobres piensan con los pies"; y para la izquierda, "el futbol tenía la culpa de que el pueblo no pensara. Esa carga de prejuicio, hizo que se descalificara una pasión popular".


    JUAN VILLORO
    Para Juan Villoro el futbol es una parte predecible en la vida de un gran número de personas. 

    "No estamos seguros de encontrar tiempo para ir al dentista o al supermercado pero sabemos con estratégica anticipación dónde veremos la final de la Champions", dijo. 

    Villoro cree fielmente que un partido se puede leer, y lo ha demostrado en sus libros "Dios es redondo", "Los Once de la Tribu", "Ida y Vuelta" y "Balón Dividido". 

    "Cuando no hay partidos, hablamos de futbol, o al menos de fichajes de desmesura. En el verano la acción disminuye en las canchas, pero siempre se puede discutir algún desfalco en la FIFA, la sospechosa juerga de una selección o el clembuterol en la orina de ciertos jugadores. No son temas épicos, pero permiten seguir hablando".

    VLADIMIR NABOKOV
    El novelista ruso fue portero de 1919 a 1922, el escritor cursó sus estudios de literatura en la Universidad de Cambridge, donde jugó este popular deporte, años que el escritor recuerda en "Habla, Memoria". 

    "De todos los deportes que practiqué en Cambridge, el futbol ha seguido siendo un ventoso claro en mitad de un período notablemente confuso. Me apasionaba jugar de portero. En Rusia y en los países latinos, ese intrépido arte ha estado rodeado siempre de un aura de singular luminosidad. Distante, solitario, impasible, el portero famoso es perseguido por las calles por niños en éxtasis", dijo.

    UMBERTO ECO
    Autor reconocido por su libro "En Nombre de la Rosa", Umberto Eco también es fan del acto del futbol, el escritor decía odiar a los fanáticos, más no al futbol, ya que este podía romper los limites entre las culturas altas y bajas, convirtiendo al futbol en una metáfora, para analizar los excesos del fanatismo del ser por este deporte. 

    "En el intento de sentirme igual a los demás... rogué muchas veces a mi padre... que me llevara consigo a ver el partido. Y cierto día, mientras observaba con indiferencia los insensatos movimientos que tenían lugar allá abajo en el campo, sentí como si el alto sol meridiano envolviese hombres y cosas con una luz congelante, y como si delante de mis ojos se desenvolviera una representación cósmica sin sentido", dijo. 

    "Era lo que más tarde, leyendo a Ottiero Ottieri, descubriría como el sentimiento de la 'irrealidad cotidiana', pero entonces tenía 13 años y lo traduje a mi modo: por primera vez dudé de la existencia de Dios y pensé que el mundo era una ficción sin objeto alguno".