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"Hizo enojar a Pavarotti"

"La soprano Fabiana Bravo, que cantó Tosca en Mazatlán, tuvo como padrino al tenor italiano"

    Cuando el tenor Luciano Pavarotti accedió a audicionar a Fabiana Bravo, una joven argentina recomendada por la famosa cantante Valeria Lynch, no sabía que nunca había cantado ópera.
    Le pidió que interpretara un aria y ella le dijo que no la sabía, entonces Pavarotti se enojó, pero accedió a vocalizar a la soprano y cuando ella alcanzó un do sobreagudo la acogió como su protegida y cambió su vida.
    Fabiana tiene una personalidad imponente, es alta, morena, dueña de una dignidad que se suaviza con una sonrisa franca y una mirada transparente. Ella llegó a Mazatlán para cantar el domingo la ópera Tosca, ofreciendo una noche inolvidable a los mazatlecos.
    Nació en Guymayel, una ciudad del norte de Argentina. Es descendiente de indígenas huarpes, una tribu de origen inca que huyó de los conquistadores españoles emigrando al sur e instalándose en las faldas de la Cordillera de los Andes.
    "Existe una identidad muy fuerte de los descendientes huarpes, nos sentimos muy orgullosos de serlo, la comunidad indígena en Argentina es muy grande, me gusta saber de dónde vengo, porque son mis raíces, de ahí tomó mi fortaleza, pero por mi trabajo tengo que vivir en Estados Unidos", comentó.
    Fabiana quedó huérfana de padre a los 13 años y de madre a los 15. Su familia era muy humilde y tuvo su primer contacto con la ópera gracias a que uno de sus tíos era boletero y acomodador en el Teatro de la Ciudad de Mendoza, en el norte de Argentina.
    "Me subía a la parte del gallinero, ahí me escondía hasta que empezaba el espectáculo, era muy emocionante. La primera ópera que escuché fue Porgy and bess, de Gershwin, cuando la soprano interpretó el aria de Summer Time, en ese momento empecé a soñar con ser cantante".
    Con una sonrisa contagiosa, Fabiana compartió que cuando era niña a todos les causaba gracia que tuviera la voz impostada de manera natural y que le gustaba colocarse de cabeza y cantar (técnica vocal difícil de lograr), porque le salía una voz que hacia reír a la gente.
    "Mi vida de niña fue muy difícil, en la casa teníamos que trabajar para comer y a veces ni para eso alcanzaba, pero por las noches todas las dificultades de la vida se borraban, porque cantaba en coros... pasé por todos los coros de Mendoza, desde que fui niña canté y hasta los 16 años anduve saltando de coro en coro", dijo.
    "Cuando tenía 16 años mi familia estaba en una situación desesperada y yo tuve que tomar una decisión importante. Me fui a audicionar a Buenos Aires para cantar en musicales y me contrataron para la obra Drácula, que estuvo mucho tiempo en cartelera. Siempre fui parte del montón, haciendo el papel de pueblo, con el tiempo canté el papel de Charlot, de El Fantasma de la Ópera y después sustituí a la cantante principal".

    Un ángel aparece en su vida
    Fabiana recordó que una vez que la escuchó Valeria Lynch la invitó a cantar con ella.
    "Fue en 1994, el marido de Valeria llevó a Luciano Pavarotti a cantar al Teatro Colón de Buenos Aires y ella le pidió que me audicionara. Yo no sabía italiano, nunca había estudiado ópera, sólo sabia el aria Vici de arte, de la ópera Tosca, porque me gustaba mucho y me la había aprendido de tanto oírla en mi grabadora", comentó.
    "El maestro Pavarotti me dijo: ´esa aria no es para tu edad, qué más cantas´ y yo le dije que no sabía otra pieza... se empezó a enojar, porque no a cualquiera le daba la oportunidad de que vocalizara delante de él, me pidió Mi quiamano mimi, de La Bohemia y Caro Nome".
    Fabiana relató que Pavarotti trató de controlar su disgusto y le pidió que vocalizara.
    "Cuando llegué al do sobreagudo me paró y me dijo: esa nota se canta ´sacando el tigre´. Me explicó y comprendí que Pavarotti utilizaba eso cuando iba a cantar los agudos y parecía que se iba a comer al público... se trata de tener bien conectada la emoción y la técnica, que lo disfrutes y estés tranquilo y ataques el agudo con toda el alma".
    La soprano confesó que tenía tanta necesidad de sacar adelante a su familia que cree que lo que impresionó a Pavarotti no sólo fue la nota alta que cantó, sino la fuerza con que lo hizo.
    "Me dio la oportunidad para participar en el concurso Pavarotti, en Modena. La maestra Susana Carbonero me preparó gratis durante tres meses en Buenos Aires y el gobierno de Argentina me ayudó con el pasaje, llevaba 200 dólares que me prestaron, hice la audición y me devolví", mencionó.
    "Pasé a la final, que fue en Filadelfia y terminé ganando el concurso. El premio fue cantar Lucía de Lamermoor, con Pavarotti. Eso fue en 1996".
    Al llegar a Filadelfia, recordó, todos los que participaban en el concurso contaban sus experiencias en la Scala de Milán, el Met de Nueva York y demás teatros importantes del mundo. Ella no tenía ni idea de qué era todo eso y optó por quedarse callada.
    "Pavarotti fue como un padre para mí, me dijo que con puro talento no podía hacer nada, que tenía que estudiar mucho y que solamente así se lograba el éxito. Él era muy profesional y el trato con las estudiantes era de mucho respeto, tenía una memoria de elefante, recordaba cada frase de cada ópera y no se le olvidaban los pasajes en los que estaban débiles cada uno de sus alumnos".
    La vida de Fabiana cambió mucho a partir de ese momento. La Universidad Católica de Washington la becó y ahí estudió por cinco años. Le exigían un promedio de 10 para mantenerle la beca.


    Una experiencia con Juan Pablo II
    Fabiana Bravo le cantó al Papa Juan Pablo II en el Vaticano.
    "Le canté el Ave María, de Gounod, y el Laudate dominum, de Mozart... se emocionó mucho y yo no paraba de llorar, no sé cómo canté si lo tenía tan cerca y estaba tan emocionada... él fue un Papa muy especial, que te contagiaba un profundo amor con su actitud y su mirada, yo lloraba de amor y de admiración", recordó.
    "Quería decirle muchas cosas, pero su imagen de bondad me conmovió y lo único que pude hacer fue cantar y después llorar y llorar... él me bendijo y lo mismo hizo con todos los rosarios que llevaba de parte de toda mi familia".

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